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Aniversario 40 años del rapto de Eufemiano Fuentes

Historia de un secuestro

Hace 40 años Eufemiano Fuentes fue sacado de su casa y hallado muerto en un pozo - Ángel Cabrera 'el Rubio' fue acusado del crimen

El cadáver del empresario es sacado del pozo

La madrugada del 2 de junio de 1976 el empresario tabaquero Eufemiano Fuentes dormía con su esposa, Antonia Naranjo, cuando fue despertado en su habitación por un desconocido encapuchado que le ordenó salir de la mansión de Las Meleguinas (Santa Brígida) portando las llaves de su propio coche. Ambos subieron al Cadillac de color gris con matrícula GC-7379-D y, según algunos testigos que en aquel momento desconocían el calibre de lo que estaban presenciando, se dirigieron hacia el norte de la Isla. Esta fue la última vez que se vio con vida al conocido cacique del franquismo y, de ello, se cumplieron ayer 40 años. Su cuerpo mutilado fue hallado poco después en un pozo de Tenoya y la policía de la época señaló como culpable al también ya fallecido Ángel Cabrera Batista, el Rubio.

La crónica negra de uno de los sucesos más sobrecogedores que han tenido lugar en Gran Canaria comenzó en las dependencias de la Guardia Civil, adonde se digirieron la mujer y la hija del desaparecido. Según escribió la periodista Marisol Ayala en un artículo publicado en este mismo periódico el 27 de febrero de 2005, bajo el título Levántese, vístase y véngase conmigo..., Teresita del Niño Jesús Fuentes Naranjo relató ante la Benemérita que en torno a las 4.45 de aquella mañana había recibido una llamada de su madre alertándole del rapto de su padre.

La viuda había esperado un tiempo pertinente para avisar de lo ocurrido por temor a que el secuestrador cumpliera su amenaza de matar a su marido. Ella había sido horas antes la única testigo directo del episodio que tuvo lugar en su alcoba. En su texto, Ayala también contó lo que declaró la mujer, que en aquel entonces tenía 62 años. Antonia Naranjo narró cómo de madrugada un movimiento brusco de su marido la despertó. Fue entonces cuando oyó una voz desconocida que ordenaba salir de la casa al empresario que, en ese momento, encendió la luz el tiempo suficiente para que pudiese apreciar que se trababa de un hombre de mediana estatura, vestido de negro y con la cara tapada por un pasamontañas.

A ella no se la llevó, pero recibió la advertencia de no moverse o de lo contrario sería su esposo quien pagaría las consecuencias con la muerte. Minutos después la mujer del empresario escucharía alejarse de la mansión satauteña el motor del Cadillac que fue encontrado abandonado al mediodía siguiente sin ocupantes. Esperó un poco y después llamó a su yerno.

Teresita del Niño Jesús acudió a casa de sus padres y, según contó después a los agentes, fue allí donde le cogió el teléfono al secuestrador que se identificó como Rojo 13 Mpaiac y le indicó que leyera la carta que había en la biblioteca. En el escrito se solicitaban 90 millones de pesetas por el rescate. Una cantidad que la familia estaba dispuesta a pagar de no haber sido porque el intercambio no tuvo tampoco un buen desenlace. Y es que durante la cita acordada con el captor se produjo un tiroteo en el que un agente resultó herido. Otro, el inspector jefe Manuel Rey Mariño, falleció por el mismo motivo durante una de las noches en las que se intentaba dar caza entre las plataneras y rincones de la Hoya de San Juan al sospechoso (cabe recordar que existe la teoría de que esta muerte fue provocada por el disparo perdido de algún compañero confuso en medio de aquella oscuridad).

Las miradas de los agentes estaban puestas en el aruquense apodado como el Rubio. A pesar de la ardua búsqueda que llevaron a cabo los cuerpos de seguridad, Ángel Cabrera Batista consiguió zafarse y durante 13 años se ocultó en distintos países europeos, americanos y africanos. En su ausencia, apenas unos meses después de lo sucedido, concretamente en octubre de 1976, el cuerpo sin vida de Eufemiano Fuentes pudo ser sacado del pozo de Tenoya. El cuerpo se encontró irreconocible, mutilado y sin cráneo. Pero esto no fue lo único que sucedió tras la huida del principal sospechoso.

La familia Cabrera Batista también sufrió los efectos colaterales del trágico suceso. Tanto su padre, Juan Cabrera, como sus hermanos José Juan y Roberto Vitoriano fueron encarcelados acusados de colaborar con el Rubio. Asimismo, según recoge una publicación de la época del periódico El País, "el juez de Primera Instancia de Las Palmas decretó la prisión provisional del inspector de policía José Manuel Carballo por presunta violación de Rosario Cabrera, hermana del buscado delincuente canario". Además, un inocente, Bartolomé García, también murió por los disparos de la policía que entró en su piso de La Laguna, en Tenerife, al confundirle con el fugado.

Nada se supo durante más de una década del paradero de el Rubio hasta que en agosto de 1989, cuando estaba a punto de prescribir el delito, se entregó voluntariamente. Cabrera fue condenado a 34 años y un día de cárcel. De ellos cumplió casi la mitad en las prisiones de Salto del Negro, El Puerto de Santa María y Tenerife II. Según contaron algunos allegados tras su muerte, durante ese tiempo no recibió visitas ni llamadas, tal y como él mismo decidió para evitar el sufrimiento a sus seres queridos.

Ángel Cabrera permaneció encarcelado 16 años hasta que un cáncer avanzado le devolvió la libertad para pasar sus últimos días en casa, junto a los suyos. Apenas aguantó tres semanas. El 25 de febrero de 2005 el Rubio falleció en el Hospital Doctor Negrín de la capital grancanaria. Con él se llevó a la tumba lo que sabía de lo ocurrido en 1976, pues según relataron algunos amigos a este periódico bajo el anonimato, el silencio marcó sus días tras entrar en prisión. Son muchos los que el día de su entierro también confesaron confiar en la inocencia de aquel hombre que no había llegado a los 60, a quien recordaban como "algo travieso y amigo de hacer perrerías, a quien los franquistas dieron mucho cuero".

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