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Los monstruos que violaban a Julia

Un matrimonio que cuidaba a una anciana en La Feria niega que la sometieran a malos tratos y vejaciones sexuales

Las tres hijas de "doña Julia" declararon ayer como testigos en la primera sesión del juicio por agresión sexual y maltrato habitual que se celebra en la Audiencia de Las Palmas contra el matrimonio encargado de cuidar a la anciana en el barrio de La Feria. "Nos costó bastante creer que un hombre de 40 años fuera a violar a una mujer de 86 años", testificó Olga, una de las tres hermanas. "Nos decía que los monstruos venían por la noche, le tapaban la boca y la violaban", añadió Inmaculada. "Costaba creérselo porque parecía buena gente y mi madre mezclaba cosas reales con otras que no lo eran", terció Rosa.

Las tres hijas explicaron al tribunal que ofrecieron a Eduardo V. U. y Yohania Virginia C. M. vivir en la casa de su madre a cambio de cuidarla. Fue en febrero de 2013 y, a los dos meses, llegaron las primeras sospechas. Ambos rechazaron que la golpearan y achacaron los cardenales a su piel delicada, a la resistencia a tomarse las medicinas y a continuas caídas de cama.

Las hermanas compraron una barandilla, pero los moretones persistían y las sospechas aumentaban, tanto que se plantearon comprar una cámara para comprobar si los abusos existían o todo era fruto de los delirios seniles de su madre, de esos monstruos que venían por la noche y la violaban.

No llegaron a instalar la cámara porque Julia sufrió una pérdida de fluidos (hiperpotasemia) y hubo que ingresarla en el Hospital Doctor Negrín. Allí reveló que sufría abusos sexuales y el Servicio de Atención a la Familia de la Policía Nacional, tras entrevistarse con la víctima y los médicos, abrió la investigación. Los doctores confirmaron la existencia de cardenales en el cuerpo de la víctima y apreciaron que tenía el ano "bastante dilatado", según declararon ayer los agentes. También encontraron incoherencias en el relato de la anciana, que murió en el hospital por hechos ajenos al objeto del juicio.

A esas incoherencias y contradicciones se agarra el abogado José Manuel Santana Hernández para pedir la absolución de Eduardo V. U. y de Yohania Virginia C. M. Sus clientes, en esa línea, defendieron su inocencia con vehemencia, incluso pusieron a prueba la paciencia del presidente de la Audiencia, Emilio Moya, que los mandó a callar varias veces durante los interrogatorios. "Estoy indignada porque no hemos hecho nada, lo siento", dijo Yohania Virginia para justificar la enésima interrupción. "He estado encerrado injustamente", replicó con ahínco su marido, que se enfrenta a 15 años de cárcel por un delito de agresión sexual continuada con penetración, a otros tres años de prisión por maltrato habitual y a un año de cárcel por lesiones, según las conclusiones provisionales de la Fiscalía.

Bendecidos

Yahania, en cambio, sólo afronta cuatro años de reclusión porque no está acusada de la violación. "Pongo la mano en el fuego por mi marido", enfatizó la acusada para defender a su esposo. Eduardo V. U. asegura sólo le daba la comida y la medicación a la anciana cuando su mujer no estaba en la casa. "La tratamos como a una abuela, como si fuera mi madre. Jamás le haría eso a una persona mayor", añadió el procesado, que se sentía "bendecido" por estar en esa casa. El matrimonio no tenía dinero para pagar un alquiler. Por eso, a cambio de "cobijo y comida", aceptaron cuidar a Julia. La propuesta partió de Inmaculada, una de las hijas, que conocía a Yohania Virginia C. M. de haber trabajado con ella en un centro de menores.

El juicio sigue hoy con los médicos forenses, una prueba importante para que las partes eleven o no a definitivas sus conclusiones.

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