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Maestro de vida

Juan José Segura cumple 102 años - El vecino de Escaleritas nació en Cuba pero fue profesor en La Gomera, San Andrés y la capital

juan José Segura junto a su hija Inmaculada Segura, su nieta Vanesa Hernández y su bisnieta Sherezade Palma, en el domicilio donde conviven. QUIQUE CURBELO

Juan José Segura Ojeda, vecino de Escaleritas, cumplió ayer 102 años en compañía de sus familiares y amigos. Su periplo familiar le llevó a cruzar el charco pues, nacido en la provincia cubana de Camagüey, es hijo de un matrimonio natal de Bañaderos que emigró a Cuba en busca de fortuna. Sus padres, cuenta Juan con una envidiable memoria, se adentraron en un viaje migratorio en busca de nuevas oportunidades. Durante la travesía en barco concertaron un contrato laboral con un terrateniente que les ofreció trabajar en las cañas de azúcar. "Y ahí, en Ciego de Ávila de la provincia de Camagüey fue donde nací yo, el 3 de mayo de 1914".

El trabajo en las tierras cubanas posibilitó a los padres de Juan hacer riqueza para poder comprar una casa en propiedad en Bañaderos para su regreso. Y no solo una vivienda, además, con el dinero que enviaban fundaron la Banda de Música municipal de Bañaderos, donde varios miembros de la familia se incorporaron a su regreso a Gran Canaria, entre ellos Juan que tocaba el clarinete.

Fruto de ese matrimonio de emigrantes retornados nacieron 11 hijos, cinco de ellos en Cuba y el resto en Bañaderos. Juan recuerda con añoranza la vuelta a Gran Canaria a la edad de 7 años. En su juventud estudió magisterio en el antiguo instituto Pérez Galdós, pues dedicarse a la enseñanza de valores y cultura general era lo que le apasionaba, afirmó con una gran sonrisa. Su primer destino fue en La Gomera con 18 años, en el pueblo de Macayo, que también estrenaba centro educativo y al que "acudía cada día en una falúa para dar clases durante dos años. Fue mi primera experiencia y muy gratificante", recuerda con cariño.

Posteriormente pidió traslado a Gran Canaria donde se encontraba su esposa Concepción Santana, y lo consiguió para el colegio de San Andrés, al que iba en bicicleta desde su domicilio en Bañaderos. Al terminar su jornada laboral Juan aprovechaba para dedicarse a su gran pasión fuera de la enseñanza: la pesca. "Muchas veces ni siquiera volvía a casa a comer después de la escuela, mi mujer me mandaba con alguno de mis hijos algo de comida para pasar el resto del día en el risco, mientras pescaba".

Conforme iba creciendo la familia de Juan y Concepción con nueve hijos ya en el mundo, este maestro pidió destino a la capital grancanaria para darle una mayor estabilidad a sus descendientes y que estos tuvieran más facilidades. De este modo el barrio capitalino de Escaleritas acogió a la familia en 1956, donde nacieron sus dos últimos retoños. Fue entonces cuando comenzó a impartir materia en el Grupo Escolar de Isabel la Católica, donde dedicó la mayor parte de su carrera profesional hasta que se jubiló cuando cumplió los 70 años.

Abilio Cabrera fue alumno suyo cuando estudiaba en este centro educativo de la capital: "Fue un gran maestro sin duda. Nos inculcó muchos valores". Ambos recuerdan entre risas y con gestos cuando Juan lanzaba tizas para captar la atención de los alumnos que se despistaban. "Hasta el último banco llegaba la tiza, tenía fuerza pero no les hacía daño", apunta Juan con una sonrisa pilla.

Mostrando su carta de escolaridad de la época, Cabrera hacia alarde de la buena caligrafía que tenía Juan y recordó que las buenas notas que obtuvo eran gracias a la forma de enseñar de Juan y los valores que este infundió a sus estudiantes: "Él no pegaba, nos enseñaba a ser respetuosos y a tener dignidad. Además nuestros padres colaboraban mucho con él. Antes aprendíamos caligrafía con la letra gótica y el plumín y con un solo libro dábamos todas las materias. Era cultura general y conocimientos básicos, no cómo ahora. En matemáticas, por ejemplo, todo lo hacíamos con cálculos mentales y eso nos ayudaba a tener la cabeza siempre en funcionamiento. Sin duda recuerdo su enseñanza con gran cariño, por eso sigo visitándolo después de tantos años", apuntó Cabrera al hablar de sus años en el colegio con Juan en el día de su cumpleaños. "Y cuando teníamos faltas de ortografía nos aconsejaba escribir las palabras de todas las formas posibles para detectar el error, y si este persistía Juan nos hacía repetirlas bien escritas 100 veces, para que no se nos olvidase, quién diría que después el viviría más de 100 años", bromeaba.

Al jubilarse este hombre todoterreno se dedicó a trabajar en las plataneras en las tierras propiedad de su mujer en Bañaderos, quien falleció en 2004. "Me entretenía en ayudar a los capataces de la finca de las plataneras, hasta que me quitaron el carnet de conducir con 91 años, después me retiré de toda actividad y solo me quedaba el hobby del dominó y las cartas, así enseñaba a mis nietos y bisnietos".

Sin duda, la apasionante y longeva vida de Juan Ojeda le llevó a presenciar las cuatro formas de gobierno que se han sucedido por este país, desde la monarquía de Alfonso XIII, pasando por la República, la posterior Dictadura Franquista tras la guerra civil hasta la instauración de la Democracia: "Y he sobrevivido", bromeaba, "no llegó ya a contar tantos años, eso sí el buen humor es lo que nunca hay que perder".

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