La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista a Ramón Déniz Vázquez

"He trabajado muchísimo, pero gracias al buceo he vivido muy bien"

"Haciendo trabajos submarinos siempre se cometen errores, aunque hoy tenemos aparatos mejores", asegura el buceador profesional y gerente de Subservicios

¿Cómo recibió su nominación a los premios de la Fundación Puertos de Las Palmas?

Me llamaron hace casi un mes y me dieron la buena noticia. Me sorprendí y les di las gracias. Sentí un montón de cosas, porque yo llevo en esto desde 1968; el día que me lo dijeron no dormí muy bien, porque me alegró un montón. Aquí hay personas más viejas que yo incluso que también se lo merecen. Pero yo he trabajado muchos años también con la Autoridad Portuaria y he estado por todo el mundo.

No siempre ha ejercido a través de su empresa.

Primero estuve, muy poco tiempo, en una empresa llamada Alonso Molina. Y luego empecé en Servicio Naval Submarino, que es donde hice mis primeros trabajos. Cuando decidió cerrar en 1984 me quedé yo con ella; la renombré como Subservices. Entré como buceador y acabé como encargado. Pero nunca dejé bucear, incluso hoy sigo haciéndolo. Lo que pasa es que ahora hago cositas de reconocimiento y poquitas cosas, pero sigo en activo.

Porque a usted le apasiona el mundo del submarinismo.

Claro. No he hecho otra cosa en toda mi vida.

¿Y en su tiempo libre?

También buceo, y hago pesca submarina. Y tengo un barco atunero en Mogán.

¿La empresa siempre se ha encargado de reparaciones navales submarinas?

Sí. Lo que pasa es que hemos hecho muchos reflotamientos en África y a veces hay que hacer cosas también fuera del agua, como soldaduras. En África hasta hemos tenido que inventarnos cosas, como para sacar un barco hundido.

Prácticamente llegó a especializarse en reparaciones de buques de la Unión Soviética, ¿no?

Forma parte de un conjunto de lo que nos hemos dedicado siempre. Nosotros nos dedicamos a reparación a flote, que es sacar hélices, cortar bajo el agua con el soplete... La flota soviética fue una más de las que entró. Pero aquí se ha hecho lo mismo siempre: limpieza, soldaduras...

¿Recuerda alguna anécdota con los rusos?

Sí. Trabajábamos mucho con ellos, se ganaba dinero y cuando terminábamos la faena en el barco lo celebrábamos todos juntos. ¿Cómo? Nos íbamos a comer y a beber. Los rusos son muy amables, serviciales y serios. Hoy en día seguimos con cuatro empresas rusas, de las pocas que quedan aquí. Pero ahora, sobre todo con el sector pesquero como está...

¿Hasta qué punto les afecta a ustedes?

Nosotros teníamos entre 60 y 70 barcos rusos al mes. Ahora tenemos dos o tres cada seis meses. Afecta a las empresas de reparación naval; un barco tiene que salir y entrar otro, como era antes.

¿Han pensado en reinventarse para poder afrontar un momento como este?

Lo que sí estoy haciendo es prepararme en algún otro sector. Y la empresa en sí se ha reinventado, porque ahora hacemos trabajos más sofisticados como sacar hélices de plataformas.

A lo largo de su carrera profesional de más de 50 años habrá vivido anécdotas de todo tipo.

¿Malas o buenas? [Risas].

Primero las malas, si quiere.

Haciendo salvamento en África a veces me he visto muy apurado, porque las mareas allí son muy malas, y me han tocado temporales. He tenido tres accidentes de buceo por descompresión. Haciendo trabajos submarinos siempre se cometen errores, aunque hoy tenemos unos aparatos mejores con los que se cometen menos, y además tenemos una cámara hiperbárica para nosotros solos. En una ocasión se me cayó encima un alud de piedras; me cogió a 23 metros de profundidad en una zanja, y estuve diez minutos enterrado hasta que me rescató un compañero. Lo peor de todo fue la espera hasta que él llegó. Otra vez, haciendo la potabilizadora, que la hicimos nosotros, estuvo a punto de ahogarse un amigo. Y en alguna otra ocasión me he visto apurado. También he estado dos veces en una cámara de descompresión: 44 horas una vez y 30 otra.

Pero a pesar de todo usted ha seguido con esta profesión. Eso es pasión.

Cuando me operaron, al mes estaba yo otra vez ahí. Esto es mi vida y lo ha sido siempre.

¿Desde qué edad?

Desde que tenía 14 ó 15 años ya yo buceaba.

¿Y anécdotas buenas?

Muchas, como la primera vez que vi un submarino cuando hice la mili. Y bajo el mar se ven muchas cosas muy bonitas, como lobos marinos y algunas focas pasando a mi lado; cosas así.

Impresiona, ¿no?

Impresiona, pero si estás adaptado... Cuando llevas mucho tiempo en esto no piensas ni que te va a pasar nada ni nada por el estilo. Yo incluso me he llegado a quedar dormido trabajando bajo el agua.

¿Sí?

Claro, del cansancio.

¿Con qué se queda de estos más de 50 años?

Me quedo con que a través del buceo he vivido muy bien. He trabajado muchísimo, pero he visto muchas cosas y mucho mundo a través del buceo. Lo que más me llena es que es mi profesión, y la adoro a muerte. Yo me meto en el mar, bajo el agua, y me siento como si fuera un pez. Y me meto por todos lados; incluso por donde no vea, que es lo más difícil. Y donde más me sentí útil fue en África, porque allí no había nada, y nos las tuvimos que ingeniar para sacar barcos adelante; allí es donde siente uno de verdad la profesión.

Compartir el artículo

stats