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50 años del único proyecto de Higueras en Canarias

"Lo mejor que hice en Canarias fue lo que no quise hacer"

Fernando Higueras. LP / DLP

Lo mejor que hice en Canarias fue lo que no quise hacer. Esta ya famosa frase de Fernando Higueras, que resume la filosofía, compromiso y su trayectoria en nuestras Islas, fundamentalmente en Lanzarote, no es lamentablemente aplicable a un proyecto que, en el caso que nos ocupa, el arquitecto sí hubiera querido hacer, pero que por motivos ajenos a él no fue posible concretar en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Teníamos vagas referencias del mismo en algunas de sus biografías y también en algunas revistas de arquitectura de los años 70, pero la documentación e información era siempre la misma, sin determinar la ubicación y poder tener acceso al proyecto completo. Y como uno es curioso por genética, decidimos tirar del hilo hasta ver donde podíamos llegar.

Y lo primero que averiguamos es que este proyecto de Fernando Higueras, el único que redactó para la isla de Gran Canaria, y a pesar de figurar como promotor una empresa denominada Otasa, realmente presenta como primer impulso traducido en un encargo, a otro arquitecto, compañero de carrera y amigo suyo, con el que había empezado a colaborar en 1966, y que no es otro que Juan Manuel Ruiz de la Prada, recientemente fallecido (y padre de la diseñadora).

Ruiz de la Prada, con una obra arquitectónica ya significativa a mediados de los años 60, fundamentalmente en Madrid, además, tenía también una doble faceta de promotor y empresario. Tras alguna colaboración previa entre ambos arquitectos, en el año 1966 -se cumplen ahora 50 años- le encarga a Fernando Higueras y su estudio, un edificio de Locales Comerciales y Viviendas en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Este encargo se produce en una de las calles principales de la ciudad, concretamente en la calle León y Castillo, sobre una parcela de 1.050 m2 aproximadamente y con una ubicación excepcional: tiene tres fachadas, una forma bastante regular, y sobre todo unas vistas directas espectaculares sobre el Arsenal y el Puerto de Las Palmas. La ordenanza posibilitaba construir seis plantas de viviendas y una de locales comerciales (más sobreplanta), convirtiéndose en una excelente parcela para que tanto Fernando Higueras como su socio, Antonio Miró, desarrollen un trabajo en un momento en que el estudio de ambos está produciendo algunos de sus mejores proyectos, tanto dentro como fuera del territorio nacional. Es además, el único proyecto de uso residencial, no turístico, con una tipología propiamente urbana, en manzana cerrada, realizado en Canarias, que proyecte el genial arquitecto, según las consultas realizadas, tanto en la Fundación Fernando Higueras, como en su archivo profesional, donado al Colegio de Arquitectos de Cataluña (COAC).

Fernando Higueras y su socio diseñan un edificio que finalmente plasman en un proyecto de ejecución en marzo de 1967. En las carátulas del proyecto definitivo que se pueden ver en el COAC aparece también el nombre de J. M. Ruiz de la Prada, pero tal como se observan en los planos originales señalados, y como nos confirmaron posteriormente en la Fundación Fernando Higueras, la participación de éste fue puramente testimonial como promotor del encargo, y no como coproyectista. De hecho, ninguno de los planos está firmado por Ruiz de la Prada, y sí solamente por Fernando Higueras y Antonio Miró, a pesar, como se ha dicho, de figurar el nombre de los tres arquitectos en cada plano.

Ese mismo año de 1967, el estudio de Higueras también diseña el proyecto de viviendas para militares en Madrid, la referencia más inmediata al proyecto que nos ocupa, por ser coetáneo, siendo muy similar ambos -salvando las superficies de ambas parcelas y en menor medida la ordenanza- en su diseño y características constructivas y de acabados. La meticulosidad de los planos observados, y la descripción de la estructura y los materiales en ellos incluidos, confirman estos aspectos arquitectónicos equivalentes. Esa referencia y el edificio, que en el caso de Madrid fue finalmente construido y constituye uno de los mejores ejemplos de arquitectura de la segunda mitad del siglo XX en esa ciudad, propician que la imagen final del edificio no proyectado, si nos aventuramos a preguntarnos como hubiera sido realmente si se hubiera construido, tengan en un alto porcentaje, una semejanza a este edificio de Madrid

Los croquis preparativos previos también incluidos en el documento existente en el COAC reflejan la evolución del proyecto, pero siempre manteniendo una base a partir de varias premisas, referidas a proyectar cuatro viviendas exactamente iguales, con escalera y dos ascensores, principal y de servicio, por cada dos viviendas y rematando esta idea en cada planta, con otras dos diferenciadas "en esquina". En total, el inmueble hubiera tenido 36 viviendas.

Los pilares hexagonales con capiteles troncocónicos de hormigón visto en las primeras dos plantas que pasan a ser pantallas de hormigón visto en las siguientes, se convierten en el protagonista más importante de la imagen final del edificio en la zona de uso comercial (planta baja y entreplanta), y que junto con las terrazas/jardineras y parasoles corridos de hormigón visto, que vuelan sobre la estructura del edificio, y que conforman planos horizontales que se idean como "jardines volados" y filtros de control en el Invierno y Verano, tienen como resultante el alzado y la imagen final del volumen buscada por Higueras: una envolvente respetando la alineación de la parcela frente a una "segunda fachada", en la que se ubica el programa residencial propuesto, con paños ciegos y zonas acristaladas. Esta solución final de doble fachada, muy característico en su arquitectura, que en el proyecto que nos ocupa, se generan hacia las calles Cirilo Moreno y León y Castillo -"se abre el telón", por fin ya tenemos ubicado con exactitud el proyecto- , resuelta con hormigón visto en su color y textura, tan característico en la trayectoria profesional de Fernando Higueras, resumen el proyecto no construido que aquí analizamos. Tal y como me comentaba Lola Botia, su mujer, la utilización del hormigón en sus obras, siempre era uno de los puntos de partida de Fernando Higueras, irrenunciable para él, apareciendo ya ese material en su Proyecto Fin de Carrera realizado por el arquitecto, en el año 1959.

Se podría hablar en este punto, más en profundidad, de la evolución y de las diferentes soluciones de distribución de cada vivienda y, en especial, en buscar la mejor solución en planta para la vivienda "de esquina" que se pueden ver en los maravillosos croquis, decenas de ellos, que hemos podido contemplar en su archivo. Y de las propuestas definitivas, en la cual podemos ver unas viviendas muy diáfanas, con espacios flexibles gracias a divisiones interiores con tabiques móviles, que generan una continuidad en el espacio principal (zona de día), de cada una de ellas, y en la cual desde el acceso principal (vestíbulo) la visión se prolonga hasta las terrazas y por tanto, hasta el espacio exterior. Pero no es el objeto de estas líneas, analizar en detalle el proyecto, que podrá desarrollarse en trabajos posteriores.

Si los croquis previos, que en un arquitecto de este talento como dibujante y proyectista, son una verdadera delicia de contemplar, las fachadas definitivas por su rotundidad y grafismo, con la idea de la "doble fachada" comentada, son seguramente lo más extraordinario desde el punto de vista documental y arquitectónico del proyecto elaborado - y que se ha podido consultar -, como seguramente también lo hubieran sido, si el edificio finalmente se hubiera construido. Contemplados los planos originales de los alzados, en un rápido vistazo, tiene uno la sensación, seguramente de manera muy subjetiva, causado quizás por el entusiasmo que generó la visita al archivo de sus proyectos, de estar contemplando las fotografías de una maqueta del proyecto o incluso, de unas imágenes en blanco y negro del inmueble ya construido, por la calidad del dibujo y la expresión de éste. Pero, desgraciadamente, estas descripciones e ideas aquí plasmadas no pueden ir más allá de relatar lo que se vio solamente en esquemas y planos la visita a Barcelona, y que lamentablemente sólo se quedaron en un documento de proyecto de ejecución.

El volumen proyectado se completa con la planta baja y entreplanta, y vacíos entre éstas, con uso comercial y muy pocos pilares, eso sí de grandes dimensiones y sección característica, para propiciar más libertad a los locales. Los tres portales que conducen a las viviendas vuelven a recordar al edificio de la Glorieta de San Bernardo en Madrid, e incluso, viendo las soluciones dibujadas para esas entradas, parece haber alguna aportación puntual del "promotor" del edificio, al recordar también la propuesta, a soluciones de Ruiz de la Prada en los portales (vacíos incluidos) en algunos de sus emblemáticos edificios del barrio de Salamanca, e incluso en el que proyectó en Gran Canaria algunos años después. A estos se accede unas veces subiendo y otras descendiendo desde la acera, consiguiendo reforzar la imagen de rotunda continuidad finalmente buscada por el arquitecto con la doble fachada, evitando partir la estructura (forjados) horizontal, y por tanto, el alzado principal y que en la solución del inmueble actualmente construido, se prefirió "partir" el edificio en dos.

El proyecto finalmente, y por razones desconocidas no llegó a ejecutarse (en su lugar se construyó uno con el mismo uso y parecida ordenanza, por la empresa Cubiertas y Tejados, actualmente Acciona, a finales de los años 70, y cuyo autor fue otro arquitecto), pero figura como uno de los más significativos proyectados por el estudio de Fernando Higueras, en la mejor y más productiva etapa de éste.

Y sirvan estas líneas para sacar a la luz con más detalle de lo que hasta la fecha existían, algunos datos e imágenes, mezclado con algún sentimiento de rabia por su no ejecución, acerca de este magnífico proyecto que, tristemente, no hemos podido contemplar y disfrutar construido en nuestra ciudad, como un edificio de uno de los mejores y más geniales arquitectos nacionales de la segunda mitad del siglo XX, y que en cualquier caso figura como la única obra proyectada por Fernando Higueras en la isla de Gran Canaria.

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