Presentarla es perder el tiempo. Es muy conocida. Hace dos años y pico la Cope no fue elegante con la que ha sido una de las voces más batalladoras de la radio en Canarias pero en la pena llevan la penitencia. La franja horaria que cubría Flora con su más que conocido A Chirona no la ha podido sustituir nadie. Hoy ella está feliz viendo la vida pasar, rechazando ofertas de colaboración, ordenando cosas y observando sin la prisa esclava de un reloj que marcó su tiempo durante muchos años, 41, el minutado de su vida, el minutado de la radio. La conocida comunicadora que en la radio lo ha hecho todo no es amiga de entrevistas. Es más; aquí tienen la primera que concede en un medio impreso. Y para las fotos, ni les cuento. Tiene una curiosa tesis que seguramente sea cierta: "A los oyentes", dice, "no hay que desvelarle el físico; ellos se hacen una idea de la persona que les habla, buena o mala, pero es la de ellos y la realidad muchas veces les defrauda". Dice que las voces fuertes, con carácter, enérgicas desprenden la imagen de mujer morena y que las voces suaves, sin ruido, la de una rubia. Vaya.

"La intimidad de la radio te protege y en cierta medida genera una corriente de complicidad con los oyentes, que son, ellos y yo. Quiero decir; no nos conocemos las caras pero nos tenemos afecto y nos reconocemos por la voz. Eso me gusta, me produce seguridad y me mete en un mundo, la magia del estudio, que es como mi zulo".

Flora Martín nació en Fuerteventura y ya se imaginan como era la Fuerteventura de hace unos 50 años. Un descampado. Cuando tenía 5 años murió su madre "lo que marcaría mucho mi vida". Y entonces una hermana de su madre, Leonor, a la que me pegué como una lapa desde que murió mi madre", recuerda Flora, "anunció su boda y dijo que se iría a vivir a Gran Canaria; alguien debió ver mi desolación por perderla y entonces mi padre le dijo que si podría traerme a Las Palmas de Gran Canaria. Mi adorada tía Leonor dijo "bueno, por un tiempito". Un tiempito que se alargó 41 años. Flora con diez o doce año ya acudió a clase, vivía en Santa Brígida con su familia, tía Leonor, y con el paso de los años comenzó a prepararse. Estudió secretariado porque era consciente de que había que trabajar; en casa de sus tíos "éramos 7 personas, tíos, primos, para mí como hermanos, y yo. Estaba claro que había que hacer lo posible para entrar en el mercado laboral. La vida le tenía guardada una sorpresa: Un día, "ya con 16 años una vecina me dijo que en Las Palmas habían abierto una emisora (Radio Popular) y que igual allí necesitaban personal. Yo ya había terminado el secretariado y me animé. Ella dijo que conocía a Paco Montesdeoca, por entonces Jefe de programas de la nueva emisora y no lo dudé. Me fui a hablar con él. Recuerdo que cuando llegué la emisora todavía estaban en obras, imagínate.

Del mundo de la radio Flora no tenía experiencia alguna, por no tener no tenía experiencia ni de la vida con esos escasos 16 años pero se sentía atraída por el misterio de las ondas, por las voces, por la comunicación y sobretodo le alentaba la necesidad de ayudar en la casa de sus tíos. "En la emisora empecé haciendo las pautas de la programación y las fichas de los discos que se archivaban en la discoteca. Fíjate; en ese tiempo yo vivía en Santa Brígida pero como tenía horario de mañana y tarde almorzaba en los alrededores de la emisora porque no valía la pena ir a casa". Lo dicho, un golpe de suerte estaba tocando en la puerta pero ella no lo sabía. Entreteniendo el tiempo antes de entrar a trabajar la jovencilla Flora subía a la emisora hasta que se hiciera la hora de volver al trabajo. No había nadie, creía ella. "Yo entraba, miraba, tocaba, en fin, lo normal en alguien para quien todo es nuevo". Pero la estaban observando.

Lo cierto es que la "culpa" de que Flora Martín permaneciera 41 años en la radio -Radio Popular de Las Palmas, luego Cope- no es toda de ella. Ni mucho menos. Paco Montesdeoca entró un día al estudio y se encontró a una chiquilla de 16 años sentada en el estudio, leyendo un texto que "alguien había dejado por allí". Estaba experimentando la emoción de comunicar. La vio con desparpajo y tan metida en su papel que no habló. Solo cuando ella elevó la vista vio que detrás de los cristales alguien la miraba entre admirado y sorprendido. Era Paco Montesdaoca. Esos fueron los inicios radiofónicos de quien fue a acercarse al micro, enamorarlo, y poco a poco haciéndose con pequeños programas que llevaba ella solita pero como dicen las leyendas del oeste pistolero "hasta que le llegó su hora". Y llegó.

Fue creciendo. Flora en Radio Popular y más tarde en La Cope hizo de todo; desde programas políticos tertulias, radio abierta, informativos, retransmisiones o presentaciones en público. De pronto entre col y col se planteó una lechuga que marcaría su vida profesional para siempre: A chirona un programa de denuncias en directo, cuya conexión con el oyente era piel con piel. Ellos denunciaban y Flora los escuchaba con atención no fuera que alguno dijera una barbaridad. Eran tiempos complicados; había que ser muy valiente para echarse encima semejante responsabilidad. "Se trataba de llamadas que entraban a ciegas, a decir un nombre y a denunciar, pero mira, siendo un riesgo, que evidentemente lo era, acabé conociendo por la voz a los que llamaban. Difícil meterme un gol. Siempre recordé nombre y apellidos de los comunicantes. Siempre. Ellos sabían que yo no iba a permitir faltas de respeto. A chirona estuvo 30 años en antena, nació conmigo y conmigo murió. Los límites de las llamadas, de su contenido los ponía yo. No dejaba pasar una porque el oyente como el que envía una carta a un periódico, se envalentona y puede meternos en un lío".

Nadie ha sabido nunca para donde se escora políticamente Flora Martín porque todos hemos escuchado sus sopapos a diestra y siniestra. En lo que no hay duda es en su amor a Gran Canaria. Hace años que emprendió una lucha sin cuartel para que Las Palmas fuera Las Palmas de Gran Canaria y quedara claro que Gran Canaria merecía un respeto. Lo ha defendido con ardor y se enfadaba cuando no la mencionaban bien: "Las Palmas, ¡no!" refiriéndose a Gran Canaria. "He sido el azote de los oyentes en ese sentido. Gran Canaria es Gran Canaria y además es preciosa". Una de las distinciones de las que más orgullosa está Flora Martín es la que le hizo el Cabildo de Gran Canaria nombrándola Hija Adoptiva de Gran Canaria: "Ese fue un día muy emocionante porque ésta isla no es la mía pero se ha colado en mi corazón y ahí la llevaré". Dice que alguna vez se preguntó qué sería de ella sin la radio, cómo sería su vida. Pues ya lo ha vivido; dos años y poco fuera de la emisora la han situado en otra dimensión. "Es mi pasión; hago colaboraciones puntuales poniendo voz o presentando alguna actos, pero por puro placer ¿puedes creer que para mi sorpresa he sabido vivir sin ella?". Algo sé.