La Provincia - Diario de Las Palmas

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Aquí la Tierra Óptica de precisión

Cinco mil metros de altitud

El Vuelo americano, un trabajo de fotografía militar realizado por el Ejército de Estados Unidos en los años cincuenta, incluye imágenes de Las Palmas de extraordinario interés para el estudio de la ciudad

Fotograma de Las Palmas tomado durante el Vuelo americano.

Entre marzo de 1956 y septiembre de 1957, aviones del ejército de Estados Unidos fotografiaron a cinco mil metros de altitud buena parte de la Península, las posesiones españolas en el norte del continente africano y Canarias. El proyecto, conocido en el ámbito de la topografía y la planimetría como Vuelo americano, fue realizado por el Army Map Service merced a un acuerdo de cooperación con el Gobierno de Franco. Entre aquellas fotografías, las primeras a escala 1:33.000 desde el aire tomadas sistemáticamente del territorio nacional, se encuentran algunas de Las Palmas.

Una de estas imágenes muestra un fragmento de la ciudad que abarca Arenales, el istmo y la mitad, aproximadamente, de la península de La Isleta. Con esta óptica, a esta altura, muchos de los elementos del paisaje urbano de entonces aparecen como una simple malla de líneas y áreas en distintos tonos grises, una trama de relaciones puramente funcionales, abstractas, que, sin embargo, pueden provocar emoción. Así, al menos, le ocurrirá al contemplador que tiene alguna familiaridad con Las Palmas.

La emoción la genera, en primer lugar, el reconocimiento de determinados enclaves. En la parte inferior de la fotografía, por ejemplo, a la derecha de la zona terrestre, se divisa el Estadio Insular, que había sido inaugurado pocos años antes: un rectángulo negro enmarcado por otro gris que se extiende entre un tapiz de dibujo regular, Ciudad Jardín, y una superficie informe, los arenales de Guanarteme. Pero la imagen provoca estremecimiento también por ser un documento de la Guerra Fría. Las Palmas, plaza codiciada por los ingleses, tanto como por los alemanes, en el contexto de la falsa neutralidad de España durante la Segunda Guerra Mundial, era igualmente en los cincuenta un punto geoestratégico importante en la lucha internacional contra el comunismo.

Para entonces Estados Unidos había decidido pasar por alto las veleidades filonazis de Franco y lo había enrolado en su bando, al borde del enfrentamiento atómico con el bloque soviético. En el contexto de un norte de África en convulsión, con Argelia inmersa en su guerra de independencia y un líder panarabista en Egipto, Nasser, que había nacionalizado el Canal de Suez, el Puerto de La Luz era un emplazamiento fundamental en el control mundial de la navegación.

La fotografía tiene, pues, niveles de interpretación históricos y políticos, pero es un documento inestimable también para el estudio geológico. Este y otros fotogramas del Vuelo americano, los primeros conocidos de Las Palmas con los estándares de la fotografía militar, son registros extraordinariamente útiles, por ejemplo, para el análisis de las formaciones volcánicas de La Isleta. En él se ven caletones, puntas y roques que desaparecieron con el crecimiento del Puerto de La Luz y se puede contemplar, también, el malpaís de El Sebadal, antes de que fuese sepultado por la construcción del polígono industrial. Otras imágenes de la serie permiten la observación así mismo del aspecto desde el aire del extinto volcán de La Esfinge, que comenzó a ser devastado poco después tras su conversión en cantera.

Como el resto de las fotografías del Vuelo americano, esta imagen fue desprovista de su condición de documento secreto hace pocos años. En la actualidad, en un planeta rodeado de un enjambre de satélites fijos y geoestacionarios, que permiten a cualquiera inspeccionar casi cualquier pulgada de la superficie de la Tierra desde su ordenador, estos viejos fotogramas han perdido interés para el cálculo militar. En cambio, el paso del tiempo, los ha dotado de poder para generar perplejidad en el habitante de esta ciudad, Las Palmas, que resulta, a la vez, familiar y extraña en ellos.

Sin horizonte, ni profundidad, sin agujeros, ni relieves, esta toma aérea del paisaje urbano de Las Palmas realizada entre 1956 y 1957 llama la atención de inmediato por la escala del Puerto de la Luz en relación a la de la ciudad, que no han parado de crecer desde entonces: en este tiempo todavía no se ha construido el Dique Reina Sofía. El Muelle de La Luz, ahora Muelle Grande, y el Dique del Generalísimo, hoy Muelle León y Castillo, son las reglas con las que se mide el paisaje de la ciudad, indisociable del paisaje portuario.

Pero, junto a los territorios aún sin colonizar de La Isleta, quizá el elemento más poderoso de esta fotografía para un observador actual que se interrogue por las mutaciones de Las Palmas esté en el vacío de los arenales de Guanarteme, que se extienden como una mancha en gris claro y de forma alargada en la esquina inferior izquierda de la foto. Una impronta que parece como dejada en el suelo por un animal extraño proveniente de una era remota. Una enorme huella natural en medio de la ciudad que, sin embargo, desapareció en tiempos muy recientes.

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