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Qué cosas ¿no? ¡Vaya sorpresa!

Clientes y usuarios del Sotavento muestran su asombro por el cierre del centro comercial - Algunos vinieron de Telde y perdieron el viaje

El cierre del centro comercial Sotavento cogió ayer con el pie cambiado a las familias que se acercaron al Muelle Deportivo de Las Palmas de Gran Canaria para disfrutar del domingo. "¡Qué cosas! ¿no? ¡Vaya sorpresa!", comentaron Luisa Gutiérrez y Nicolás Lucas, una pareja que fue con la intención de almorzar en el Allende y se encontró con sus puertas cerradas.

Las del Allende y las del resto de establecimientos de restauración, pues la clausura, que fue decretada por el Ayuntamiento en la medianoche del sábado por motivos de seguridad, afecta a todo el recinto. Sus verjas permanecieron ayer cerradas al público, no así a los proveedores y responsables del mantenimiento, que entraban y salían en medio de un ambiente desolado, sin gente, algo inusual para un centro de ocio que suele registrar una gran afluencia de público, sobre todo los domingos, con llenos de familias en muchas de sus terrazas. "A ver cómo termina esto", comentaban esos trabajadores, preocupados por la incertidumbre del precinto municipal.

Y es que los técnicos de Urbanismo analizarán hoy el informe de medidas correctoras presentado por los responsable del centro el pasado viernes, a las 15.30 horas, después de que el Ayuntamiento les diera tres días de plazo para corregir las deficiencias detectadas en materia de seguridad, como la invasión de pasillos por mesas y sillas o la apertura en sentido contrario de la salida de emergencia.

Además, mientras los responsables municipales deciden si se abre o no, los administradores consideran la medida "injustificada", acusan al Consistorio de crear una "alarma social desproporcionada" y advierten que reclamarán por daños y perjuicios.

Un conflicto que también afecta a empleados y clientes, como esa pareja de peninsulares, con pocos meses en la Isla, que se acercó al Muelle Deportivo y se quedó sin comer en el Allende. "Vinimos porque nos han hablado muy bien de ese restaurante en el trabajo", añaden Luisa Gutiérrez y Nicolás Lucas, antes de darse media vuelta y volver a enfilar la Avenida Marítima rumbo a Mesa y López.

Lo mismo hicieron Rubén Hernández y Carmina Hernández, pero en dirección a Triana, que ayer gozó de otra nueva jornada de apertura dominical. La diferencia es que Rubén y Carmina vinieron desde Telde, donde residen, por lo que el chasco fue mayor. Ambos, cómo no, también venían al Allende, incluso conocían la advertencia de cierre, pero leyeron en la web del local que seguían abiertos y se arriesgaron. "Es una pena que nadie mediara para llegar a una solución, sobre todo por los empleados, que ahora se quedan sin trabajo", subraya Rubén.

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