En unos días va a recibir la distinción de Hijo Predilecto de la ciudad en reconocimiento a su trayectoria profesional. ¿Cuántos ascensos ha vivido usted?
Son 13.
¿Tiene alguno favorito?
[Se ríe] No puedo tener ninguno favorito porque de todos guardo un grandísimo recuerdo y en todos hay alguna anécdota.
¿Puede contar alguna?
[Se ríe] Siempre cuento la misma. Prácticamente siempre cuento la misma. El día de Elche, que fue el penúltimo partido que jugamos y cuando se consiguió el ascenso. Llegamos a la ciudad y fuimos a ver el terreno de juego y allí había un señor mayor, un acomodador. Yo fui y le dije que era un campo impresionante y que había estado en la inauguración, cosa que no era cierta, y le dije que me acordaba de que el Elche calentaba en un lateral y él me dijo que me equivocaba y que era en el otro lado. Pues cuando salimos los dos equipos calentamos en el mismo sitio y eso les puso nerviosos, sobre todo al entrenador, porque nosotros no nos quitábamos del campo. Eso contribuyó a la victoria porque a los 20 minutos ya tenían cuatro tarjetas, así que les ganamos 0-4 y ascendimos ese día.
Usted es un hito en el mundo del fútbol. ¿Cómo se inició en este deporte?
Jugué, pero poco tiempo porque tuve dos lesiones graves con dos intervenciones mientras jugaba cedido en el Tudelano. Tuve que dejarlo a los 22 años, pero también tuve la gran suerte de ser futbolista de la primera plantilla de la Unión Deportiva Las Palmas. Fui en cinco ocasiones de suplente y jugué un partido en la Copa del Generalísimo. Mis inicios fueron aquí, en La Isleta, en lo que llamábamos el jardín de la infancia, en la piscina, en la calle como cualquier niño de la época, y en Las Canteras, donde todas las tardes veníamos a jugar.
¿Y cómo se convirtió en entrenador?
Pues fue algo curioso. Después de Las Palmas me vino un equipo de Palma de Mallorca que estaba en preferente para ascender a tercera división. Me contrató, me fui y cuando fueron a presentar la ficha la rechazaron porque yo no me había recalificado como profesional amateur y no pude jugar ese año. Aún así me dijeron que me quedase para entrenar y fue cuando me salió la oportunidad de irme al Mallorca. Estuve allí una semana entrenando y cuando fui a firmar el contrato tuve otra lesión muscular. Así que ahí decidí que se acababa porque estaba gafado por las lesiones y me vine aquí. Unos amigos de la Unión Moral de Gáldar me dijeron que fuese con ellos aunque no pudiese jugar.
¿Para entrenarles?
No. Eso fue después de un partido que jugaban en el Pepe Gonçalvez contra el Ferrera. Faltaban pocos minutos para que acabase e íbamos perdiendo 1-0. Entonces vi una jugada en la que había un corner a favor nuestro, miré para el entrenador y para los dos centrales y como él no les decía nada yo me levanté del banquillo y les grité, subieron y marcamos el empate. Al cantar el gol al entrenador le dio un amago de infarto. Al día siguiente el presidente y otro directivo me propusieron llevar yo el equipo, aunque yo no tenía título. Yo cogí el equipo a mitad de tabla y quedamos terceros. Fue ahí cuando vi que me gustaba, pero quedaba una cosa por hacer, que era sacarme el título. En ello me puse al año siguiente, que no entrené, y me incorporé al año siguiente con el equipo del Real Club Victoria y con ellos viví mi primer ascenso.
¿Qué cambios ha observado usted en el fútbol insular?
El cambio abismal que yo encuentro es que antes de primera regional se saltaba el primer equipo de primera división. También hay una situación con la que yo no comulgo en muchos aspectos, porque ahora, desde que un niño tiene diez años, cuenta ya con un representante. Yo respeto el trabajo de todo el mundo, pero hay veces que los representantes echan a perder a los futbolistas. Las Palmas está ahora mismo viviendo una situación de esa índole.
¿A quién se refiere?
A ver, Las Palmas está en un momento de gloria después de la temporada que ha hecho. Pero yo me estaba refiriendo a un caso muy concreto, y me voy a mojar. El tema de Nili yo no lo entiendo, lo respeto, pero creo que él tiene que pensar que tiene 20 años y debería seguir jugando en Las Palmas Atlético y seguir entrenando en el primer equipo. Ahora mismo su situación creo que le está perjudicando más que beneficiando.
Juan Carlos Valerón es otro de los premiados. ¿Le hace ilusión?
Yo a él lo conozco desde que tenía 16 años y con 18 lo hice debutar en el primer equipo de la UD. Entonces, todos los premios que le den son pocos, ya no solo en el aspecto deportivo, sino en el personal porque es una bellísima persona. Para mí fue una inmensa alegría saber que le iban a nombrar Hijo Adoptivo.
¿Cómo ve la ciudad actualmente?
La capital va avanzando y a mí me gustaría que lo hiciera algo más. Lo que pasa es que estamos viviendo unos años de penurias económicas en todos los aspectos y no podemos olvidar que somos una isla y que dependemos de Madrid para muchas cosas. Ahora se va a hacer el acuario y a mí me gustaría que se rehabilitara El Confital para todos nosotros, porque los que hemos nacido en la zona sabemos lo que es El Confital y lo que pudo haber sido si César Manrique no hubiese fallecido porque él tenía un proyecto muy importante.
