La Asociación de Amigos de los Árboles y el Paisaje (Adapa) exige a las administraciones que dejen de "ponerle puertas al viento y al sol gratuito", e impulsen decididamente las energías eólica y solar "en un marco de libre competencia en el que las grandes empresas y las pymes tengan igualdad ante el riesgo y la ventura". Así lo expresó ayer el colectivo en un comunicado en el que advirtieron de que aunque la multinacional Ence haya retirado su proyecto de la planta de biomasa en el Puerto, "el peligro aún existe".

Adapa considera "incomprensible que se boicotee la energía eólica aduciendo que consumen muchas ayudas, y se otorgue más ayudas a una producción a base de residuos forestales menos eficientes y con más subvenciones. Son esas subvenciones desviadas de su debida intención la clave del problema, y del peligro del que, por ahora, hemos escapado los canarios".

Esta Asociación aboga por el autoconsumo energético y así lo pide, "en nombre de la sensatez", al Gobierno de Canarias y a todos los grupos en el Parlamento regional. Que hagan lo mismo que en Madrid "y exijan que de una vez la energía eólica y la solar dejen de ser en España rehenes de intereses inconfesables, pero presentidos, mientras EEUU, Alemania, Francia, los nórdicos, han declarado prioritaria esta fuente de energía limpia, renovable y con una materia prima gratuita".

El comunicado sostiene que "mantener el actual bloqueo a la energía eólica y a la solar, y al autoconsumo, es una traición a los intereses de Canarias y de España".

La Asociación advierte del peligro de apostar por la biomasa a gran escala. "En las mismas semanas que Ence defendía su proyecto de instalar una incineradora de residuos vegetales y urbanos a barlovento de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, en el peor sitio posible, con una chimenea de más de 60 metros de altura, es noticia en la prensa nacional la entrada en territorio español de dos peligrosos mosquitos, uno de origen asiático, el Tigre, que transmite el virus chikunguya, después de pasar por toda Europa escondidos en los coches, y otro brasileño, del género Aedes, que además de esta enfermedad transmite el dengue y la fiebre amarilla, patologías hasta ahora desconocidas en España".

"La globalización y la ausencia de controles eficientes fitosanitarios en frontera ha permitido que Canarias haya sido objeto de una permanente invasión de plagas de distinta naturaleza que han ocasionado gravísimos daños a la agricultura", continúa el comunicado, que hace mención plagas como el tryp californiano, que acabó con los cultivos de fresas del norte de Gran Canaria; el virus de la cuchara; o más recientemente, pero no es el único, la aparición del picudo rojo que viaja en las palmeras que las urbanizaciones turísticas del sur compraban en Egipto, afectó a esas palmeras y a los palmerales canarios. "El control sanitario en llegadas portuarias sigue siendo, desgraciadamente, una asignatura pendiente, para los gobiernos de España y de Canarias, de especial gravedad en un ecosistema tan frágil como el isleño", agrega.

"Con este panorama de riesgo, varios políticos y algunos empresarios defensores del todo vale si hay euros y dólares por medio, un relativismo moral que es una bomba de racimo para la sociedad, no han puesto inconveniente económico a una ocurrencia que en sí, además de los perniciosos efectos para la salud de los ciudadanos que viven hasta a tres kilómetros de la chimenea más de 300.000, tiene graves riesgos para la economía regional", indica la Asociación.

Según Adapa, las plantas de biomasa deben estar en consonancia con su entorno. Por eso las que se instalan en Europa no son un peligro ni para la salud, ni para la propia biomasa forestal. "Una planta de las características de la que se ha pretendido situar en La Luz se convierte, por su dimensión, en una depredadora de la escasa biomasa local y en un enemigo público para la salud". Además, como las islas no producen ni el diez por ciento de la materia prima necesaria para su producción óptima, hay que importar madera desde los países productores a los que les sobre, y al mejor precio. "Se construye, entonces, un servicio marítimo regular de plagas que se desplazan cómodamente en grandes cargueros", señala la nota, que incide, además, en el peligro de explosión de las calderas y las emisiones, que aceleran el cambio climático.