Los primeros datos de la autopsia realizada al cadáver de Saray González García revelan que recibió varios golpes mortales en la cabeza. La estudiante universitaria, que es natural de El Tanquito, en La Palma, tenía marcas en los brazos que son compatibles con signos de defensa. Eso indica, según fuentes judiciales, que intentó protegerse de su agresor. La golpearon más de cuatro veces en la misma entrada de su vivienda.

Por eso, al no haber ningún indicio de robo en la casa y tratarse de una agresión directa, el juez instructor y la Brigada de Homicidios trabajan con la hipótesis de que Saray abriera la puerta de manera voluntaria y el agresor sea alguien conocido. En cualquier caso, permanecen abiertas todas las líneas de investigación, incluido el robo. Tampoco hay señales que apunten a una agresión sexual.

Llamadas y mensajes

Las pesquisas se centran, por tanto, en el entorno de la estudiante universitaria. Los agentes de la Policía Judicial de Las Palmas, en ese sentido, rastrean los mensajes y las llamadas del teléfono móvil de la víctima, que fue encontrado en la vivienda, situada en la calle Pérez del Toro de Las Palmas de Gran Canaria.

Saray González, que cumplía 27 años estos días, cursaba tercero de Relaciones Laborales en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Su cuerpo fue hallado sobre las 17.00 horas del pasado martes por una compañera de piso que alertó al Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad del Gobierno de Canarias (Cecoes). Los sanitarios acudieron al número 47 de Pérez del Toro, en la capital grancanaria, pero no pudieron hacer nada por salvar la vida de la estudiante debido a la gravedad de las heridas padecidas.

Los médicos forenses no sólo han certificado la muerte violenta de Saray González, sino que han elaborado una hipótesis del arma homicida empleada, pues esta no estaba en el escenario del crimen y es una pista importante para arrestar al agresor. La universitaria fue golpeada más de cuatro veces con un objeto afilado. Falleció por el traumatismo craneoencefálico que le causaron esas embestidas, aunque también tenía cortes. Por eso se cree que el arma homicida tenía un borde cortante, como el de un sacho o arma blanca con una hoja similar.

Esa, al menos, es una de las hipótesis que barajan los investigadores. La víctima estaba en la entrada de la casa, en medio de un charco de sangre, y fue hallada por su compañera de piso el pasado martes sobre las 17.00 horas. El Cuerpo Nacional de Policía (CNP), al ser la persona que descubrió el cadáver y aportó los primeros datos, la ha interrogado en calidad de testigo con el fin de encarrilar la investigación.

Los agentes indagan en el entorno más cercano de la víctima por las circunstancias en las que se produjo la agresión, es decir, el tipo de arma empleada, que el agresor se la llevara después de cometer el crimen y que la puerta no estuviera forzada.

Intención de matar

Todos esos detalles, añaden las fuentes consultadas, refuerzan la teoría de que el homicida conocía a Saray y fue esa tarde a su casa con la intención de matarla, incluso que llevara encima el objeto empleado para acabar con su vida. La estudiante, que ese día estaba preparándose un examen, permaneció en contacto con sus compañeros de clase hasta las 15.00 horas. Luego, a partir de ese momento, dejó de responder a los WhatsApp, según varios de sus amigos. La Brigada de Homicidios de la Policía Judicial trata de recomponer el puzle de esas últimas horas. Por el momento no hay detenciones.

El Juzgado de Instrucción número 7 de Las Palmas de Gran Canaria, que estaba de guardia cuando ocurrió el crimen, mantiene el secreto de las actuaciones para agilizar la investigación y dar con el autor de los hechos.

La única que habló ayer fue la directora del Instituto de Medicina Legal de Las Palmas, María José Meilán. Lo hizo al ser preguntada por los periodistas a la salida de la Ciudad de la Justicia, pero se limitó a confirmar la información adelantada por LA PROVINCIA / DLP en su edición de ayer, con la aclaración de que la joven recibió varios golpes en la cabeza con un objeto contundente, que tenía signos de defensa y que esas lesiones fueron lo suficientemente graves como para causarle la muerte inmediata.