¿Cuál ha sido su trayectoria para que hoy le den esta medalla?
Empecé en el Ayuntamiento en el 81 como enfermero y subjefe de Prevención de Riesgos Laborales e iba al parque de bomberos a impartir clases de socorrismo. Algo extraordinario en aquella época, en la que los agentes no tenían formación de este tipo, aparte de vacunarles, atenderles en el servicio médico. Estudié Antropología y uno de los trabajos fue sobre el suceso de La Naval -22 de mayo de 1986- , donde murieron cuatro bomberos. El catedrático de la asignatura me animó a escribir la etnografía completa y surgió Alarma: fuego en La Naval. Tengo la satisfacción de que está en el Museo de Nueva York porque lo vieron mis ojos. Los bomberos se han sentido siempre muy agradecidos por el libro.
¿No le animó eso a escribir una historia del cuerpo?
La consejera de Seguridad, Encarna Galván, y otro profesor de la UNED ya lo han escrito. Yo me centré en contar, de forma novelada, lo que ocurrió en esa fecha.
¿Es muy importante que los civiles se impliquen en la labor que hacen los bomberos?
Lógicamente; ya lo dijo antes Duque. Los bomberos han conseguido un prestigio social que hasta ahora se les había negado, quizás por desconocimiento de su labor y del estrés al que están sometidos. En EE UU son una autoridad y tiene un prestigio social increíble, que aquí queda todavía por andar. Nadie más que aquel que los necesita es el que valora su trabajo.
Ahora falta que se incorporen las mujeres
Hay una en el Consorcio pero en el municipio no. El problema es que no han conseguido pasar las pruebas físicas a pesar de que hay una distinción en las marcas para los dos sexos. Una estuvo a punto hace unos años.
