La Provincia - Diario de Las Palmas

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Pioneros del turismo moderno

Fueron los suecos los que inventaron el turismo moderno, allá por los años 50 del siglo XX

Una vista general de la playa de Las Canteras repleta de turistas en un invierno de los años 60. JUAN BÁEZ

Con mucha frecuencia, los historiadores atribuyen los éxitos de un pueblo a un personaje determinado, que sin la menor duda es acreedor de ello, pero se olvidan de quienes hacen "el trabajo de campo", es decir, de quienes desde el anonimato son los ejecutores de la propuesta o proyecto del citado personaje, tomando sus propias iniciativas para llevarlo a cabo. Algunas veces el cronista reconoce el mérito de esos "trabajadores desconocidos" citándolos colectivamente en ningún caso con nombres concretos, pero en otras muchos se olvidan de ellos por completo. Esos "trabajadores desconocidos", por ejemplo, fueron los que hicieron posible la prosperidad de Maspalomas actual, conforme expliqué en un reciente artículo en LA PROVINCIA / DLP.

Es el caso de Las Palmas capital de los años sesenta del pasado siglo. Simplificando sus antecedentes históricos, a tenor de lo que es un artículo de prensa y para señalarlos con nombres concretos, habría que citar a Don Gustavo Navarro Nieto, con su revista Canarias Turística a principios del siglo, pero sobre todo al gran Néstor Martín-Fernández de la Torre durante toda su vida, hasta su prematura desaparición en 1938. Aquella generación tuvo la suerte de escucharle en su conferencia del 18 de abril de 1936 en la que resumió en doce puntos lo que él entendía que debía de ser la policía turística en Gran Canaria para ese momento. El título del librito que recoge esta conferencia, Habla Néstor, es la prueba más palpable del enorme respeto que nuestros antepasados le tenían.

Ambos fueron los que incitaron, desde Las Palmas, la captura de lo que hoy conocemos como el turismo moderno, aunque ni uno ni otro llegaron a intuir entonces, que llegara a tener las proporciones masivas y populares que, ahora, en ocasiones nos desbordan. Seguro que ambos, siempre se imaginaron unos visitantes mucho más numerosos, pero conservando las formas tradicionales de la buena compostura.

Desde la atalaya de mi de cargo de entonces, como director general de la Caja Insular de Ahorros, observé en aquella década el "nacimiento, desarrollo y muerte" del turismo en Las Palmas de Gran Canaria, centrado en la Playa de Las Canteras, y que luego fue el germen del boom turístico de todo el Sur de la Isla.

Ahora, puedo permitirme el lujo de poder rememorar algunos nombres que integraron aquel grupo que hizo el "trabajo de campo" seguro que inconscientemente, pero sí contagiados, sin ellos saberlo, de la insistente predica de Néstor a favor del turismo en Gran Canaria. Son, en mis recuerdos, Miguel Curbelo Navarro y Eduardo Benítez Cabrera, a quienes en aquella época trataba superficialmente, pero sí los conocía y seguía a distancia las actividades profesionales de ambos.

Yo estaba muy aislado como consecuencia de mis propias actividades y ellos, casi siempre, estaban de viaje. Sin embargo, tuvimos algunos encuentros puntuales: Cuando Miguel Curbelo trató de montar una Agencia de Viajes en un lugar determinado y que por razones estrictamente legales la entidad que yo representaba se lo impidió hacer, recuerdo ingrato para ambos, como también lo fue con Eduardo con determinada parcela en San Agustín, que mi representada no logró obtener.

Según los tres nos hemos ido retirando de nuestras actividades ordinarias, más nos hemos ido acercando entre nosotros para remover los viejos recuerdos de aquella época.

Curiosamente, los abuelos de ambos, don Gustavo Navarro Nieto y don Eduardo Benítez Inglott colaboraron entre sí, don Gustavo como propietario de LA PROVINCIA y don Eduardo Director de la misma a partir de 1939.

De nuestras conversaciones he refrescado muchos de mis recuerdos y he afianzado algunas de mis convicciones. Por ejemplo, la afirmación de Miguel de que fueron los suecos los que inventaron el "turismo moderno", allá por los años 50 del pasado siglo es decir, el turismo de invierno.

Y es cierto. Hasta entonces, generalmente, se entendía como turismo, el que disfrutaban los ingleses, los franceses o los alemanes y modestísimamente los propios españoles, durante los meses de verano, pero fueron los suecos, identificados popularmente como si todos fueran "suecas" los primeros europeos que empezaron a disfrutar de sus vacaciones en invierno, hasta terminar contagiando al resto de todo el continente europeo, empezando por sus paisanos escandinavos.

Impulsó esta nueva costumbre la bonanza de la economía sueca escasamente castigada por la 2ª Guerra Mundial, que les permitía escapar de su durísimo invierno.

Y entonces introdujeron su segundo gran invento, que revolucionó y modernizo definitivamente la nueva forma de hacer turismo: los vuelos chárter, cuyo inicio fija Miguel Curbelo en el año 1953 hacia el Sur de Europa. Fue la base que permitió el acceso a los viajes turísticos a todos los sectores de la sociedad. Había nacido el turismo de masas o social, como un añadido al nuevo concepto del turismo moderno.

Algo después las Compañías Aéreas suecas vieron en Gran Canaria el lugar ideal para sus vuelos y para tratar de rentabilizar aun más la escasa autonomía de sus aviones de entonces. En un par de noches desde Suecia, estaban en un país exótico, culturalmente europeo, con un clima primaveral y un coste de vida ridículo.

Y en este acercamiento de los escandinavos a Gran Canaria, Miguel Curbelo y Eduardo Benítez, cada uno por su lado hicieron el "trabajo de campo" que les correspondía cumpliendo con el papel que la providencia les había asignado.

Eduardo Benítez, intuyendo desde muy joven la importancia que iba a tener en el futuro el turismo escandinavo, emigró a Suecia para aprender su idioma y, de camino, vender tomates procedentes de Gran Canaria. Al volver a la Isla, aquel aprendizaje del sueco, le vino de maravilla.

El problema de los touroperadores suecos cuando llegaban a Las Palmas, hacia mediados de los años 50 del pasado siglo, era la falta de alojamientos que existía en el entorno de Las Canteras. Faltaban camas. Ante la carencia de una oferta organizada por parte de los grancanarios, los propios operadores designaban a algunos compatriotas suyos que vivían en Las Palmas o incluso a otros extranjeros residentes para que se encargaran de la búsqueda de camas. Entonces fue cuando el joven Alejandro del Castillo hijo, a instancias de Eduardo Benítez, comenzó a involucrarse en el turismo que estaba surgiendo en Las Palmas, cuando Maspalomas no era ni siquiera un proyecto, empezando a iniciarse con la contratación de camas, ruta seguida por otros muchos compatriotas que han hecho su fortuna por este procedimiento. Era una forma inicial de entrar en contacto con los que movían el turismo y ganarse su confianza.

Alejandro del Castillo hijo, funda en 1961 Bungalows, Apartamentos y Hoteles, S.A., Bahsa, que llegó a tener hasta ocho establecimientos en las Palmas y de la que fue consejero delegado, el propio Eduardo, su amigo experto en sueco. Se había abierto una vía de relaciones, que después fructificaron de forma espectacular en los inicios de Maspalomas, en la Playa de san Agustín y que fueron determinantes para el desarrollo definitivo de la nueva urbanización, Nueva Suecia promovida por siete empresas suecas y Rocas Rojas por la Confederación Empresarial Sueca.

Una operación tan importante en España, necesitó de la autorización del jefe del Gobierno Sueco, el socialista, Tage Erlander, al que hubo de convencer de la seguridad jurídica de la inversión que se hacía en España bajo el mandato del general Franco. Eduardo no puede olvidar aquellos momentos vitales en el Sur en los que tuvo que hacer gala de todos sus dotes de persuasión con sus interlocutores Nils Henrich Öberg y Sven Jungholm.

Bahsa, que había empezado por Las Canteras, continuó por San Agustín en 1962 con la construcción de 28 bungalows que inauguraron en 1963 con el nombre de Las Caracolas, y en donde establecieron sus oficinas en el Sur.

En el caso de Miguel Curbelo, fue su conocimiento del inglés, lo que le permitió entrar en contacto con los suecos que buscaban ansiosamente las camas que necesitaban para sus clientes. Su contacto inicial fue con Bertil Harding, del Tour Operador Canaria Resort.

Miguel llegó a representar en aquellos años de auge turístico en Las Palmas, a diez touroperadores escandinavos, de ellos ocho suecos, al mismo tiempo, prácticamente a la casi totalidad del mercado, rompiendo el monopolio que hasta entonces estaba casi en manos exclusivamente de extranjeros.

La extensa relación de Miguel Curbelo con tantos operadores, lo colocó en una situación privilegiada en sus relaciones con los vuelos chárters suecos, del que fue, sin la menor duda, el pionero canario del turismo receptivo con aquel país, que después lo hizo extensivo a los ingleses, a los que fue expresamente a buscar.

El primer vuelo chárter desde Suecia ya relacionado con Miguel, fue el día de Navidad de 1957, el primero de siete consecutivos, cuando en los dos años anteriores solo habían llegado doce.

Creo que los nombres de Miguel Curbelo y de Eduardo Benítez merecen ser recordados con gratitud por los que hoy disfrutamos de los beneficios del turismo.

Aunque el auge del turismo en Las Palmas, o mejor dicho en Las Canteras, duró escasamente quince años, fue la escuela de estos pioneros, a las que habría que añadir seguramente a alguno más, la que propició el desarrollo portentoso de ese mismo turismo, en el Sur de Gran Canaria.

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