El material aislante y esponjoso de las paredes de las cámaras frigoríficas del pesquero ruso Admiral Shabalin que se incendió el lunes en el Puerto de La Luz y de Las Palmas provocó ayer, como consecuencia de las altas temperaturas -a causa del incendio- en esa zona del buque, una humareda visible desde distintos puntos de la capital y la complicación de la labor a los bomberos.

Tras una reunión mantenida durante la tarde de ayer entre la Autoridad Portuaria, Capitanía Marítima, Servicios Portuarios, la consignataria y el capitán del barco, se tomó la decisión de volver a cerrar unos orificios que se abrieron para introducir agua y combatir el incendio, con el fin de que no entrara oxígeno y así continuar enfriando. De este modo, descartaron la medida de inundar las bodegas del pesquero para extinguir completamente el incendio, que, de momento, está apagado y bajo control. Desde la Autoridad Portuaria se ha elogiado el trabajo de todas las partes implicadas, y en especial de los bomberos, a quienes prácticamente ha coincidido este suceso con los trabajos generados como consecuencia de la borrasca que azotó a la Isla la semana pasada.

Además de la embarcación Miguel de Cervantes, la Guardamar Talía -de reserva- y la Salvamar Nunki de Salvamento Marítimo, llegó a haber hasta tres remolcadores cooperando en la labor, y los amarradores de Sepcam aportaron barreras anticontaminantes y amarres. Colaboraron también submarinistas de Reprosub, prácticos del Puerto, la Guardia Civil y la Policía Portuaria y la consignataria, Katla Seafood Canarias. Compañías como Cepsa, Petrocan, Repsol, Aegean y Oryx contribuyeron con espumógenos, hasta el punto de que por la noche contaban con 4.000 litros de espumógenos de reserva.

Héctor Núñez fue uno de los bomberos del Parque de Bomberos de Vegueta que combatió el incendio. "Son situaciones que vivimos con mucha tensión, porque nuestras vidas están en riesgo, y además en ese momento eres consciente de ello", confiesa . "Es complicado porque vamos a ciegas, no sabemos qué es lo que hay dentro, y cuando no ves algo hay que ir con mucho respeto; sale humo por todos lados y de repente estás pisando un suelo que puede desaparecer o una puerta detrás de la que te puedes encontrar cualquier sorpresa", cuenta Núñez, que asegura que, cuando llegó al lugar del suceso, en el Muelle Grande, "no es que hubiera unas llamaradas muy fuertes pero sí mucho humo y muy denso". "Es como si fuera un horno; no ves fuego pero hace mucho calor y sale humo por todos lados", agrega.

Núñez, cuyo turno había comenzado a las siete de la mañana del lunes, llegó en torno a las 22.00 al Puerto. De trayecto, en la emisora, ya pudo escuchar las operativas que se desplegaban. "Oímos que se solicitaba un traductor para comunicarnos con la tripulación y saber dónde nos estábamos metiendo y una ambulancia por si pasaba cualquier cosa o había alguien atrapado", relata.

Trabajo en equipo

"Cuando llegamos ya estaban todos metidos en el meollo", continúa, "ya se habían montado tendidos, camiones... Con nuestro camión bomba empezamos a hacer lo mismo mientras recibíamos instrucciones de los mandos y ayudamos a los compañeros que estaban intentando acceder, con las mangueras, al interior del barco por un lateral".

El bombero se congratula igualmente de que, a pesar de que "se trabajó con muchos equipos a la vez, todo se coordinó muy bien; todos los implicados pusieron su granito de arena". Incluso la tripulación no se fue de allí en ningún momento, sino que seguía pendiente. Hasta el punto de que, en ocasiones, admite Núñez, "entorpecían nuestra labor; aunque, a su manera, cada uno aportó lo que pudo. Éramos varios equipos, pero funcionamos como uno solo", señala.