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Crimen en Arenales Desolación en la ULPGC

La sonrisa perpetua de Saray

La alumna palmera es homenajeada en la Facultad de Ciencias Jurídicas donde estudiaba Relaciones Laborales

Los alumnos y personal docente de Recursos Laborales de la ULPGC recuerdan a la joven con un minuto de silencio en Ciencias Jurídicas JUAN CARLOS CASTRO

"Si tuviera que destacar algo de ella, sería, sin duda, su alegría". Sonriente, alegre y feliz es como sus amigas y compañeras más íntimas de clase definen a Saray González. Estas jóvenes estudiantes de tercero de Relaciones Laborales de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria no podían creer que en escasos segundos tuvieran que guardar un minuto de silencio a su amiga, esa chica "tranquila y que pasaba desapercibida" que tantos recuerdos bonitos les ha dejado.

Creían que ayer el camino hacia la Universidad iba a ser como otro cualquiera. Que llegarían al módulo A de la Facultad de Ciencias Jurídicas y se dispondrían a realizar ese examen pendiente de una optativa, pero nada fue así. Algunos se enteraron a lo largo del trayecto, y otros se dieron de frente con la realidad cuando llegaron al aula y se les comunicó la noticia fatal de la muerte de la joven.

Saray tenía 26 años, "27 hubiera cumplido el próximo 3 de noviembre", explicaron sus amigas entre llantos, viniéndose abajo al recordar esa fecha. Estudió Administración y Dirección de Empresas hace unos años y ahora estaba en tercero de Relaciones Laborales. Era de La Palma y se le reconocía, entre otras cosas, por ser una chica de buenas notas. Cada tarde solía subir a la Universidad en el coche con dos de sus amigas más íntimas de la Facultad, compartiendo con una de ellas raíces palmeras. Pero ayer no las acompañó en el camino habitual. Ayer fue la pena la que las abrazó durante el trayecto que las llevaba a un lugar que ya no era el mismo.

"Un miércoles para no olvidar". Así es como describen el día de ayer algunos de sus compañeros. Un miércoles en el que los minutos de un examen sin hacer se cambiaron por minutos de silencio, un silencio que traía a la memoria de cada uno de los allí presente la sonrisa tan característica de Saray, percibida, incluso, por aquellos que menos la conocían. "No tuve mucho trato con ella, porque ya sabes que las clases son muy grandes y hay grupos, pero era una niña a la que mirabas y, con su sonrisa, te transmitía felicidad", apuntó Alejandro Delgado, compañero de clase de la joven.

Durante la espera al primer minuto de silencio celebrado en el módulo B de Ciencias Jurídicas, con la presencia de los alumnos, profesorado, el decano y otras personalidades del centro, los compañeros comentaban lo difícil que se les hacía creer que algo así le hubiera ocurrido a la muchacha procedente de La Palma. "Yo me había enterado de lo que había ocurrido por los medios esta mañana, pero jamás pensé que se tratara de ella. Cuando llegué a clase y nos lo dijeron, yo no creía que fuera verdad, es un palo muy duro", explicó Pablo Jesús Suárez, otro compañero.

Clases vacías y alrededores cubiertos de pena, tristeza e incredibilidad. Así se mostraba la entrada a Ciencias Jurídicas cuando se inició ese tiempo de silencio marcado por Pablo Saavedra Gallo, decano de la Facultad. "Impactados", esa es la palabra que, según Saavedra, describe mejor a todo el equipo docente: "Era una alumna muy integrada y estamos muy impactados con lo ocurrido", recalcó. Una de las profesoras se alejaba del lugar rápidamente sin poder evitar que las lágrimas se le cayeran.

"Eran las tres de la tarde, le hablé al whatsapp pero ya no contestó", recordó, entre lágrimas, una de sus compañeras de clase y con quien compartía coche en su trayecto habitual, sobre el día de la tragedia. Poco después, otro minuto de silencio. Eran las cuatro de la tarde y ahora sí estaban todos sus compañeros arropados por alumnos de otras clases y cursos.

Saray tenía clases en horario de tarde, pero ayer en el aulario se perdió la noción del tiempo. Sus más allegadas lloraban abrazadas entre ellas. El resto mostraba rostros de pena e incomprensión. Los profesores reflejaban su dolor por la pérdida. Y después del aplauso, una vez concluido ese silencio ensordecedor hasta el alma, todos dieron su apoyo a las seis jóvenes más afectadas, esas que compartían más que cuatro paredes con la estudiante palmera.

Tres de ellas en el hueco de la ventana del piso bajo del aulario. Otras dos enfrente sentadas en un banco. La última de pie apoyada en la pared. Desoladas, perdidas, incrédulas. Lágrimas y más lágrimas. Recuerdos que lo hacen aún más doloroso. Sin ganas de hablar. Sin espíritu para expresar cómo se sienten o quién era ella. "No es el momento, esto es muy duro, pero sí nos gustaría que se le hiciera algo bonito, que se le recordara", expresaron con el alma rota. Y así será, porque siempre vivirá en los corazones de los que más la quieren. Nunca se irá de la memoria de aquellos a los que tan felices hizo. Porque siempre se le recordará como la joven de la sonrisa y la alegría eternas.

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