Esther Julia Afonso Araujo quería ser Ingeniera en Barcelona, pero la vida la llevó por el camino del alivio a los demás y ahí, en la enfermería, se quedó 42 años. Barcelona estaba lejos y era costoso salir de La Aldea, donde nació y vivió. Con esa elección ganamos todos y especialmente los niños, la pediatría, su debilidad, en general los enfermos. Nuestro personaje no ha sido madre, pero esa parcela la tiene cubierta: "Los niños son lo mejor de la vida, lo mejor. Me sé casi todos los nombres de 'mis' niños. Me embelesa su inocencia". Dicen que es una de las enfermeras de Pediatría más conocidas de Las Palmas de Gran Canaria, no en vano "he vacunado a la mitad de los niños de la ciudad, que, por cierto, muchos ya son padres, imagina". También es cierto que durante muchos años llevó el Plan de Vacunas del SCS, lo que la hizo muy conocida.

Querida lo es y mucho. Basta con ir por la calle con ella para comprobar el cariño con el que la saludan madres, abuelas, niños. Total, que con 18 años Esther Julia se vino a Las Palmas de Gran Canaria para estudiar una carrera, enfermería, de la que acaba de bajarse. Tiene tantas cosas que contar que a ella misma le cuesta ordenar los relatos. Hace dos años que colgó la bata, las vacunas, los llantos infantiles y las angustias de los papás. Ha dicho adiós a la enfermería pediátrica en su último destino, el Centro de Salud de Canalejas, en el que trabajó 20 años, pero su andadura laboral ha sido muy larga. Apunten: Hospital Insular, Hospital Nuestra Señora del Pino, Centro de Salud Juan de Quesada, Banco de Sangre de San Roque, Clínica Neurológica Sagrada Familia y el ya mencionado Canalejas. Seguramente que alguno se le queda atrás porque "yo fui pluriempleada durante 20 años, es decir, salir de un hospital y correr a otro, salir de un centro y correr a otro. Era joven, entonces había mucho trabajo y yo tenía muchas obligaciones. De hecho casi todas empezamos a trabajar a los pocos meses de terminar la carrera".

Esther Julia pertenece a la Primera Promoción de Enfermería del Hospital Insular 1971, que fue bautizada como "Operación Maxorata", porque al año de finalizar la carrera y ya trabajando en el Insular, en unas maniobras militares en Fuerteventura, murieron 13 legionarios que se arrojaron en paracaídas y un fuerte viento los estrelló. Esther Julia y sus compañeras debutaron pues en el peor escenario posible; recibiendo ambulancias, atendiendo a las víctimas del suceso que fueron trasladados al Hospital Insular de Gran Canaria. "Éramos unas chiquillas y todas recordamos aquellos días con mucho ruido, fotógrafos, carreras, llantos, y muerte. Fue un duro aprendizaje pero lo hicimos bien, porque hasta nos premiaron". Los que conocen su trayectoria profesional saben de su valía y de su pasión por La Aldea de San Nicolás pueblo del que fue pregonera en el 2003: "De eso estoy muy orgullosa porque mis padres se hubieran sentido orgullosos". Los padres de Esther Julia, José Afonso y María Araujo han sido personas principales en su vida. "Han sido mi oráculo, orientadores de mi existencia. Pero a veces la vida es muy injusta; mi padre, que tanto se ilusionó con el hecho de que yo me quedara en la capital y estudiara enfermería murió meses antes de que yo acabara la carrera. Nunca me vio ejercer y eso me produce mucha pena. Su muerte justifica mis 20 años de pluriempleo; al enviudar mi madre había que ayudar en casa, a ella y a mis hermanos, Paco y Alexis. Me los traje a vivir a Las Palmas y no nos separamos hasta que ella murió y mis hermanos hicieron su vida. Yo lo que no quería es que ni ella ni mis hermanos bajaran el nivel de vida que tenían, y bueno, ahí estaba yo, orgullosa".

La sanidad de hace 40 años era la que ya se imaginan pero la imaginación y la vocación de muchos salvaron vidas y aliviaron dolor. Entre las cunas Esther Julia ha vivido situaciones duras de las que hoy habla y aún se conmueve. Era una enfermera joven cuando trabajaba en el "Viejo Pino". "Para que te hagas una idea, en la planta había 40 camas para mí sola, es decir, 40 camas con 40 niños enfermos y como enfermera responsable más cuatro auxiliares que, aunque eran maravillosas, no tenían ni los mismos conocimientos ni la misma responsabilidad. Aquello era una proeza diaria. Tenías que atender a muchos bebés y equivocarte, ya te imaginas lo que suponía. Nos llegaban niños desde paritorios que estaban muy malitos y ahí los sacábamos adelante". De pronto se estremece recordando un caso que la marcó de tal manera que han pasado 25 años y lo recuerda con precisión.

"Creo que ha sido lo peor que he vivido en mi carrera. Un día nos llegó un recién nacido en estado crítico. Venía de Fuerteventura; había nacido horas antes. Se estaba muriendo, pero es que cuando lo observé fue terrible, porque tenía una deformación horrorosa en la cara. Tremenda. Era un niño que se moría, y de hecho murió. Sus padres eran muy jovencitos. Un momento de mucha dureza".

Dice Esther Julia que a veces se pregunta cómo sacaban adelante a tantos niños, sin apenas medios. Le duele el despilfarro que veía, porque iba en detrimento de la atención a los niños, de los enfermos. "Una cosa si te digo: si yo contara el saqueo que he visto en los hospitales, comprando lo que no hacía falta y que iban a pasar a donde muchos sabían y nadie decía?". Era un secreto a voces. Algunos incluso ya han muerto o pintan poco. Esther Julia vale más por lo que calla que por lo que cuenta.

Pero ahora le toca hacer Pilates, nadar, ocupar los días con sus muchos amigos y tal vez hacer realidad un sueño, el mismo que su madre no pudo hacer realidad. Tocar el piano. Ella es muy capaz, porque muchos tienen la certeza de que detrás de la querida enfermera hay una mujer dotada para la escena. Cuando hablamos de ello no lo desmiente: "¡Me encanta!", y sé ríe. En una fiesta ella nunca pasa desapercibida. Divertida, vitalista conversadora y buena persona.

Con los años de consulta Esther Julia ha desarrollado un instinto que es algo similar a una campana muda. Solo la escucha. "Pocas veces me equivoco. Verás; a veces la contrariedad de los padres por la llegada de un hijo es tan evidente que pienso 'estos se separan". Al poco tiempo ella o él vienen solos. Desgraciadamente acerté. Y es que la responsabilidad de tener un hijo es muy grande y no todas las parejas lo asumen, ¡con lo lindos que son!".