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Muere Manuel Delgado Camino, propietario de la tienda Madelca

El negocio de artes plásticas lleva 61 años en la calle Cano - El empresario abrió el Centro de Arte Casa Mané en Fuerteventura

La tienda Madelca en la calle Cano

Si por algo destaca Madelca es por ese trato a su clientela como se hacía antaño, de forma personalizada, mimada. Con esa paciencia propia de quien busca encajar a la perfección los detalles, probando los distintos modelos de paspartú hasta lograr la combinación perfecta, esa que se lleva a casa junto con la cara de satisfacción. Ya sea para enmarcar un cuadro o para comprar una lámina o un grabado, deben ser pocas las personas de Las Palmas de Gran Canaria que no hayan pasado al menos una vez por la tienda que abrió Manuel Delgado Camino en la calle Cano, en la pasada centuria. Un rincón que marcó un antes y un después en la ciudad de la mano de un amante del arte que ayer falleció en Fuerteventura a los 86 años. Sus familiares y amigos le dieron el último adiós en Puerto del Rosario, antes de reposar sus restos en La Oliva, donde vivió las últimas décadas rodeado de las obras de sus artistas favoritos.

Mané, como le llamaban sus familiares y amigos, llegó al mundo el 3 de abril de 1930 en el seno de una familia numerosa. "Con él eran seis hermanos", explica su nieto Octavio Sánchez Delgado. Muy joven empezó como aprendiz en una juguetería donde se despertó su interés por la restauración de la mecánica juguetera. Este sería tan solo el principio de una afición que más tarde se extendería a la cerámica y a la imaginería. Pocos años después montó su propio taller. Tal dominio y fama llegó a alcanzar como restaurador que fue contratado para recuperar las imágenes de la Catedral de San Juan Bautista de Puerto Rico.

Pero sobre todo, Delgado Camino era un profundo amante del arte y eso le llevó a emprender una nueva aventura cuando apenas había traspasado la barrera de la veintena. "A él le gustaba mucho coger fotografías y pintar las imágenes y creo que se le encendió la bombilla". Fue en 1955, con la inauguración de la primera tienda dedicada a las artes plásticas de la capital grancanaria. "Primero estuvo en Madrid, luego la instaló en Vegueta y, finalmente, la trasladó a la zona más céntrica del entorno de Triana, a la calle Cano". Ahí es donde permanece todavía el establecimiento que acuña 61 años de trayectoria bajo el nombre formado a partir del acrónimo de sus propias iniciales: Madelca. "Todos los hoteles de Canarias tenían cuadros que se habían trabajado en el negocio de mi abuelo", asegura Sánchez.

Apenas tres lustros después, en la década de los 70, inauguró su primera galería de arte en Las Palmas y, seguidamente, una segunda en Madrid donde abanderó y promocionó las obras de sus paisanos. Fue a finales de los años 80 cuando "puso sus ojos" en la vecina Isla de Fuerteventura. Allí, en el municipio de La Oliva, emprendió su proyecto más ambicioso. Después de remodelar una antigua casona que en su día fue propiedad del médico Blas Curbelo, ubicada frente a la vivienda de Los Coroneles, y habilitar cuatro de sus salas para albergar fondos artísticos, en 1991 inauguró Casa Mané. También conocido como el Centro de Arte Canario, en su interior pronto empezaron a resonar los nombre de Mario Antígono, Pepe Dámaso, Lola Massieu, Pedro González, Juan Gopar, Alberto Manrique, Alberto Agulló y, más tarde, Víctor Sicilia. Estos tres últimos, según confiesa su nieto, eran sus favoritos y, por ello, sus obras se exponen de forma permanente. "Actualmente, contamos con una muestra temporal de hasta 26 artistas", apostilla.

Aunque ha dejado varios sin terminar, en el Centro también hay cuadros pintados por el propio Manuel Delgado, quien tuvo dos hijas, Mariola y Belinda. Esta última es quien desde hace años se hace cargo del negocio familiar que se mantendrá en pie, a pesar de su ausencia. "Una de sus ilusiones era que yo acabase la carrera de Turismo para trabajar con mi madre en la gestión del centro", cuenta Belinda Sánchez Delgado, hermana de Octavio y nieta del fallecido mecenas.

Otro de sus anhelos era ampliar el espacio de Casa Mané para que los artistas tuvieran allí su propio estudio. "En su día, cerca de la casa, también tenía la ermita, donde siempre había gente haciendo cerámica; y el monasterio en el que había un monolito que también se podía visitar. Pero la crisis hizo de las suyas y hubo que cerrar, así como tampoco se pudo hacer la ampliación". Pero esto nunca fue impedimento para que Delgado Camino disfrutase de aquel rincón en el que había puesto el corazón. "Por las tardes, cuando cerraba el negocio, solía pasear por la galería o regaba las plantas del jardín".

Otro recuerdo que le viene a la memoria a su nieto Octavio es el día que, con motivo de la visita del expresidente regional, Paulino Rivero, se levantaron a las cinco de la mañana para pintar las paredes y que quedase más vistoso. Esa pasión se vio recompensada con innumerables agradecimientos, si bien fue recibir el premio Distinguidos del Turismo Fuerteventura 2015 lo que le colmó de un orgullo. "¿Sabes qué le enorgullecía también?", pregunta Octavio, "que en su Centro jamás se gastó luz porque ideó un sistema por el cual entraba luz natural en la galería en la que están expuestas las obras". Su nieto, que le describe como un "hombre estricto y reservado", no puede ocultar la voz de orgullo al hablar de él.

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