¿Cuál es el origen de la parroquia de La Milagrosa?
La parroquia tiene su origen en una ermita que, en torno a 1913, empieza a tener calor popular para que se construya. La ermita se hace sobre una hera donde se trillaba el trigo, y allí los vecinos pidieron al párroco de San Lorenzo que iniciara los trámites para hacer el edificio. El párroco lo solicita y en 1915 tiene la autorización y empieza la obra. El edificio actual tiene una estructura bastante esbelta y que corona lo alto de la ciudad, ya que está situado en el punto más alto de la capital, a más de 600 metros. Está orientada a Oriente y la restauración la concluí yo hace cinco años.
¿En qué consistió esa restauración?
La inició en 1990 el párroco Janusz Bankowsky. El proceso fue reforzar todas las paredes, rehacer el techo y rehacer el retablo, que se hizo en piedra en lugar de usar madera tradicional. También se cambiaron las antiguas ventanas por otras que impiden la humedad; son vidrieras en las que está representada la vida de San Vicente de Paúl y las Hijas de la Caridad, porque La Milagrosa es una devoción de esa congregación. Y ellos, en 1913, son los encargados de misionar los caseríos de la zona del templo.
¿Ese es el motivo por el que se escogió La Milagrosa?
Efectivamente. La Milagrosa se trae en una talla de estilo modernista cuyo origen todavía no podemos confirmar. Yo me encargué, antes de cerrar la restauración, de todos los bienes: la orfebrería, catalogación de libros y reorganización de todos los elementos, que son muchos, porque a lo largo de los años los párrocos han ido donando bienes como cálices o esculturas.
¿Cuántos párrocos ha tenido el templo?
Siete. Soy el séptimo.
¿La parroquia es también un punto de peregrinación para muchas personas de la Isla?
Es un sitio que en teología llamamos hierofánico, es decir, un sitio que llama la atención y que siempre crea un halo de misterio. Es un sitio alto, brumoso, que mira a dos barrancos, y en el que el vacío, el silencio y la soledad son imponentes. Y donde la tranquilidad es natural; aunque haya ruido, la tranquilidad persiste. El entorno y muchos puntos de la capital ha tenido mucha atracción hacia el sitio. Es un lugar al que mucha gente acude a contar sus milagros y van a dar gracias a Dios.
¿Qué destacaría especialmente de la parroquia?
Es un edificio envolvente, llama al recogimiento y se ha conseguido un lugar cerrado que además inspira devoción. Para los que somos religiosos, estar en este templo es una experiencia vital, donde la persona se siente integrada y acogida, y todo lo que pide se ve satisfecho con la presencia, al estar delante de la Virgen. Uno llega con sus angustias y tristezas y se llena de una paz que alivia el sufrimiento y te hace sentir alentado. No es un sitio donde se va y se cumple con una promesa y donde está la presencia de Dios, sino que además es un sitio al que uno va con sus realidades y allí encuentra sosiego.
