"Después de la tempestad llega la calma". Con esta frase recurrente podría describirse la estampa que ofrecía ayer por la mañana el Cono Sur. De calles anegadas, guaguas atrapadas, bomberos y vecinos enfangados, escorrentías en escaleras, vehículos flotantes, alcantarillas en erupción y agua, mucha agua, a la aparente normalidad. De entrada, nada anómalo parece haber pasado, ni siquiera la lluvia, por una de las zonas más afectadas por el chaparrón que cayó durante la tarde del pasado viernes. Algún charco que se niega a terminar de desaparecer, algo de barro en las aceras y alguna que otra piedra suelta por el asfalto es el único legado que queda de la vorágine del día anterior. Por salir ha salido hasta el sol. Pero como dice otro dicho popular: "No es oro todo lo que reluce". Nadie diría que por ese distrito ha pasado un aguacero encolerizado. Pero eso, claro, a simple vista.

Socavón

Como viene siendo costumbre esta semana, la lluvia da que hablar. Y a pesar de que la mañana transcurre con tranquilidad en la ciudad, los daños materiales todavía están en boca de los vecinos. "Voy a enseñar algo digno de foto", anuncia Antonio Rivero en la puerta de una de las cafeterías del Lasso, el barrio de donde es él, a pesar de que ahora vive en Marpequeña. Enseguida comienza a andar hasta detenerse unos metros más adelante, en la mediana de la carretera. Acto seguido, es su dedo índice el que señala al enorme socavón que se ha abierto en uno de los extremos y que permanece vallado para evitar una desgracia. "Esto no estaba así", matiza, "y tenemos miedo de que se derrumbe porque aquí debajo había un túnel". Para Rivero, la situación que se vivió el pasado viernes en la ciudad fue algo inaudito que nunca antes había visto. "Esta claro que no tenemos la Isla preparada para una tromba de agua de estas", opina en voz alta.

No muy lejos, los operarios de Limpieza del Ayuntamiento capitalino están inmersos en la labor de recogida de las piedras que se desprendieron y que el agua arrastró por toda la zona. Llevan desde las siete de la mañana arremangados y aún les queda un rato en los alrededores de la urbanización Las Filipinas. Ellos, junto al resto de trabajadores municipales, son los responsables de que ni 24 horas después del caos, dé la sensación de que no ha pasado nada. "Lo del Martín Freire fue lo peor, pero nuestros compañeros estuvieron limpiado durante toda la noche".

El interior de la Ciudad Deportiva es otro asunto. Desde las nueve de la mañana está Chari Aguilar con la fregona en la mano. Ella y su compañera de turno Merci Godoy fueron las primeras en encontrarse el panorama el viernes e, inevitablemente, se echaron a llorar. "Por la mañana habíamos estado limpiando las gradas", recuerda quien además asegura que, en los 18 años que lleva trabajando en las instalaciones, nunca ha visto algo similar.

Fue en torno a las 15.30 y las 16.00 horas cuando los primeros efectos de la lluvia se empezaron a notar en el enclave deportivo. "El problema es que aquí confluye todo el agua que viene de barrios de Zárate o el Lasso y se acumulan justo delante de la puerta que da para el palco, a la altura donde se quedó estancada la guagua", explica Agustín Morales, director del Martín Freire. A pesar de que intentaron contener con sacos de arena por fuera y dentro de los pórticos, el agua se terminó filtrando y se vieron obligados a crear el primer dique para desviar el líquido hacia la pista de atletismo. "Pero también nos entró en el interior del edificio y nos inundó la sala de máquinas y las salas de squash y triatlón".

Además, los bomberos les propusieron "vaciar la calle", a través de la Ciudad Deportiva, por lo que se pusieron manos a la obra en la construcción de otras tres desviaciones para evitar que torrente de agua generase más daños materiales. "El agua entró por una de las puertas que da para el paseo y salió por la que da al barranquillo, al aparcamiento de La Granja. En 45 minutos habíamos vaciado la vía", comenta el director de las instalaciones donde más de 15 personas se afanan en la limpieza para poder abrir mañana a las 6.45 horas.