En Santa Cruz de La Palma no se hablaba ayer de otra cosa, sobre todo de cómo le pudo ocurrir algo así a Saray González, una joven natural de la capital palmera que el próximo 3 de noviembre iba a cumplir 27 años. Y nadie entendía, especialmente las personas que la conocieron, que apareciera muerta en su apartamento de estudiante de Las Palmas de Gran Canaria con señales que indicaban que la habían golpeado con un objeto punzante en la cabeza y que ella había intentado defenderse.

Dos personas de su entorno consultadas por este diario subrayaron su incredulidad. Aseguraron que era una chica simpática, ejemplar, muy aplicada en los estudios, que siempre sacó buenas notas y era muy hogareña. Estuvo en las Fiestas Lustrales de la Bajada de la Virgen del pasado verano y su familia la esperaba para la próxima semana. Y es que Saray buscaba siempre un hueco en sus estudios para volver a su casa, en el céntrico barrio de El Tanquito de Santa Cruz de La Palma, y pasar unos días con su familia y sus amigas.

Su familia, de clase media, siempre le inculcó la importancia de tener un buen currículo formativo. Sus padres siempre se esforzaron porque así fuera. De ahí que Saray González acabara el grado de Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y actualmente cursara el tercer curso de Relaciones Laborales en el mismo centro.

Enorme impacto

Su muerte violenta ha causado un enorme impacto en toda la Isla, que sufre uno de los años más negros que se recuerdan. El 10 de julio, Laura González, de 27 años, fallecía después de que su exnovio, David Batista, la rociara presuntamente con líquido inflamable y le prendiera fuego. Un mes después, Jonathan González, de 31 años, natural de Tazacorte y que había emigrado hacía dos años a Colombia con su compañera sentimental, aparecía muerto tras ser tiroteado por un sicario. Y el pasado día 10, Cándido Martín, un vecino de Fuencaliente, de 57 años, fallecía en su casa del barrio de Los Canarios tras recibir un machetazo en la cabeza que la partió el cráneo en dos y perder un dedo de una de sus manos, así como parte de una oreja.

El Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma expresó ayer su condena por la muerte de Saray González. Por ello celebró una concentración a las puertas del consistorio en señal de repulsa, a la que también se sumaron trabajadores municipales y numerosos vecinos y vecinas de la capital palmera. Con este minuto de silencio, la corporación capitalina ha querido manifestar su más contundente repulsa y condena ante cualquier tipo de violencia y su solidaridad con la familia y amigos de la joven fallecida.