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La marihuana gana terreno

El número de asociaciones cannábicas aumenta en la ciudad

La marihuana gana terreno

El cannabis no "es ninguna novedad", comenta el abogado Alejandro Jiménez. La antigua China ya lo usaba con fines medicinales, se han hallado semillas carbonizadas en el interior de tumbas en Siberia que datan de 3.000 a.C. La planta tiene una larga historia, George Washington, primer presidente de los Estados Unidos, la cultivaba en su huerto de Mount Vernon. "En España es legal el cultivo y consumo personal de marihuana en lugares privados", explica Jiménez. En 1993 un grupo prolegalización logró la autorización del cultivo de cannabis para el consumo colectivo de mayores de edad. Los clubes sociales cannábicos son asociaciones en las que se abastece y distribuye cannabis entre sus socios.

En Las Palmas de Gran Canaria hay registradas 18 asociaciones. "El proceso es bastante sencillo", describe el abogado, que detalla que se inscriben en el registro de asociaciones bajo "actividades culturales e ideológicas". Con presentar los estatutos y la directiva aprobada bajo una junta ya se aprueba el proceso para abrir un club de consumidores de cannabis. En los estatutos hay que especificar que son un grupo cerrado y que sus socios están identificados. La venta a terceros está prohibida así como hacer publicidad.

El director de Transparencia, Participación Ciudadana y Relaciones Institucionales del Gobierno canario, Teófilo González, explica que realmente no hay un control sobre lo que realizan los clubes. "Se inscriben en el registro como cualquier otra asociación", comenta, "pero después el Gobierno desconoce lo que ocurre dentro de los locales", añade.

Daniel Quintana fundó en 2014 la Asociación Cannábica Medicinal de Las Canteras (Acmecan), la cual preside en la actualidad en La Isleta. "Para hacerse socio del club hay que ser consumidor y estar avalado por un socio de dentro", explica Quintana. Las asociaciones cannábicas tienen que cultivar el cannabis para sus socios, y ellos pagan por el cultivo colectivo. Esa es la premisa en la que se sustentan en el reglamento. Vivimos "una situación jurídica inestable", dice Jiménez, refiriéndose a la sentencia del Tribunal Supremo que condenó a una asociación en Vizcaya el pasado julio. Pero el pasado 3 de octubre, el Tribunal Supremo dictaminó que los clubes de cannabis son delictivos cuando reúnen a cientos de personas para fumar marihuana y están abiertos a incorporaciones. En Las Palmas de Gran Canaria existen asociaciones que cumplen los requisitos, y otras que no. Acmecan tiene unos 100 socios activos que contribuyen con tres euros al mes para el cultivo. Cuando se les dispensa la sustancia aportan de acuerdo a la cantidad. "Así funcionan todas", explica Jiménez, que lleva los temas jurídicos a varias de ellas. Hay otras asociaciones en la capital grancanaria que tienen más de 3.000 socios inscritos y más de una sede. Cuando un club toma este camino la justicia suele pararle los pies, como ha pasado con la mayoría de ellas en Barcelona o País Vasco. Las asociaciones no pueden ser de carácter lúdico, todo lo que ingresan ha de ir destinado al cultivo y el local. "Los clubes pagan impuestos, Seguridad Social, IGIC y IRPF", aclara Jiménez. Las asociaciones tienen trabajadores, así como cultivadores, pero el dinero se queda en la asociación. Uno de los objetivos es terminar con el mercado negro y "sacar a los consumidores de la calle", comenta. Así lo cree también Quintana, que cultiva para los socios y critica los clubes que compran a terceros la sustancia. "Una de las premisas de las asociaciones es no comprarla fuera", exclama.

Motivos medicinales

Además de abastecer a los consumidores recreativos, hay personas que utilizan la sustancia por motivos medicinales y terapéuticos, que acuden a estos clubes. "Son por los que realmente merece la pena tener la asociación", dice Quintana. Fernando Martín, jubilado de 65 años, es uno de los socios medicinales que tiene Acmecan, como otros muchos clubes. "Me va genial para la artritis, el insomnio, las articulaciones, dolores de cabeza y para reducir el azúcar de la sangre", explica. Esta última fue la razón por la que acudió al cannabis. Martín toma la sustancia de manera completamente diferente a la que lo hacen la mayoría de los socios. Confiesa que "fumaba porros esporádicamente" cuando era más joven, pero lleva más de 20 años sin fumar tabaco y no quería volver a hacerlo. Por ello, ingiere la sustancia en gotas de aceite o tinturas. "Me las tomo en una tostada por la noche", explica, recordando que no se debe ingerir durante el día por los efectos. "No puedo conducir o ir a hacer la compra en ese estado", dice.

Aunque los socios por motivos medicinales son pocos, también se aprovechan de las asociaciones. No es el caso de Alfredo Lama, socio de Beletén, a la que acude a fumar. Lama es estudiante en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y después de clase se pasa por la asociación. "Es como un club social", explica, "ya que además de conseguir marihuana te la fumas con gente que no la criminaliza". Beletén es la primera asociación que abrió en la capital grancanaria, allá por 2009. Hace dos años se mudaron a su nueva sede en la calle Alemania, en Alcaravaneras. Aythami Santana preside ahora el club. "Cultivamos lo nuestro", explica, "hay que acabar con el tráfico en el mercado negro". Como Beletén, la mayoría de las asociaciones fomentan un consumo responsable de la sustancia. Lama fuma porque "es más sano que el alcohol, que toma toda la juventud sin ningún problema". Pero como todo, "en exceso es malo", indica. Además hay que saber cuándo es el momento. "Tú no vas borracho al trabajo, pues yo no fumo para ir a la universidad", comenta, mientras le da una calada al porro que consume de manera legal en Beletén.

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