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Informe forense

En la fachada de una casa de Vegueta alguien dejó escrito en 2014 el día y la hora exactos de su suicidio, tal vez nunca consumado

Informe forense

Una norma periodística no escrita dispone la restricción de noticias sobre suicidios. Se dice en las redacciones -y probablemente haya estadísticas que así lo acrediten- que su publicación puede alentar a algunos lectores a imitar a los protagonistas de tales sucesos. Pues bien, antes que nada es necesario aclarar entonces que este reportaje no contraviene la regla, puesto que el anuncio de suicidio de que se ocupa, escrito al nivel de la calle en la fachada de una casa de Las Palmas, es eso: un anuncio. No hay constancia de su consumación.

Esta proclama, escrita en un muro de una casa de Vegueta, no está redactada con un pulverizador de pintura, como los que usan los grafiteros, sino con lápiz. Por eso pasa fácilmente desapercibida. Es necesario detenerse y aproximarse para leer la inscripción, que reza como sigue: "Hoy jueves día 8 de mayo de 2014 a las 4,25 hrs me voy a suicidar. Mi vida no vale nada y lo único que tengo es sufrimiento. ADIOS LE PIDO QUE ME PERDONE".

Un rápido examen forense, en dos de las acepciones que el DRAE registra del adjetivo forense, "perteneciente o relativo al foro" y "público y manifiesto", disparan las conjeturas sobre este mensaje. Para empezar: ¿Por qué el impulso de hacer pública esta determinación? Quizá la mano que escribe -tal vez la misma llamada a librarle del peso del mundo- es la de alguien, un hombre o una mujer, cansado de sentir que no es nada para nadie, la de alguien que escribe a los demás para mitigar su espantosa soledad. Tal vez también, y esta consideración no cancela la anterior, comparte su palabra para posponer indefinidamente su propósito, pese a que le ha puesto día y hora: el 8 de mayo de 2014 a las 4,25 horas. Puede, incluso, que albergue el deseo inconfeso de que, al leerlo, alguien frustre su plan.

Escrito con la misma economía narrativa con que se escriben las tarjetas postales, uno de los elementos perturbadores de este texto es que su autor indica hasta el minuto exacto que ha escogido para poner fin a su vida -¿por qué a las 4,25 y no a las 4,20 o las 4,30 horas?-. Pero a la vez que resulta prolijo cuando refiere este dato, hace omisión de su nombre, ni firma ni lo menciona en ningún lado, ni suministra información alguna que permita verificar su identidad. ¿Por qué, entonces, el anónimo autor manifiesta a los demás su decisión fatal, si los demás no pueden saber quién es? Pública, esta proclama es, simultáneamente, íntima.

En un examen forense como éste no cabe fingir una distancia clínica inexistente, ni ocultarse detrás de florituras retóricas, de modo que el firmante de este reportaje se ve en la necesidad de declarar a sus lectores que, abrumado por una realidad que a veces le resulta insoportable, no descarta encontrarse en algún momento en una tesitura similar a la del autor de esta huella escrita en la fachada de esta casa de Vegueta.

Por omisión o por inclusión, hay otros detalles que hacen sobreabundante el significado de este mensaje anónimo: así, las frases en las que se combinan palabras escritas en minúscula con otras redactadas en mayúscula, terminan con esa, en mayúscula y de mayor tamaño que las demás, que dice: "ADIOS LE PIDO QUE ME PERDONE". Aquí hay algo que no cuadra: o bien el autor pretendía finalizar su anuncio fatal con un ruego al ser supremo para que lo absuelva, con lo cual la preposición "a" y el sustantivo "Dios" debieran haber estado separados y no juntos, como quedaron en el muro, o bien, el "futuro suicida" quería despedirse de alguien concreto o del transeúnte, en general, con un "Adiós, le pido que me perdone". En tal caso hizo omisión de la correspondiente coma, que debió de incluir entre la expresión "adiós" y el pronombre "le". Un conocido del periodista que se hace llamar Prudencio Romero y que sabe lo suyo sobre lapsus, explica que este es un caso claro de lapsus cálami, de desliz revelador cometido en el proceso de la escritura.

En, fin, como si todo lo anterior no fuese suficiente para sumir en la perplejidad a cualquier viandante que se detenga y lea estas frases, que supuran junto a la puerta de esta vivienda de Vegueta, en el lado opuesto de la misma hay una placa con aspecto de abandono que indica que ésta estuvo ocupada por la consulta de un psiquiatra. En pesquisas posteriores, el reportero averiguará que el médico ya había abandonado el inmueble unos años antes de ese 2014 en el que habría de producirse el deceso del autor del funesto aviso, con lo que, en principio, la coincidencia en el muro de la placa de la consulta psiquiátrica y del mensaje suicida es solo una casualidad.

Ha dicho algún escritor en alguna parte que "todas las ciudades tienen una fachada esquizoide". Así también Las Palmas, que en este punto en concreto transmite con especial intensidad otra sensación a la que el DRAE también denomina forense: la de sentirse forastero. La profunda extranjería, en este caso, que provoca toparse con el muro insondable de la muerte. Por lo demás, sólo queda desearle lo mejor al autor de este anuncio. Sea lo que fuere lo mejor.

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