El juez que investiga el crimen de Saray González está a la espera de las pruebas genéticas para tratar de identificar al autor de los hechos. La joven universitaria fue encontrada muerta el pasado martes en su casa de la capital grancanaria.

Los médicos forenses realizaron la autopsia de la estudiante universitaria el miércoles y confirmaron su muerte violenta, casi inmediata, por los golpes recibidos en la cabeza con un objeto contundente, posiblemente un arma blanca con una hoja similar a la de un sacho. Además, como es habitual en todas las investigaciones por delitos de homicidio, se recogieron muestras de ADN con la finalidad de enviarlas al laboratorio para comprobar si el agresor dejó su rastro en el escenario del crimen.

El resultado de esas pruebas servirá para sacar el perfil genético de la fallecida y, si hay suerte, el de la persona que pudo cometer el homicidio. Todo dependerá de que se hallen células suyas en el cuerpo de la fallecida o en el número 47 de la calle Pérez del Toro, que es donde han sucedido los hechos. La joven tenía cortes en los brazos y en las manos, señal de que intentó protegerse del ataque. Por tanto, al haber signos de defensa, no es descabellado que el agresor dejara algún vestigio genético en esa lucha. Asimismo, para ahondar en esa línea de investigación, la Policía Científica ha recogido todo tipo de muestras que permitan arrojar luz a la investigación.

También se han solicitado las grabaciones realizadas por las cámaras de videovigilancia instaladas en los negocios de la zona, aunque las dos más cercanas no parecen que puedan revelar imágenes concluyentes del día de los hechos. Justo enfrente de la casa de Saray hay un parquin con sistema de vigilancia las 24 horas, pero parece interno porque el garaje funciona a puerta cerrada y no se aprecian cámaras en su exterior. Ocurre lo mismo con un taller de joyería que está situado en la esquina de calle.

Saray González García, que es natural de La Palma, estaba a punto de cumplir 27 años y cursaba tercero de Relaciones Laborales en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), su segunda carrera. En la capital llevaba una vida reservada. De ahí las dificultades con las que se ha encontrado la Brigada de Homicidios de la Policía Judicial de Las Palmas para investigar los hechos.

La principal hipótesis de trabajo es que Saray conociera a su agresor. La puerta no estaba forzada y no existen señales de robo. Tampoco se ha encontrado el arma homicida, que parece haber sido empleada sólo para ese fin. Por eso la investigación se centra en el núcleo más cercano a la joven.