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Los 40 músicos okupas de La Bicicleta

Artistas callejeros toman un edificio abandonado de la calle General Vives para crear un centro social

La fachada amarilla del edificio situado en el número 61 de la calle General Vives de la capital grancanaria esconde en su interior innumerables sorpresas. La tienda de repuestos para bicicletas que hace décadas llenaba de bullicio el enorme hall de la planta baja ha dado paso en los últimos meses a la música que crean más de 40 okupas. Son en su mayoría artistas callejeros que han llegado a la capital desde Francia, Italia, Polonia o Chile atraídos por el denominado Centro Social La Bicicleta, creado por los primeros inquilinos para organizar talleres culturales y dar cobijo a personas sin techo. Sin embargo, ayer recibieron el tercer aviso para abandonar este inmueble después de que su propietario interpusiera una denuncia. La Policía Nacional advirtió a los jóvenes de que actuarán si no abandonan el espacio motu proprio.

Álex, un joven venezolano, es el encargado de dar la bienvenida a los visitantes. En medio de sillones, un enorme mostrador y numerosas cajetillas donde antiguamente se guardaban los materiales, se sorprende por el hecho de que no se les permita dar vida a unas estancias que, según su versión, no son habitadas desde hace tres décadas. "No entiendo que ahora, cuando estamos nosotros, sea cuando se interesen por el edificio", afirma Álex, quien agrega que lo único que pretenden es "crear un espacio para todos" en el que se pueda realizar actividades culturales "gratuitas". "Vamos a tener las puertas abierta para que todas las personas que quieran entren a participar con nosotros".

Harinath Nour, de 48 años y natural de Bruselas, toca el trombón. "Queremos reunir a las personas que viajan por el mundo en este centro cultural", alega este belga, que llegó hace dos meses a La Bicicleta, como llaman al edificio. Pero tienen un problema: "Desconocemos cómo es la legislación español en este asunto", señala. Por lo que la comunidad solicita ayuda para poder llevar adelante el proyecto que no sólo abarca asuntos culturales, sino también sociales.

De ello puede hablar Inmaculada S. A., una grancanaria de 43 años con seis hijos, que tuvo que abandonar su vivienda en Ciudad del Campo "por un problema informático". Lleva dos meses y medio residiendo en el antiguo comercio, donde, dice, la están tratando "superbien". "Es gente culta, estupenda, que ha creado un ambiente muy bueno".

En su caso, el posible desahucio volvería a dejarla en la calle. "Buscaría otra vivienda para ocupar", asegura. Al resto de inquilinos le ocurriría lo mismo aunque Álex vuelve a repetir que no entiende que, "si van a mantener el edificio abandonado, por qué no lo podemos arreglar". Y es que durante este tiempo han limpiado las decenas de habitaciones repartidas por las cinco plantas del inmueble, donde duermen sobre colchones estos 40 artistas.

Después de la visita de la policía, que ha solicitado la identificación de las personas que allí pernoctan, Álex declara que están dispuestos a pagar al propietario si fuera necesario, aunque aclara que para ello "primero hay que dialogar". "Todo se soluciona con mediación, hablando con el dueño si es posible, porque no se debe utilizar la fuerza bruta sino la voz", apunta este venezolano, ante la previsible actuación de los agentes si hacen caso omiso a los diferentes avisos.

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