"En el colegio siempre fue un chico tranquilo, y muy reservado, porque apenas se relacionaba con los demás y no hablaba mucho; tenía su grupito de amigos, pero apenas hablaba con los demás", asegura un joven que fue compañero de clase en el CEIP Giner de los Ríos de Alberto Montesdeoca Pérez, que admitió haber matado a la universitaria Saray González García y que ingresó el jueves en prisión. Eso sí, el mismo chico reconoce que, aunque Montesdeoca "es un poco friqui" -haciendo referencia a su afición por los videojuegos y los ordenadores-, siempre lo había considerado "buena persona", porque "si le pedías ayuda, te echaba una mano".

Gran parte de esta visión es también compartida por muchos de los vecinos y regentes de negocios en el barrio capitalino de Arenales, donde residían tanto Saray como su agresor, en concreto en la calle Pérez del Toro. "Alberto es un chico bueno, y de lo más normal", comenta una señora que sigue sin creerse que el joven asesinara a la estudiante. "No era de estar mucho en la calle, porque solía pasar casi todo el tiempo en la casa jugando a la consola... pero no tenía pinta de poder hacer algo así, siempre me ha parecido un muchacho responsable y tranquilo; igual que su familia", apunta, antes de añadir: "Nosotros estamos mal, y a mí me da pena tanto ella como él, porque es joven y ha destrozado dos familias y su propia vida".

Algo similar opina la dueña de un local en la zona, que admite: "Lo estoy viviendo prácticamente como si fuera un hijo mío, es una pena muy grande porque su familia es muy buena y trabajadora. Estamos todos asombrados porque era un chico muy tranquilo, tuvo que ser que se le cruzaron los cables de repente, no se me ocurre otra explicación", agrega.

Cercano a ese comercio, la propietaria de otro también ve a la familia del imputado "muy tranquila. El chico parecía también tranquilo, sinceramente. A lo mejor a otros chicos que pueden no parecerlo tanto sí que los tienes más al tanto, pero precisamente de este no me lo esperaba; solía pasar desapercibido", sostiene.

Algunos se atreven, incluso, a achacar el arrebato a los videojuegos. "Con tantos juegos violentos y tanta maquinita la juventud se está deshumanizando. Por eso pasan estas cosas, porque de él nadie se esperaba esto; era un chico tranquilo y que pasaba desapercibido".

Lo cierto es que si, tal y como apuntan los que lo conocían, apenas salía de su domicilio, esto explicaría que en muchos de los establecimientos de la zona nunca lo hubieran visto pasar por allí. "Yo soy del barrio de toda la vida y la verdad es que no sé ni quién es", afirma la dueña de una tienda.

Por su parte, la trabajadora de otra garantiza que cuando Montesdeoca entraba en el establecimiento se limitaba a comprar sin intercambiar apenas palabras. "No hablaba prácticamente nada, es muy callado", asevera.