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Entrevista

Laforet: "Con Luján Pérez hay un antes y un después en las procesiones"

"Como a tantos grancanarios, estos días me retrotraen a la infancia y los preparativos" afirma el cronista oficial de ciudad

Juan J. Laforet. JUAN CARLOS CASTRO

¿De qué hablará en el pregón?

El pregón es ante todo una convocatoria, una llamada a la vivencia de unos sentimientos muy arraigados, de unas tradiciones que han contribuido a lo largo de los siglos a definir muchas de las tradiciones y costumbres de la ciudad, al tiempo que resaltar esa devoción que generación tras generación ha señalado a esta ciudad en este tiempo pasionista. En un texto que, genéricamente podría titularse "una ciudad para su semana mayor", canto y resalto la identificación y el encuentro que siglo tras siglo se ha dado entre la ciudad como tal y estas celebraciones de Semana Santa que se han desarrollado y expandido, o han sufrido momento difíciles, como la propia urbe en su expansión y desarrollo urbano y sociológico.

¿Qué recuerdos tiene de ella?

Me retrotrae, como a miles de grancanarios, a la infancia en la que vivíamos, con enorme entusiasmo y avidez los días en los que se aproximaba la Semana Santa y tanto disfrutábamos de los preparativos para la misma tanto en las parroquias, como en nuestras propias casas, pues era un tiempo de días grandes, de "semana mayor" como decían nuestros abuelos, y había que preparar tanto las conciencias, como los atuendos. Tanto que había un viejo refrán que decía que "quién no estrena en Domingo de Ramos, se le caen las manos", o algo así. Hablar de Semana Santa grancanaria para mi es hacerlo de una semana mayor para añorar soleadas y limpias mañanas de mantillas blancas, de cientos de farolillos que rompen el luctuoso gris del atardecer, de noches de plegarias tras un Cristo en procesión bajo un toldo de palmas y culminarla en el silencio de una Alameda por la que camina en su retiro una Dolorosa enormemente sugestiva.

¿Cómo recibió la propuesta de la Unión de ser el pregonero?

Pregonar una Semana Santa grande y con tanto arraigo como la de Las Palmas de Gran Canaria es ya por sí mismo un enorme reto y un gran compromiso, pues en ello va expresar, en unos pocos folios, el propio ser y sentir de una población transmitido generación tras generación a lo largo de más de cinco siglos en los que estas devociones germinaron y se hicieron tan robustas y señeras como ese gran templo catedralicio entorno al que gira todo este orbe pasionista, junto a las cuatro antiguas parroquias de la ciudad. Si a ello sumamos la extensa lista de pregoneros, con nombres que ya son señeros en esto del pregonar de Semana Santa isleña, pues la responsabilidad que uno contrae es grande y delicada. Pero se asume con enorme ilusión esperanza de poder estar allí lanzando un hondo y sentido piropo a este rostro tan hermoso de la ciudad en primavera. A la Unión de Cofradías, Hermandades y Patronazgos de Gran Canaria darle las gracias de todo corazón por la magnanimidad de considerar a mi persona como adecuada para entonar este pregón pasionista grancanario, reconocerles la oportunidad que me han ofrecido de ser parte de esa expresión que, año tras año, va engarzando los versos de un poema que traza y pregona a través del tiempo las esencias de este tiempo sagrado, de estas vivencias y de estas devociones.

¿Qué peculiaridades tiene la Semana Santa canaria?

Esta es una Semana Santa que, recibiendo en el tiempo, elementos proveniente de muy diferentes orígenes, ha sabido ser un verdadero crisol del que ha surgido una celebración con auténticas raíces y rostro isleño que hoy la identifica dentro y fuera de las fronteras insulares. Una Semana Santa con unas procesiones que huyen de la espectacularidad para ganar en el fervor, en la intimidad de las devociones de cada cual, de cada familia, en el recogimiento de cada cofradía, y todo ello contando con un magnífico patrimonio histórico y artístico en imaginería, tronos tallados o diseñados en casos por grandes escultores, paños y bordados de enorme fineza, una orfebrería de ensueño y una especialísima capacidad para el adecuado adorno floral de los tronos y pasos que procesionan. Tampoco puedo olvidar las espléndidas marchas procesionales que desde el siglo XIX nos han dejado algunos músicos grancanarios.

En las dos últimas décadas se ha recuperado el esplendor de épocas pasadas, aunque curiosamente la sociedad ahora es más laica ¿qué factores han favorecido este hecho?

Es un fenómeno que no sólo se vivió aquí, sino en algunas otras importantes ciudades que también tenían una importante tradición de Semana Santa. Creo que, pasado los momentos álgidos de cambio y de búsqueda de nuevos horizontes por la sociedad, también se hizo necesario retomar algunas señas de identidad y determinadas tradiciones que impidieran el excesivo desarraigo que conlleva un cosmopolitismo exacerbado, y entre ellas esta de las conmemoraciones públicas de la Semana Santa, que además, y como ya se había propuesto desde comienzo del siglo XX, se presentaba como una fuente de atractivo turístico de mucho interés. Hoy hay tiempo para todo, se puede disfrutar del descanso vacacional y alternar con las horas de culto y de celebraciones procesionales en la calle.

Como cronista de la ciudad ¿hay alguna anécdota de Semana Santa para los anales de la historia?

Recordar la importancia definitiva que tuvo para la Semana Santa de esta ciudad la aparición de una figura como José Luján Pérez, tanto que se puede hablar de un antes y un después de Luján en la historia de nuestra Semana Santa, por eso es tan significativa la placa que le rinde homenaje en la torre norte de la Catedral. También recordaría, seña de los cambios a los que antes aludíamos, como en la década de los años setenta se pasó de llevar los tronos con cargadores, ó "palanquines", como se les denominaba antiguamente, a llevarlos con ruedas como se hace en la actualidad con la mayoría, a excepción de cofradías más recientes como la Esperanza de Vegueta o los Dolores de Triana.

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