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Aniversario La Casa de Galicia cumple 65 años

La Casa de Galicia, la nueva Ave Fénix

La sociedad iniciará pronto la rehabilitación de su sede, inutilizada por un incendio en 2014

"Nos vemos el sábado en el Náutico, no... ¡en el Metropole! Como no tenemos casa esto una locura, menos mal que tenemos amigos". La frase, con acento gallego y entre risas, la soltaba este martes en el Club Victoria Marisa González Lagaron, maestra del colegio César Manrique, a sus paisanos durante la celebración del Día de Las Letras Gallegas después de que la Banda de gaitas y el coro de la Casa de Galicia moviera la morriña a los presentes. El yerro hacia reír a los congregados, pero daba cuenta del peregrinar de esta sociedad, fundada en la década de los 50 del siglo XX, desde que un aciago incendio en junio de 2014 les dejara sin cobijo. Gracias a esos amigos -entidades sociales, deportivas y recreativas de la ciudad- celebran hoy en el Club Metropole su 65 años de historia.

Como el Ave Fénix, la Casa de Galicia, Medalla de Plata y Oro de la Ciudad y Can de Plata del Cabildo insular; entre otras distinciones que tiene en su haber por su labor en la ciudad, se esfuerza en renacer de sus cenizas. La nueva junta directiva, presidida por Albino Aneiros, anunciaba ayer a los socios que pronto se iniciarán las obras de reforma de la primera planta de la sede de la institución, en la calle Salvador Cuyás, número 8; donde se situaba el restaurante que, en régimen de alquiler, ofrecía a residentes y visitantes la rica gastronomía gallega, y en cuya cocina se inició el fuego que provocó la inutilidad del inmueble -no hubo víctimas personales- y el calvario para los socios y el expresidente, Ricardo Villares, alma mater de la entidad en los últimos 30 años, con la aseguradora del local.

Las dificultades de entendimiento entre ambas sociedades han comenzado, sin embargo, a sortearse tras meses de estancamiento por diferencias económicas, y en donde la única salida que parecía vislumbrarse en el horizonte para la Casa de Galicia era la vía judicial. Así lo contaba esta semana el presidente de entidad, Albino Aneiros, expectante por dar la buena nueva a los socios, especialmente a los mayores.

El objetivo de la nueva junta es reformar la primera planta para alquilarla de nuevo como restaurante y así obtener beneficios para poder rehabilitar el resto del edificio, propiedad de los socios.

Jesús Piñeiro está convencido de que la Casa de Galicia volverá a abrir sus puertas en el distrito Puerto-Canteras, aunque él sabe que necesitaría "otra vida" -tiene 94 años- para seguir colaborando como lo han hecho él y su mujer, María, durante años en la entidad.

Piñeiro es uno de los socios más longevos del club y testigo de la primera asamblea fundacional, celebrada un 24 de mayo de 1951 en el Círculo Mercantil después que se convocará a los gallegos emigrantes que residían en la Isla por la prensa.

La Casa de Galicia nació para "poder compartir esa morriña que a todos nos afecta sobremanera y nos impone el peso de esos cientos de millas náuticas que se cuentan entre las costas de estas Islas Canarias y el noroeste español", según señalaba el primer libro de actas de la sociedad. Piñeiro, oficial de Marina, fue uno de los 310 fundadores de la Casa, aunque reconoce que en los primeros años no participó mucho por cambio de destino y "por estar soltero".

La sociedad, presidida por Ignacio Viéitez de Soto, y con Tomás Rodríguez como secretario, se instaló primero en el número 15 del paseo de Las Canteras y, tras varios emplazamientos, se ubicó definitivamente en 1974 en la calle Salvador Cuyás. Concebida como un lugar de encuentro para los emigrantes en Gran Canaria, la Casa de Galicia supo pronto integrarse en la sociedad canaria.

La tradicional y popular Cabalgata de Reyes se debe a ellos. Al año justo de la fundación de la entidad decidieron poner dinero para obsequiar con algunos regalos a los hijos de los inmigrantes más necesitados. Aquel pequeño desfile con los Reyes Magos del Puerto a Vegueta contó con la ayuda de los futbolistas del Celta de Vigo que, casualmente, estaban en la Isla para enfrentarse en Primera a la Unión Deportiva. Es lo que narra Carlos Platero en su libro Gallegos en Canarias.

Un desfile que no solo fue creciendo en participantes - en 1986 se integró el Ayuntamiento para su organización-, sino también en beneficiarios. En 2013 se atendió a 90.000 personas y se entregaron 100 toneladas de comida en toda la provincia. El compromiso de la Casa con la ciudad era tal que incluso tuvieron que echar mano los años previos al incendio de 2014 -el año pasado solo repartió juguetes- de una gran nave industrial para poder almacenar y distribuir los presentes que les enviaban ciudadanos y empresas.

No ha sido el único hecho que ha ligado a la entidad con la ciudad. En su sede, una antigua fábrica de tabaco a la que luego se añadió el edificio colindante, se instaló el primer bingo de Las Palmas. Así lo recordaba el Día de Las Letras Gallegas - dedicado este año al poeta Manuel María- Piñeiro, quien estuvo en una de las juntas directivas, apuntado por su mujer canaria María, gran colaboradora como costurera en el desfile de Reyes. "Se sacó dinero para pagar la Casa. Pedimos un crédito a la Caja de Ahorros a fondo perdido e hicimos acciones para que las compraran los socios".

En su tarea de divulgar la cultura gallega en todos sus aspectos, la Casa de Galicia creó una grupo de baile, reconvertido en el 2000 en una escuela de gaitas, y de una coral de más de treinta voces que hoy dirigen Alberto Montero Falcón y Antonio Hannah Rivero. Y entre 1992 y 1999 logró organizar un Festival de Habaneras con ayuda del gobierno de la Xunta y del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

También ha tenido equipos femeninos y masculinos de fútbol, balonmano y baloncesto, en diversas categorías, durante algunos años. Y su biblioteca cuenta hoy con más de 2.700 libros para difundir la lengua gallega. Edita, además, una revista sobre sus actividades con el título Aturuxo.

Marisa González Lagaron, que llegó a primeros de los años 90 a la Isla, reconoce que la Casa de Galicia era "un reducto de mi tierra, donde se ayudaba a cualquiera que lo necesitara". Y no solo gallegos, puntualiza. González asegura que en esta ciudad era "un grado ser gallega; abría puertas" para explicar el afecto y el cariño que siempre han tenido los canarios con la Casa de Galicia y que amigos de otras comunidades le hacían ver.

El espíritu fundacional está intacto pero ahora solo falta remontarlo y embarcar en ello a las nuevas generaciones porque ese es el hándicap que tiene la Casa de Galicia, que aunque ha logrado sortear el tiempo en comparación con otras casas regionales, se encuentra el problema del relevo para continuar.

Es la opinión de los socios -actualmente 140 familias - y de los miembros de la nueva junta directiva que encabeza Albino Aneiros. Su objetivo más inmediato no es solo reabrir la sede, sino conseguir que los jóvenes encuentren refugio en la Casa de Galicia con diversas actividades. Una tarea más dura quizás que la reapertura de su casa renovada.

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