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Entrevista.

Alberto Ayora: "Hay que preguntarse por qué no se identificaron peligros con la borrasca"

"Lo importante ahora que se ha producido el temporal es aprender de ello y sacar lecciones de todo eso", afirma el especialista en seguridad y prevención de riesgo

Alberto Ayora, en el NH Imperial Playa, el viernes. JUAN CARLOS CASTRO

Ya ha tenido oportunidad de hacer algo de senderismo por algunas zonas de Gran Canaria. ¿Considera que las infraestructuras y la orografía están preparadas para soportar las consecuencias de temporales como el que ha afectado a la Isla estos días?

Se ha visto estos días que no están preparadas. Evidentemente, un fenómeno meteorológico que es puntual, localizado y con un carácter de imprevisibilidad en cuanto a la ubicación... es difícil de predecir. Al fin y al cabo, los meteorólogos trabajan con bases de datos, y en función de eventos anteriores pueden concretar y delimitar más este tipo de fenómenos. Ahí está la complejidad de poder predecir este tipo de cosas. Ahí se juntan la previsibilidad y evitabilidad de las consecuencias del fenómeno. Lo importante yo creo que es, ahora que se ha producido, aprender de ello y rápidamente sacar lecciones de todo esto.

Porque, a pesar de no ser un fenómeno común aquí, conviene estar preparado igualmente, ¿no?

Efectivamente. Dentro de las salvaciones de riesgos, muchas veces los peligros que no se ven son los que generan mayores situaciones de riesgo. El proceso de evaluación de la gestión del riesgo empieza por la identificación de los peligros, y a lo mejor eso es lo que no se ha hecho, y habría que empezar por pensar por qué no se ha realizado esa identificación de peligros. Somos seres humanos y todos nos equivocamos, pero lo que hay que hacer es aprender de los errores. Y este es un mensaje que también he querido transmitir en el congreso.

¿De qué manera se pueden preparar las infraestructuras para este tipo de fenómenos?

Pues, evidentemente, haciendo ese estudio previo de las condiciones en las que nos encontramos. Siempre que hay que evaluar un sistema, el primer paso es ver en qué condiciones está ese sistema. Para ello, lo mejor es acudir a aquellos que tienen experiencias anteriores; los técnicos correspondientes, apoyándose en esos estudios previos de otros que han tenido situaciones similares, lo llevan a su territorio y pueden ver las diferencias y lo que se ha producido. Evidentemente, una orografía como la de Gran Canaria no la tienen otras zonas, y eso es algo que condiciona muchísimo. En una ciudad, por ejemplo, como Jaca, donde llueve muchísimo, a raíz de una modificación del alcantarillado público hemos tenido problemas de inundaciones porque cuando se hizo ese alcantarillado no se han tenido en cuenta fenómenos puntuales, y cuando se han producido tormentas tres veces superiores a las de estos días aquí, se han producido unos colapsos impresionantes.

La clave está, entonces, en prevenir este tipo de situaciones aunque no se hayan producido previamente, ¿no?

La cosa es que, además, con el cambio climático, se están dando fenómenos puntuales de gran intensidad. Todo eso tiene que hacer que los seres humanos vayamos adaptándonos. Al fin y al cabo, la supervivencia del ser humano se basa en la adaptación.

Y en cuanto a la orografía de la Isla, ¿cómo cree que se puede preparar para temporales como este?

Eso requeriría un estudio profundo. Pero orográficamente se ve claro, que la Isla sube desde nivel cero hasta los 1.900 metros del Roque Nublo y, lógicamente, todo lo que va cayendo desde arriba se va canalizando hacia abajo.

Complicado de solventar.

Muy complicado de solventar. Pero, evidentemente, hay soluciones. Para eso están las represas en las partes superiores, para evitar esas avenidas torrenciales de agua. Pero son los técnicos quienes realmente tienen que evaluar las medidas que se deben adoptar.

¿Es mejor informar a la población en este tipo de casos o prima no causar alerta?

Al final tenemos una sociedad autómata, porque la gente está esperando a que le digan lo que tiene que hacer, y eso no es bueno. Lo que hay que hacer es informar a la sociedad, darle la información de la manera más objetiva posible para que ellos, en función de las condiciones, tomen sus propias decisiones. Y viene al caso el asunto de si se cierran o no se cierran colegios; sinceramente, no es lo mismo un sitio en el que prácticamente no haya precipitaciones que uno en el que sí las haya y además haya una carretera cortada o un puente cuya infraestructura haya quedado dañada. Esa evaluación de riesgos hay que hacerla dentro de unos niveles y, evidentemente, una familia que esté alejada, en mitad de un medio natural, puede tomar la decisión de que, ese día, no lleva a sus hijos a clase. Y, desde luego, la administración tiene que transmitir esos mensajes de forma objetiva. El problema es que muchas veces nos quejamos tanto por exceso como por defecto: en la Península, por ejemplo, que es habitual que nieve, cuando la administración da un aviso de que va a haber un episodio de nevadas y luego no se produce el fenómeno con la intensidad anunciada, todo el mundo se queja; sin embargo, cuando no se avisa y se da, se quejan de que no se ha avisado. Hay que tener esa cultura de seguridad que te haga tomar tus propias decisiones; y si te dicen que va a haber nieve, pues tú decides si vas por un camino o por otro, si vas con el coche con el depósito lleno, si llevas alimentos, si llevas el equipo adecuado... Todos tenemos nuestra parte de responsabilidad.

Más que, por ejemplo, suspender las clases, ¿sería entonces cuestión de informar y que cada uno decida?

Por supuesto que en un momento determinado puede ser necesario suspender las clases, porque se puede prever que va a haber un colapso circulatorio impresionante y que no puedan circular ambulancias y otros vehículos de primera necesidad. En ese caso, una forma de evitar eso puede ser suspender las clases. Lo que yo digo es que lo importante es que se dé a la sociedad una información objetiva que luego, con posterioridad y en frío, con ánimo de mejorar y no de buscar culpables, se vea en qué se ha fallado. Y quitar un poco el estigma de culpar enseguida al otro y no hacerme yo responsable de nada. Eso, en definitiva, conduce a hacer una sociedad irresponsable y no madura. Necesitamos cultura de seguridad.

Se trata, entonces, de transmitir esa información a la población. ¿Se podría hablar, incluso, de que en los colegios se imparta una asignatura al respecto?

Efectivamente. En países donde se producen, por ejemplo, terremotos o tsunamis, la población sabe perfectamente cómo tiene que actuar en esos casos. Para un caso como el que estamos viviendo, esa formación hay que darla. Y no es una cosa que solo tengan que hacer los colegios, sino que es cosa de todos, las familias incluidas. Cultura de seguridad en todos los niveles.

Y en casos concretos como los de esta borrasca, ¿qué recomendaría usted?

Con tranquilidad, y una vez y ha pasado la situación extraordinaria, juntar a todos los actores que han intervenido, desde los operadores de primera línea hasta los que han tenido que tomar decisiones al más alto nivel, y cada uno tiene que hacer su análisis, y debe empezar un proceso de gestión de lecciones aprendidas. En ese proceso, tiene que haber una serie de medidas que vayan en el ámbito de la prevención para que no se repitan errores similares en el futuro; y otras medidas en el ámbito de la protección para que, si se producen, tengamos esa capacidad de reacción y de respuesta.

¿Y la población?

La población tiene también su propia responsabilidad. Y tiene que ver qué daños ha sufrido y en qué situaciones se ha metido por imprudencia o desconocimiento.

Para terminar y, relacionado con su ponencia, ¿considera que el desarrollo del turismo activo ha tenido, paralelamente, un correcto avance de la prevención y la seguridad?

Esa es una pregunta clave. Y la respuesta es que no. No se ha dado un desarrollo parejo, y se está viendo una y otra vez en todo, como en las carreras de montaña, que están en auge. Y hace falta una formación específica en seguridad que no existe, hacen falta sistemas de especificación y auditorías, hacen falta inspectores especialistas en la administración... Se está empezando a trabajar en ello, pero es un proceso lento, y las prisas tampoco son buenas consejeras.

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