Una empresaria grancanaria asesora en la creación de un hotel en Sri Lanka. Se trata de Ana Lola Betancor Fajardo, propietaria de La Casa de Vegueta, quien viajó el pasado septiembre al país asiático donde estuvo dos meses y medio en un pueblo llamado Ella, en medio de las plantaciones de té del antiguo Ceilán. Allí coordinó las labores de restauración y diseño de interiores y producción de muebles, así como la formación propia para la atención y la gestión hotelera. Muy pronto, a mediados de febrero, Betancor volverá a la isla ubicada en el Golfo de Bengala para continuar con la decoración y el posicionamiento on line del enclave hotelero compuesto por ocho bungalós repartidos por la montaña. "Pero la experiencia va más allá de ir a decorar un hotel", aseguró, "porque un cúmulo de casualidades me llevaron hasta allá".
Está a punto de cumplirse un año del momento en el que un grupo de amigos le propuso a Ana Lola Betancor acompañarles en el viaje que tenían programado hacer a Sri Lanka el pasado mes de octubre. "Con un hijo a las puertas de la universidad y mi trabajo en La Casa de Vegueta aquel viaje se me hacía casi imposible". La conversación quedó ahí y la propuesta pasó al olvido hasta que poco después la isla asiática volvió a cruzarse en su camino gracias a David Sánchez Lanuza, dueño del Hotel Boutique Casa Mozart, quien quedó "muy contento" con el trabajo de decoración que Ana Lola había realizado en su negocio tiempo atrás.
"David me llamó una mañana del pasado agosto y me dijo que estaba en Sri Lanka con el propietario del hotel donde estaba alojado y que después de conversaciones ambos coincidían en que tenía que ir yo para darle otro aire", explica mientras prepara su teléfono móvil para acompañar con imágenes la narración del que ha sido uno de los grandes periplos de su vida. Fue en septiembre, tras dejar a su vástago en tierra inglesa, cuando cogió un avión que la llevó hasta Doha (Cátar) y, de allí, directa a la ciudad ceilanesa de Colombo. El "destino" volvió a salir al paso. "Como iba a estar todo el rato hablando en inglés, decidí ver una película en español durante el vuelo y, paradójicamente, la única que salió en nuestra lengua fue Las ovejas no pierden el tren, que se rodó en mi casa".
Ya en Sri Lanka, la siguiente sorpresa con la que se topó fue con el nombre del pueblo en el que trabajó durante más de dos meses: Ella. Un nombre que enseguida le evocó a la figura de la mujer. Otra "señal". Y es que ella realiza varios proyectos, precisamente, con mujeres. No obstante, Ana Lola fue la única "madam" (como la llamaban sus compañeros) de todo el equipo con el que se empleó, codo con codo, para cambiar el complejo hotelero. "Cuando llegué los techos estaban fatal, había agujeros en el suelo y había zonas sin vegetación en el exterior". De manera que el proyecto de decoración inicial se transformó en una auténtica experiencia de creatividad.
Ante unas vistas espectaculares, Betancor empezó a diseñar muebles que los artesanos han dado vida en una carpintería instalada en el mismo enclave. "Traían la madera cortada en camiones y ellos se encargaban de todo el proceso de manufactura". Ahora es la fase de secado natural de las piezas, por lo que será a su vuelta a Asia cuando se coloquen cabeceros, lámparas, escaleras y demás mobiliario. Asimismo, la dueña del primer bed and breakfast de Vegueta se recorrió anticuarios y mercadillos del país en busca de "muebles con historia".
Antes de volver a Las Palmas de Gran Canaria para pasar la Navidad, también sembró la primera semilla de la nueva plantación de té del hotel que contará con un jardín botánico por el que los turistas podrán hacer rutas para disfrutar de la flora y fauna del lugar. Pero no solo eso. Fiel a su forma de ser, Ana Lola tiene previsto impartir a su vuelta talleres para enseñar a hacer jabón de té a las mujeres de etnia tamil, ya que son una de las más perjudicadas por el sistema de castas que aún está presente en este país. "Queremos que en las habitaciones también entre la naturaleza". Esta es una de las cosas que más ha cautivado en Sri Lanka a Betancor. "Imagina asomarte cada noche al porche y, además de ver un cielo estrellado, a tu alrededor parece que hay como purpurina. Yo nunca había visto luciérnagas", confesó quien no ve la hora de volver a pisar territorio ceilanés.
