La Provincia - Diario de Las Palmas

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Aquí la Tierra Las formas del paisaje

Ahogo

El nudo de Guanarteme es un paisaje singular lleno de elementos sin concordancia entre sí, entre los que sobresale el estanque con el centro comercial dentro construido en el campo de golf.

Ahogo

Quizá sea algo achacable a la pasmosa discordancia entre las construcciones de esta zona, que dificultan que las miradas del habitante y del paseante encuentren sosiego en ella. O, tal vez, simplemente, responda a la presión inmisericorde que los rayos del sol agosteño ejercen sobre la cabeza del reportero. O, vaya usted a saber qué, si no. El caso es que es difícil llegarse hasta La Minilla, mirar este centro comercial erigido dentro de un estanque y no experimentar inmediatamente una intensa sensación de ahogo.

En verdad cuesta imaginar qué había en el interior de las cabezas del arquitecto y el promotor de este edificio. Cabe la posibilidad de que quisiesen realizar un homenaje al pasado agrícola, de que profesasen un gesto de respeto hacia un paisaje y una memoria desaparecidos del lugar, cuando el proceso de urbanización acelerada de la zona lo único que propagaba era la confusión. Íntimamente relacionado con lo anterior, no cabe descartar tampoco que se propusiesen encarar la propia confusión, que, en vez de ignorarla, pretendiesen atravesarla, realizar, a través del estanque con el centro comercial dentro, una tentativa de reflexión sobre la confusión misma. Si bien es de temer que, en este caso, lo que les habría salido es, quizá, una reflexión confusa. Lo cual no es lo mismo. Aunque, a lo mejor, tanta contundencia para llenar un viejo, y ligero, depósito de agua de riego con semejante volumen tiene su origen en un sencillo juego de palabras: Donde uno dijo "estanque", el otro dijo "¡Es tanque!". Y, claro, más que el tanque de agua que ya era, la construcción resultante evoca el mazacote de un carro de combate. Más bien.

En cualquier caso, esta extraña edificación, difícil de explicarse con coordenadas mentales simples, obtiene buena parte de sus poderes alucinógenos del entorno en el que se asienta, del que, en cierto modo, es a la vez resumen y culmen. Entre los elementos más llamativos de este lugar, el nudo de Guanarteme, destaca la ladera vecina, un terreno baldío atravesado por los túneles de Julio Luego y coronado por una hilera de viviendas con tejas. En el centro del nudo sobresale la enorme rotonda que deriva hacia la Circunvalación en el que todo es velocidad. Y en la ladera que nos ocupa, donde se encuentra el estanque con el centro comercial dentro, la placidez de la casa solariega Leacock y su hermoso jardín parecen existir tan sólo para garantizar la incongruencia del conjunto. Los descampados, las vallas publicitarias, las casas tradicionales de Guanarteme, los edificios recientes que han multiplicado la densidad de la zona, los muros agrícolas en ruinas, los antiguos trazados rurales y el enlace a Arucas de la Circunvalación, son otros tantos condimentos sin los que no se explica el peculiar sabor de esta espesa salsa. Pero el campo de golf donde se asienta el estanque con el centro comercial dentro es de punto y aparte.

Rodeado por el jardín de la Casa Leacock, la Circunvalación, el Hospital Negrín y los edificios recientes de La Minilla, este pequeño complejo deportivo en fase de cierre, que tiñe esta parte de Las Palmas con el verdor propio de los campos de golf, es una concesión municipal cuya recuperación parece que va a costar a la ciudad varios millones de euros. En un flanco del complejo se levanta una red colocada al poco de su inauguración, pues el impacto de las pelotas atentaba contra la integridad física de las ventanas y los vecinos de los edificios cercanos. Hay quien dice que el pelotazo se vio venir antes de la inauguración.

Para que no falte de nada, la zona cuenta asímismo con un pequeño helipuerto, el del Hospital Doctor Negrín, contiguo al campo de golf. Si el sentido común, y probablemente el médico, se imponen, seguramente a los pacientes con cardiopatías agudas que son trasladados en helicóptero se les venden los ojos para evitarles la visión panorámica de este paisaje. Tantas emociones fuertes pueden perjudicar su salud.

Y, en medio de este pintoresco jardín de locuras, resumen y culmen de todo el paraje, el estanque con el centro comercial dentro se yergue como un cráneo seccionado por la mitad dentro del cual hay un cerebro que padece una terrible inflamación. El reportero contempla esta imagen idiosincrática de Las Palmas, observa el estanque con el centro comercial dentro, y siente que se ahoga. Y, sin solución de continuidad, entonces, se siente reconfortado porque se reconoce como habitante de una ciudad moderna. Al fin y al cabo, no hay experiencia más distintiva de la ciudad moderna que la del ahogo.

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