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Arquitectura La diáspora de los profesionales canarios

Un arquitecto canario en Singapur

El joven Alejandro Morán acaba de inaugurar un hotel de lujo en Bali, tras vivir cinco años en Singapur

Vista áerea del estudio Aedas. LP/DLP

Alejandro Morán Hurtado (Las Palmas de Gran Canaria, 1980) es un joven arquitecto canario que acaba de inaugurar como diseñador jefe un hotel en Bali (Indonesia) después de pasar los últimos cinco año en Singapur. Decidió dar el salto geográfico y profesional debido a la crisis que hizo especial mella en el sector de la construcción en España en general y en Canarias en particular. Tras trabajar unos años en la isla, justo después de acabar la carrera, dio el brinco a Asia, donde demostró con creces que los jóvenes arquitectos formados en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria tienen cualificación para competir sin complejos en cualquier parte del mundo.

Alila Seminyak es el hotel de lujo cinco estrellas, en Bali, en el que Morán trabajó como lead designer (diseñador principal) y en el que se invirtieron 40 millones de dólares. El hotel cuenta con 250 habitaciones, incluyendo un ático de 800 metros cuadrados con piscina propia. El edificio, inaugurado a principios de este mes de octubre, tiene 40.000 metros cuadrados construidos y no más de cuatro plantas ya que se encuentra en una zona muy cercana al mar y con limitaciones normativas de altura.

El estudio de diseño URBNarc que hizo el hotel está liderado por Gaurang Khemka, que es el dueño y el director. Moran ha sido durante el trabajo, cuyo diseño comenzó en septiembre de 2010, la mano derecha del jefe, su principal arquitecto. El edificio del hotel Alila Seminyak ha ganado tres premios internacionales en el International Property Awards for Architecture & Design y ha obtenido el certificado EarthCheck en Building Planning and Design Standards.

Con URBNarc también participó en La India en otros proyectos de torres residenciales, en Mumbai, y hoteles en Goa, que aún no se han materializado. El último de los cinco años que estuvo en Singapur trabajó en Aedas, una de las cinco empresas de arquitectura más grandes del mundo.

Alejandro Morán estuvo desarrollando un proyecto para 2.100 viviendas en Gurgaon (India), "pero el proyecto principal que llevé a lo largo de este año fue un mixed use development", un complejo urbano en Colombo, capital de Sri Lanka, cuyo nombre comercial es Colombo City Centre, la inversión es de 150 millones de dólares y cuenta con 100.000 metros cuadrados construidos. Este complejo urbanístico cuenta con tres usos: centro comercial, hotel urbano con 200 habitaciones de la cadena hotelera Next y 178 viviendas de lujo. El hotel y las viviendas están agrupados en una torre de 55 plantas.

Hijo de Manuel Morán, ingeniero industrial y profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, estudió la carrera en la ULPGC, donde obtuvo una beca que le permitió estar un mes en Los Ángeles con un profesor de la escuela de Las Palmas, Juan Manuel Palerm, "y a partir de ahí me quedé con el gusanillo de salir de la isla y profundizar en el idioma porque me di cuenta que me costaba muchísimo el inglés".

Tuvo también la posibilidad de salir a Italia gracias a algún concurso al que se presentó y logró un segundo premio a través de una beca universitaria. Terminó la carrera en 2005 y a partir de ahí empezó a trabajar. "Me quedé en la isla hasta 2009, donde estuve trabajando en dos estudios, con un chico catalán y una chica de aquí, y también en el estudio de Casariego-Guerra. Casariego es catedrático de la asignatura de Urbanismo en la Universidad de Las Palmas".

La crisis estaba empezando en 2008 y empezaba a notarse. "Yo tenía trabajo y me habían encargado dos proyectos personales, que se quedaron en proyectos básicos, y por la crisis se pararon. Era un promotor hindú que tenía al lado del Santa Catalina un edificio muy antiguo que era patrimonio histórico y la idea era rehabilitarlo y construir cuatro viviendas chiquititas y reformar toda la tienda. Fue un proyecto que me encargaron personalmente pero se paró por la crisis".

"Yo continuaba colaborando con Casariego y continuaba con el gusanillo. No lo veía muy claro todo y me apetecía probar cosas nuevas. Mi amigo Caco, Carlos Cabrera, arquitecto también que estudió aquí aunque terminó en Barcelona, hizo un máster en Harvard y a través de una conexión con él se fue a Singapur primero. Estuvo trabajando allí y yo estaba con ese gusanillo. Yo tenía dos amigos en Singapur y en Amberes. Hablé con los dos y al final me decidí por Singapur porque en Amberes la crisis estaba empezando también. Caco me dijo que me fuera para allá ya, que tenía una habitación gratis un mes y que podía probar suerte. Tuve una entrevista con su jefe pero no salió. Empecé a hablar con gente de la profesión y me hicieron una oferta a las dos o tres semanas", afirma Morán.

Como había crisis, sobre todo en el sector del ladrillo, no se estaba contratando a mucha gente. "Pero como salía una compañera española del estudio necesitaban a alguien para ocupar ese puesto y me contrataron. Vieron mi currículo y comprobaron que me defendía más o menos bien en inglés a nivel profesional explicando el currículo. Empecé a trabajar con ellos durante un año y al cabo de ese tiempo fue cuando el exjefe de mi amigo le mandó un mail con un proyecto interesante en Dubái y en Abu Dabi".

Aunque en principio parecía un buen proyecto, a Alejandro no le convencía el estudio. "Hablé con Gaurang Khemka, un pibito de la India que se terminó nacionalizando en Singapur y, que montó el estudio URBNarc. Le empezó a entrar un proyecto y me dijo que si me quería unir. A los tres o cuatro meses me encargaron el proyecto en Bali, un hotel de lujo. Nos invitó a Bali a las nueve personas que trabajábamos en el estudio. Allí empezó un poco toda la historia de trabajar en este hotel y de haber participado en el proyecto desde el principio".

Cuando empezó eran solo cuatro personas en el estudio pero en tres o cuatro meses eran nueve "porque no solo estaba el proyecto de Bali sino otro de la India con un buen cliente. Yo también participé en ese proyecto en Bombay. De repente se vio con dos proyectos muy grandes y necesitaba gente, por lo que duplicó la plantilla".

El hotel de Bali se inauguró el pasado 1 de octubre y "supuestamente es el hotel de cinco estrellas de referencia ahora allí porque se levantó en la única parcela que quedaba en una de las mejores zonas de Bali, al lado del mejor beach club de Seminyak. Fue un trabajo costoso que nos llevó mucho tiempo. Aprendí lo que significa conseguir un proyecto porque lanzas cinco o seis opciones para conseguir un cliente, además de la negociación de honorarios. Tuve la suerte de que el director compartía todo conmigo y estábamos muy cercanos".

Decisiones

En el estudio había gente de varias nacionalidades. "El director era hindú nacionalizado singapurense, la chica bussines manager nació en Singapur aunque tenía procedencia hindú, luego había una chica de Hong Kong que trabajaba en diseño de interiores y otros de China, Singapur, Hong Kong criado en Londres, Holanda, Italia y una chica de Indonesia por el proyecto, un chico de Filipinas criado en Estados Unidos, el que trabajaba de arquitecto técnico al lado mío".

Alejandro Morán fue el que diseñó el proyecto del hotel, el que tomaba la decisiones con la supervisión del director, siempre al lado de él en todo el proceso del proyecto y la construcción del edificio. "La realidad es que yo tampoco tenía mucha experiencia en construcción y el director tampoco. Por eso se contrató al filipino. Yo era la mano derecha del director y de hecho íbamos a las reuniones cada semana de Singapur a Bali. El proceso del proyecto del diseño duró casi año y medio. Fue muy laborioso".

No le costó mucho adaptarse a ese mundo asiático, tan exótico para los occidentales. "En realidad sí y no. En ese mundo casi todos vienen de fuera. La población es mitad de Singapur y la otra extranjera. Son cinco millones y pico, una ciudad-Estado. Están muy abiertos al mundo, a la gente. Te invitan a una barbacoa a celebrar cualquier cosa y haces amigos muy fácilmente. Es como una burbujita occidental en Asia por ese ambiente. Pero es verdad que si no controlas mucho el idioma al principio cuesta".

Esa es prácticamente la única queja que Alejandro tiene de la formación universitaria en Las Palmas. "A menos que hayas estado aquí en una escuela bilingüe, el inglés que nos dan no tiene un nivel profesional bueno. Aquí solo dábamos dos o tres horas de inglés a la semana. Sirve para tener una base para salir del paso pero tienes que saber que te va a costar, sobre todo si vas a empezar a trabajar y todo se hace en inglés". "Cuesta mucho porque allí el ritmo es frenético, bastante fuerte. A mí el primer año me daba miedo coger el teléfono porque no les entendía. Además hay una mezcla de acentos: chino, malayo, hindú? Costaba una barbaridad. Hasta que no pasaron dos o tres años no cogía el teléfono con seguridad. Luego estuve en un estudio mucho más grande llevando proyectos en Sri Lanka, en Malasia, en Australia, en Singapur. Nos reuníamos y nos comunicábamos a través de videoconferencias".

Ha estado cinco años fuera, desde el 29 de mayo de 2009, y regresó a final del verano del año pasado para tomarse un descanso y ver qué quiere hacer. "La verdad es que me apetece quedarme. Estoy viendo que la cosa está mejorando, hay movimientos, casi me encargan una vivienda unifamiliar. Ahora aparecen contactos, amigos y conocidos que quieren hacer cositas en el sur: propietarios, urbanizaciones, apartamentos obsoletos, hoteles antiguos para rehabilitarlos. Parece que van a empezar a salir cosas. Yo me voy a dar un año y si salen proyectos me quedo. Si no, me replanteo las cosas".

Sabe que puede regresar a Singapur pero espera que sea la última opción. "Me encanta el surf, es mi deporte favorito. De hecho, como teníamos el hotel en Bali era una liberación. Iba a Bali cada dos meses pero no es lo mismo que tener el mar aquí. Si no salieran las cosas aquí, Los Ángeles sería mi primer destino. Y si no, Miami, que a nivel de arquitectura está muy bien. También hay playita pero no es lo mismo porque no tienes el surf. Si decidiera mañana irme de nuevo a Singapur, a la semana o semana y media ya me han contratado. Tengo esa ventaja pero sería repetir. Tengo muchos amigos allí".

Todos estos cinco años pasados los ha vivido en Singapur, aunque haciendo proyectos en todas partes del mundo, sobre todo el hotel de Bali, en Indonesia. "Ha sido el único proyecto real que se ha construido, los otros eran anteproyectos que aún no se han materializado. El proyecto de Sri Lanka era muy importante. Estamos hablando de 100.000 metros cuadrados, en Colombo, en una zona de crecimiento. Era una mezcla de uso: centro comercial, hotel urbano y viviendas de lujo. Eran mas de cincuenta plantas".

En ese proyecto estuvo trabajando el último año antes de regresar a Gran Canaria. "Son empresas muy grandes en las que tú inicias el proyecto pero luego lo continúan los arquitectos locales. Hicimos el comienzo, lo pusimos todo en orden y para adelante. No se sabe si se va a construir. Lo están estudiando". El hotel de Bali es distinto, más pequeño y más coqueto: costó 40 millones de dólares. Tiene 240 habitaciones y 40.000 metros cuadrados. "Es un hotel de lujo con unos acabados impresionantes, piedra natural, madera natural y maciza de bosques indonesios. Se usaron materiales locales, si no de Bali sí al menos de Indonesia. El hotel tiene cuatro plantas porque la altura máxima permitida es quince metros, la altura de la palmera. Las habitaciones tienen todas vistas al mar ya que está a pocos metros de la playa. Las vistas al Índico son espectaculares".

Los inversores son de Indonesia. "Uno de los máximos accionistas de la cadena hotelera es de Indonesia, también hay un australiano. Entre los accionistas estaban doce de los indonesios más ricos del país. Es una parcela a pie de playa. Este es el quinto hotel de esta cadena en Bali". Morán asegura que los titulados en arquitectura de la ULPGC tienen muy buen nivel, equiparable a los de otros países europeos. "Yo me fui de Singapur por un amigo y ahora hay otro que se fue por mí: el que se fue a Amberes cuando yo me fui a Singapur. Allí hay mucho dinamismo, mucho movimiento".

"Tuvimos suerte porque formamos un buen grupo en la escuela, salimos muy bien preparados. El único hándicap puede ser el inglés. Por lo demás estamos muy cualificados, a veces superior a algunos de allí. Los que estudiamos aquí lo hicimos por el plan viejo, que era como estudiar tres carreras juntas: arquitectura, urbanismo y la ingeniería del calculista de estructuras. Estudiamos tres carreras en una, pero allí están separados todos".

En Singapur diseñaba, controlaba y coordinaba el trabajo de todos en el estudio. "Es la salida más interesante cuando estás fuera, es una función muy bien valorada". Morán está muy orgulloso de trabajo y del aprendizaje en los cinco años vividos en Asia. "Ha sito tan bestial la experiencia de cinco años a todo tren en Singapur que el cuerpo ya me pedía parar y tomarme un descanso. Mi cerebro estaba siempre acelerado. Allí tenía vida social y viajaba. Durante la semana se trabajaba muy intensamente y luego siempre había tiempo para el descanso. Yo pagaba por mi habitación mil euros. Allí todo el mundo comparte piso".

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