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'Platanito' del tango de Cádiz

José Talavera Padilla es el único canario que canta en el coro del Carnaval gaditano que dirige su amigo José Antonio Burgar

José Talavera Padilla y José Antonio Burgar Cumbre, en los alrededores del parque Santa Catalina. QUIQUE CURBELO

Cuando a José Talavera Padilla le preguntaban qué lugar le gustaría visitar, su respuesta siempre era la misma: Cádiz. "La gente suele asombrarse, pero a mí me da igual porque me encanta", confiesa con una sonrisa. Y lo que le encanta son sus playas, su gente, pero sobre todo, el Carnaval. Sí, fueron los concursos de las carnestolendas que él sigue cada año por televisión los que le llevaron a soñar con el territorio gaditano que, por fin, pisó hace un par de años. ¡Y de qué manera! Porque fue llegar y ponerse a cantar en el coro callejero que dirigía en aquella edición José Antonio Burgar Cumbre, amigo y promotor de más de una aventura carnavalera, cuya ilusión sería pisar el Gran Teatro Falla con una agrupación de orquesta y voces canarionas.

Basta con pasar un rato con ellos para imbuirse de una de las pasiones que les ha llevado a ser familia. "Nos conocimos a través de amigos comunes y como yo siempre estaba diciendo lo mucho que me gusta el Carnaval de Cádiz, al final me invitó", recuerda Talavera Padilla. Aquella propuesta sería tan solo el inicio de un bonito proceso de aprendizaje, a veces escuchando los ensayos por teléfono, en el que no han faltado las sorpresas. La primera de ella fue nada más llegar a la ciudad andaluza y encontrarse con un tipo (como allí le llaman a las fantasías) hecho a medida para él. Y así, vestido de erudito del Carnaval se unió a los componente de Aquí algo falla, que en aquella ocasión no participaron en el certamen. Esta sería una de las primeras lecciones. "En Cádiz hay dos tipos de coros: los que concursan y están registrados y luego están los que simplemente salen a la calle a cantar".

Pero esto no es lo único que tuvo que aprender a diferenciar el canario, quien asegura que él solo se guiaba por lo que le gustaba. Y es que las carnestolendas gaditanas son todo un mundo, muy diferente a las de la capital grancanaria. Para empezar, hay que saber que no es lo mismo un coro que una chirigota. El primero está compuesto como mucho por 45 voces y su copla representativa es el tango de Cádiz, mientras que la segunda tiene una docena de componentes como máximo y se caracteriza por los cuplés y por las letras que buscan la carcajada. La cosa no acaba aquí. Faltan las comparsas, que no pueden tener más de 15 miembros para interpretar los pasodobles; y los cuartetos que pueden ser de tres, cuatro, cinco o seis personas y se encargan de las parodias y hacen un repertorio rimado.

En cualquiera de los casos, "las voces están muy trabajadas y cada año los grupos cambian de nombre, no es como aquí, que las murgas o las comparsas se llaman siempre igual", asegura José Antonio Burgar quien confiesa que envidia las orquestas de pulso y púa que hay en la Isla porque allí son "escasas". Él es autodidacta y creció admirando a Los Sabandeños cuya música sigue usando para impartir clases de bandurria. "Mi sueño sería ir a un concierto, como ya hice con Los Gofiones". No sabe cuando se cumplirá su anhelo, pero por lo pronto, ha hecho realidad el de su amigo. "Casi no pude ir este año, pero al final me quedé en paro y decidí desconectar". Talavera no se lo pensó demasiado, a pesar de que contaba con apenas unas horas para aprenderse bien la letra de los 'Capitanes del sur', que este año sí compitieron en el concurso y pasaron a cuartos de final gracias al trabajo a contrarreloj que hizo el gaditano con el coro en tan solo 25 días. "Me ofrecieron cogerlo cuando se quedaron sin director y en menos de un mes rehice casi todo y salió bonito", recuerda con una sonrisa.

El canario no llegó esta vez al Falla, pero de nuevo se pudo unir a los carruseles de la calle donde volvió a lucir un tipo que los componentes de la agrupación le confeccionaron en la noche de la final. Así que volvió a pasearse por Cádiz, a cantar a sus gentes y a disfrutar de la fiesta que tanto le gusta y, al final, fue testigo de uno de los momentos más emotivos, la muerte del tango en la que las voces le entonan la letra a una orquesta en silencio y luego al revés. Si bien lo más emotivo no se lo esperaba. Y es que Burgar le había preparado el bautizo como nuevo miembro del coro en la playa de La Caleta donde, arropado por todos los componentes que acudieron con los gorros de otras ediciones carnavaleras, José Talavera se convirtió en Platanito del tango de Cádiz.

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