Los vecinos de la Urbanización Reina Mercedes, en la zona del barrio del Pilar, llegaron ayer, como cada día, a casa después de las habituales jornadas matutinas. A medida que se acercaban con sus coches, y la potente lluvia azotaba la luna delantera, se daban cuenta de que, una vez más, el caos y los destrozos reinaban en sus calles.

"Ya no nos sorprende, porque no es la primera vez, pero cada vez esto es peor", comenta un vecino con la mayor de las preocupaciones a la espera de saber si podrá recuperar su coche atrapado en uno de los garajes inundados con más de un metro y medio de agua desde el suelo. Como él, muchos otros esperan los resultados de los bomberos, que intentan con todo el instrumental necesario el agua para proceder con el rescate de los vehículos.

Durante más de cuatro horas los vecinos intentaron que retornara la normalidad en la comunidad. Algunos se encargaron, con sachos y palas, de quitar el barro acumulado que no permitía sacar los coches peor parados aparcados en la calle; otros llevaban a cabo las labores de limpieza de los portales y las escaleras que quedaron completamente inundadas y repletas de barro; los de los pisos bajos, subían a los muros del edificio para achicar el agua acumulada por miedo a que entrara por sus ventanas; y el resto intentaba subir a la azotea para seguir con labores similares.

Reina Mercedes se convirtió en un caos donde las conversaciones agitadas de los vecinos preocupados y enfadados, la alarma del tractor que trataba de sacar la basura y el barro de los desprendimientos en la carretera, el color azul de la sirena de la policía, el naranja de Protección Civil y el camión rojo de bomberos, fueron los protagonistas de un escenario desolador.

Uno de los peores momentos tuvo lugar cuando uno de los vecinos con graves problemas de salud y dificultad extrema para caminar, y recién llegado del Hospital Insular tras haberle realizado varias pruebas, tuvo la necesidad de subir a su casa en el piso once, puesto que allí tenía su medicación, y se le comunicó que no servían ninguno de los cuatro ascensores de los dos edificios más afectados. Su cara de sufrimiento conmovió a los vecinos, que no dudaron en dejar las fregonas y los cepillos de lado para ayudarlo, poco a poco, a subir los cientos de escalones que asomaban como rivales para él. A cada piso una parada y un descanso en una silla que una vecina le proporcionaba para hacer más ameno el ascenso. Y así, sacándole un poco de humor al asunto, el afectado, entre medias risas y voz decaída, comentaba que era su cumpleaños: "Si es que ya lo sé yo, que no puedo ser más gafe".

Impotencia. Sin duda fue esa la palabra más escuchada entre las tres fases de estos edificios. Javier Rivero González, presidente de la Comunidad, no paró de sacar barro y gritar entre lágrimas lo "cansado" que está de "siempre lo mismo". "Ya es la novena o décima vez que nos pasa esto y hemos tenido reuniones con diferente partidos políticos, pero no se soluciona nada. Esto es un problema de civismo y está bien ya, hay que buscar una solución, porque un día va a ocurrir una desgracia mayor, como que la gente quiera ir a buscar los coches al garaje bajo la desesperación y ocurra lo peor", comentaba con voz temblorosa. Explicó que el problema radica en que los colectores de Almatriche y Siete Palmas conectan con el de la urbanización, por lo que, cuando llueve en exceso como el martes y ayer, toda el agua viene a parar al mismo, produciendo una acumulación insostenible y dando como resultado su explosión y el reboso de todo lo que lleva dentro.

"Hay que buscar una solución, no basta con que se arregle el problema cada vez que se produce, lo que hay que hacer es evitarlo, porque ya estamos cansados. No solo son los vehículos perdidos, los ascensores averiados o el esfuerzo de los vecinos, es la preocupación de que un día ocurra una desgracia peor, y si esto sigue así, ocurrirá y será entonces cuando decidan tomar medidas", expresó otra vecina muy afectada por lo ocurrido.

Por miedo a que aumentara la lluvia en las horas siguientes, muchos vecinos decidieron pasar la noche fuera de casa.