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Aquí la Tierra La defensa del espacio público

Estratos del vacío

Un arqueólogo penetra en el búnker de La Minilla, por encargo del Servicio de Urbanismo del Ayuntamiento, en lo que es el primer paso para crear un parque en esta zona de La Minilla con importantes valores naturales e históricos

Estratos del vacío

La Terraza de la Minilla es un vacío urbano, una bolsa de territorio en expectativa de uso dentro de la ciudad compacta. Este vacío es rico en estratos, geológicos, biológicos del Mioceno y el Plioceno e históricos, los restos de la Batería de Guanarteme posteriores a la Guerra de Cuba y del tiempo de la Segunda Guerra Mundial. La urbanización de la zona en los años ochenta añadió un nuevo estrato al convertir en escombrera este reducto del arenal que en tiempos llegaba hasta las faldas de La Isleta, pero hace unos meses un grupo de ciudadanos añadió un estrato más: el Foro Crítica y Sociedad de Café D'Espacio organizó aquí una mesa redonda para reivindicar los valores de uno de los mejores vacíos de Las Palmas. Al encuentro asistieron técnicos del Servicio de Urbanismo del Ayuntamiento, que venían trabajando en la recuperación de la zona y se generaron sinergias entre unos y otros. El primer fruto de esta convergencia ha sido la exploración de uno de los estratos, la batería, que el jueves pasado fue abierta para valorar su estado y ver cómo puede encajar en lo que está llamado a ser un parque urbano con unas vistas privilegiadas sobre la ciudad baja y el mar.

Los técnicos del Servicio de Urbanismo y los operarios del Servicio de Patrimonio del Ayuntamiento abrieron una de las entradas de la torreta de la batería, sellada después de que fuera desafectada militarmente. Por ella entró un miembro de la empresa Patrimonia Arqueología, Artemi Alejandro-Medina, experto en arqueología militar y del conflicto, que, tras el levantamiento topográfico y el trabajo de fotogrametría, emitirá un informe con indicaciones sobre el estado de la fortificación y recomendaciones sobre su potencial social y turístico.

La estancia por la que entró el arqueólogo es de 1905 y fue construida como resultado de la guerra de Cuba y Filipinas para prevenir tentativas de ataque norteamericanas al Archipiélago. Este espacio fue reforzado durante la Segunda Guerra Mundial, esta vez para protegerse de un intento de invasión británico, toda vez que se daba por muy posible que España entrase en el conflicto junto a Alemania.

Alejandro-Medina encontró unas estancias más grandes de lo que esperaba. En la principal, a mano derecha, se abren dos huecos -uno más había desaparecido antes de que la carretera de La Minilla seccionara el complejo en los años ochenta. Otra entrada lleva a una habitación de, aproximadamente, cuatro por cuatro metros, que se prolonga en su extremo opuesto en un túnel en forma de L que va a morir a la torreta. El espacio que alcanzó a explorar el arqueólogo abarca una tercera estancia sin salida también de cuatro por cuatro metros.

El interés histórico del conjunto se complementa con un mapa que Artemi Alejandro encontró recientemente en un archivo británico. Se trata de un plano de Las Palmas dibujado por los ingleses durante la Segunda Guerra Mundial que parece un trasunto de mapa turístico: los principales puntos de referencia son el consulado británico, el hotel Metropole, el hotel Santa Catalina -en el que se indica que allí estaba la sede de Falange- y las oficinas de las consignatarias inglesas. El mapa también indica que en este punto se está construyendo una batería, aunque no puede precisar si se ha concluido ni cuántas piezas de artillería tiene, y marca además el paseo de Chil y el solar en el que hoy está el parque del Estadio Insular como lugares donde se han cavado trincheras.

Vestigio de un tiempo que parece remoto, aunque en realidad se remonta apenas a dos o tres ge-neraciones, el sistema de búnkeres, una parte del cual, perteneciente a 1905, está sepultado bajo el Colegio Santa Bárbara, acredita también la escasez de materiales con la que España se preparaba para entrar en la Segunda Guerra Mundial. De la torreta asoma un raíl de tren reutilizado para construir una estructura de hormigón para reforzar la mampostería de las casamatas construidas tras la guerra de Cuba, un procedimiento que, según ha comprobado el arqueólogo en Verdún, los alemanes utilizaron durante la I Guerra Mundial.

Ha pasado más de un siglo desde que se construyeran las pri-meras estructuras de la batería de Guanarteme y siete décadas desde que se concluyeran las úl-timas. Desde entonces el paisaje de la zona ha cambiado mucho. El arenal casi ha desaparecido por la presión urbanizadora y ha emergido una ciudadanía que reivindica el carácter defensivo de este lugar. Pero ahora no para defender a un régimen fascista que quería meter a España junto al régimen nazi en la guerra más devastadora de la historia, sino para proteger una parte fundamental del espacio público de Las Palmas y reconvertir sus valores naturales y sus vestigios históricos en elementos de formación y disfrute para propios y extraños. La mesa redonda celebrada hace unos meses y la apertura del búnker, el jueves, son los primeros pasos en esta dirección. Habrá que confiar en que más ciudadanos se su-men a la reivindicación de este lugar y a que el Ayuntamiento no decline para que esta sea una batalla ganada.

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