Los negocios colindantes con el parquin de San Bernardo comienzan a notar ya la falta de clientela, desde que se hizo público el lunes de esta semana que el Ayuntamiento obligaba al adjudicatario al cierre de la instalación por problemas serios en la estructura y por el fin de la concesión, después de 45 años. Así lo manifestaron ayer empleados de algunos de los negocios más cercanos al aparcamiento, cuyos trabajadores informaban a los abonados de los trámites a seguir para solicitar el reembolso del dinero que habían adelantado por tener una plaza.
La empresa concesionaria del parquin -Empark-, por su parte, tiene predisposición a arreglar los desperfectos. Así se deduce de la reunión que mantuvieron ayer con la coordinadora general de Economía, Hacienda, Patrimonio y Contratación del Ayuntamiento, Mercedes Cejudo Rodríguez. En la misma, se comprometieron a trabajar la próxima semana con los técnicos municipales para determinar qué partes deterioradas corresponden a la concesionaria por falta de mantenimiento y cuáles a la administración local y sus servicios públicos. Al parecer, el aparcamiento sufría continuas filtraciones de agua provenientes de la calle.
Empark tendría interés en continuar con la prórroga pero el Ayuntamiento ya ha dejado claro que lo primero que tiene que hacer la empresa es arreglar los desperfectos y después, si quiere, optar al concurso público. El Consistorio ya les comunicó el fin de la concesión el pasado mes de febrero, aunque les dejaron unos meses más hasta conocer el informe final de los técnicos de Patrimonio para ver en qué situación se encontraba el inmueble.
Si las dos entidades no llegan a ningún acuerdo sobre quién se debe hacerse cargo de los costes de la rehabilitación, que se han estipulados en unos 2,7 millones de euros, el Ayuntamiento asegura que acudirá a la vía administrativa y judicial si se precisara. De momento, se apuntalarán todos los pisos del inmueble- solo está el último- para que no haya ningún derrumbe.
Preocupación
Los comerciantes cercanos a San Bernardo pedían ayer que el Ayuntamiento busque una solución lo antes posible porque los negocios ya empiezan a resentirse. Así lo manifestaban Patricia Santana y Mila Lara, empleadas de El Kilo y La Papelería San Bernardo, respectivamente.
Santana aseguraba que tienen clientela de otros municipios y que desde que saltó la noticia se ha notado la bajada de ventas. "Sabíamos que estaba muy mal, pero no pensábamos que el cierre era tan inmediato". Ella era abonada del establecimiento y ha tenido que buscar plaza en el aparcamiento de Rafael Cabrera puesto que viene de Telde todos los días al trabajo y necesita coche. El cambio le ha supuesto tener que adelantar el reloj en unos 20 minutos, que al tener el turno partido se ha convertido en más de una hora al día "que para una madre con una niña pequeña es muy importante".
En la papelería también se ha notado el descenso de clientes. Lara pide una rápida solución porque si tienen que hacer obras, cuanto antes las terminen mucho mejor. "Si no es así, esta zona puede quedar muerta".
La misma preocupación tiene el encargado del restaurante La Tagliatella, Joe Alejandro Jiménez, aunque ellos hasta este fin de semana, días fuertes del negocio, no comenzarán a ver el impacto que supone en la caja el cierre del parquin. "Para nosotros es muy importante tener un parquin cerca porque por los alrededores no hay zonas de estacionamiento y los agentes controlan mucho al tratarse de un área peatonal", dijo.
El concejal de Urbanismo, Javier Doreste, se comprometió ayer con la Asociación de Empresarios y Comerciantes de la Zona Abierta Triana a agilizar el asunto para que la obra esté resuelta en los próximos seis meses. Así lo indicó la portavoz de la organización, Nereida Vizuete, quien indicó que el aparcamiento es "vital" para el pequeño comercio.
