"No quiero terminar sin daros un consejo, y es que soñéis la ciudad futura. Os saldrán al paso, os lo prevengo, esos colosos de la lógica que se llaman hombres prácticos y os cubrirán de confusión y ridículo, pero tener el valor de no hacerles caso. Ellos creen que la construcción de una ciudad es como una vulgar obra de albañilería que hay que realizar piedra a piedra, y olvidan, a pesar de que nada ignoran, que la transformación de una ciudad es una obra de arte, es decir, una obra de conjunto, y en el arte lo que no se imagina de antemano y por entero, no se realiza".

Dignísimas autoridades; Ilustrísimos Hijos Predilectos y Adoptivos; Distinguidos con la Medalla de Oro de la Ciudad; Señoras y Señores, buenas noches.

He querido comenzar mi intervención en esta noche tan especial para Las Palmas de Gran Canaria recordando las palabras que hace justo cien años Domingo Doreste, Fray Lesco, dirigía a un grupo de jóvenes con quienes había mantenido un encuentro. Les invitaba, como deseo hacer yo esta noche a ustedes, a soñar la ciudad futura. Esa ciudad que entre todos construimos día a día y que, como una obra de arte, sólo podemos conseguir si primero la imaginamos, si la soñamos, para luego luchar por ella hasta asirla.

Mañana se cumplirán 538 años desde que Juan Rejón desembarcara con su expedición en la Bahía de las Isletas, y, -según cuentan las Crónicas de la Conquista-, cuando marchaba con sus tropas hacia Gando "con intento de reedificar la torre que habían construido los Herreras y fortificarse allí", encontró a un anciano isleño que les informó de la dureza del trayecto y de la inminencia de un choque con los súbditos del guanarteme de Telde. Por ello, al llegar junto al río Guiniguada, le pareció que aquel podía ser un punto fuerte, bien provisto de agua y de leña, cubierto de palmas, álamos, dragos e higuerales, por lo que decidió construir allí un torreón para albergue del general, un almacén para las provisiones y una pequeña iglesia que puso bajo la advocación de Santa Ana, quedando formado de ese modo "el que luego se tituló Real de Las Palmas, a causa del gran número que de ellas crecían en aquel punto".

Fue esa la simiente desde la que con el pasar de los años se ha ido forjando Las Palmas de Gran Canaria que hoy nos acoge. A lo largo de estos más de cinco siglos, la ciudad no sólo se ha extendido y crecido en número de habitantes, sino que ha sabido avanzar sintiéndose orgullosa de su pasado, pero abierta siempre a nuevas corrientes e ideas. Así hoy la sentimos como una gran capital, amable, seductora, plural, diversa y cosmopolita. Una ciudad en la que tienen cabida y conviven en armonía múltiples nacionalidades, credos y culturas. Una ciudad que afronta con valentía los retos que se nos ofrecen.

Con este orgullo de ciudad, sentimiento que sin duda compartimos, celebramos cada año nuestra Fiestas Fundacionales. Resulta una oportunidad para recordar nuestros orígenes, para participar del hecho colectivo de la fiesta, para dejar por unos instantes atrás la monótona cotidianidad, para encontrar razones que afianzan nuestra identidad. Pero también suponen el momento oportuno para reflexionar colectivamente sobre el futuro que debemos construir.

Es por eso que iniciaba mi presentación ante ustedes recordando aquellas bellas y premonitorias palabras de Fray Lesco que en octubre resultarán centenarias. Si por un momento cerráramos los ojos y tratáramos de evocar cómo era la ciudad en aquel momento y la comparáramos con la actual, comprobaríamos que en solo un siglo el salto ha resultado enorme. Ha crecido y se ha expandido dotándose de los elementos necesarios para afianzar su modernidad. Sólo a título de puntuales ejemplos, podemos recordar cómo hace sólo cien años nuestro Puerto de La Luz carecía de las infraestructuras necesarias para el atraque de los numerosos buques que hacían escala en la isla, viéndose estos obligados a fondear en la rada. Hoy es la más moderna instalación portuaria del Atlántico medio; de los de mayor tráfico de mercancías, y puerto base y de escala de numerosos y modernos barcos de crucero.

Hace sólo cien años, la carretera que unía la ciudad originaria de Vegueta y Triana con aquel puerto era de tierra, y en caso de lluvias, la locomotora que la recorría podía tardar horas atrapada en el barro. Nada había de nuestro actual Frente Marítimo, rompiendo el mar contra la antigua calle de La Marina, rozando el borde de este Teatro; las instalaciones educativas eran escasas, así como también lo era la cobertura de servicios que hoy consideramos básicos para la vida en la ciudad, como los sociales, sanitarios.

Pero a pesar de todas esas carencias que hoy podemos apreciar con la claridad que nos ofrece la perspectiva del tiempo, era también una ciudad avanzada -más incluso que lo que le habría correspondido a un núcleo urbano situado en una isla tan alejada del continente-, abierta a las ideas. Las razones, varias, podemos sintetizarlas en dos: la intensa relación con las ciudades europeas, gracias a los intercambios comerciales y la presencia de ciudadanos extranjeros al amparo del negocio portuario, y la voluntad de una población emprendedora que comprendió pronto que su compromiso con la ciudad era necesario para afianzar su competitividad y ganar el futuro.

Pero el trabajo no ha concluido. Hay quien ha dicho, seguramente con mucha razón, que Las Palmas es una ciudad con más futuro que pasado. Debemos seguir apostando por ese futuro de manera que seamos capaces de dar respuesta ante los nuevos desafíos que se nos plantean en este siglo XXI. Mejorar el espacio para una mejor convivencia y garantizar las condiciones de vida de sus habitantes, son retos indisolublemente unidos en la actualidad a un concepto de "bienestar" que cada vez es más amplio. Con él ya no hacemos sólo referencia a la prosperidad económica, sino que tiene que ver con el bienestar subjetivo, con la felicidad de las personas, con el bienestar social. No podemos en nuestros días valorar la calidad de vida que ofrecen las ciudades sin contemplar cuestiones de justicia social, aquellas que garantizan los derechos básicos del ser humano; aquellas que garantizan el debido respeto hacia la dignidad de las personas.

En este sentido, la equidad y la justicia social deben ser consideradas como un objetivo prioritario de las políticas públicas en el ámbito urbano, y fortalecer las condiciones que garanticen la competitividad y la internacionalización, básicas para garantizar nuestro desarrollo económico, pero no pueden hacernos olvidar que es preciso conjugar otros valores como la ética, la participación, la cooperación, la creatividad y la innovación.

La ciudad futura, Las Palmas de Gran Canaria que desde aquí soñamos, queremos que sea menos dual, más unitaria, socialmente más justa y cohesionada, con una ciudadanía comprometida en su desarrollo y que tiene derecho a participar en la gobernanza de la ciudad, ser partícipe en la adopción de las decisiones que les afecta. Una ciudad que gestiona de manera más sostenible sus recursos, que se relaciona de manera responsable con el medio ambiente. Una ciudad donde cada uno de sus barrios cuenta, y en cada uno de ellos sus vecinos disponen de los recursos urbanos necesarios para que la calidad de vida sea la misma, vivas donde vivas.

Así queremos que sea Las Palmas de Gran Canaria futura: un lugar donde se reconozca la justicia social, ambientalmente sostenible, abierta y participativa, una ciudad cohesionada, una ciudad de mar y de culturas, de oportunidades para nuestros jóvenes, donde los más frágiles se sientan acompañados por quienes tienen la responsabilidad de gobernar; una ciudad capaz de ofrecer empleo y vivienda a sus habitantes como requisitos indispensables para defender su dignidad.

Pero sólo soñando no lograremos esas metas. Para lograrlas son necesarios esfuerzo y tesón, y unos responsables públicos con el horizonte bien definido, capaces de elevarse sobre las posibles diferencias para, codo a codo, como dijo el poeta, superar las dificultades que sin duda, surgirán a cada paso.

Señoras, señores, hace justamente un año que me presentaba ante ustedes con apenas una quincena de días al frente de la Alcaldía. En aquel momento les planteaba como entre los objetivos del nuevo gobierno de esta ciudad la justicia y la cohesión social eran nuestro punto de mira, nuestro fin último. Hoy podría hacer balance del camino desde entonces recorrido y los logros alcanzados. No obstante, por las especiales circunstancias en que nos desenvolvemos en estas semanas, voy a omitir hacerlo, ya tendremos otra ocasión. Tan sólo deseo manifestarles que un año después caminamos en la misma dirección. Lo hacemos desde el gobierno de la ciudad, cada vez más consolidado, y lo hacemos respetando como se merecen cada una de las fuerzas políticas presentes en nuestro ayuntamiento, reconociéndolas como legítimas representantes también de la ciudadanía.

Es momento también esta noche, de reconocer y agradecer a aquellas personas y entidades que con su trabajo y dedicación han contribuido y contribuyen a lograr la ciudad que queremos.

A algunos, lamentablemente, no pudimos prestar ese agradecimiento en vida, pero lo hacemos ahora con sumo cariño y otorgamos el honor de ser reconocidos como Hijos a Hijas de esta ciudad a Joaquín Casariego, Clara Muñoz y Leopoldo María Panero.

La dilatada trayectoria profesional de Casariego se distingue por sus intervenciones en el desarrollo urbano, especialmente, por haber sabido conjugar la protección de los conjuntos históricos o el desarrollo del frente marítimo y, especialmente, por su compromiso social con sus barrios.

A Clara Muñoz, crítica y comisaria artística, tuvimos el honor de tenerla como pregonera de estas fiestas hace solo cuatro años. En su intervención, nos presentó la ciudad como "un poema sin final, un poema inconcluso, que aún no ha podido ser escrito, porque es una pregunta sin respuesta", nos decía.

A Leopoldo María Panero lo recordaremos siempre, fumando mucho, demasiado, como él mismo versó, entre los grandes de la poesía que tomó esta ciudad como una casa propia.

También hoy nos alegramos y congratulamos porque Las Palmas de Gran Canaria cuenta con cuatro nuevos Hijos Adoptivos: Sitapha Savané, Juan Carlos Valerón, Emilio Gómez y Humberto Guadalupe.

Si Savané, Valerón y Emilio Gómez son reconocidos por sus méritos deportivos, también concurren en ellos valores que sustentan aún más la distinción que la ciudad les otorga:

A Sitapa Savané agradecemos su continuo compromiso social como Presidente e impulsor de la Fundación Canaria Yakaar; a Juan Carlos Valerón el actuar como embajador de la ciudad y de la isla allí donde esté; y a Emilio Gómez su defensa por nuestras señas de identidad y de la cultura popular canaria.

Y, por último, en Humberto Guadalupe reconocemos su dilatada trayectoria como magistrado y por sus responsabilidades al frente de los órganos del Poder Judicial así como docente universitario.

A todos, enhorabuena y gracias.

Deseo expresar también mi reconocimiento a quienes distinguimos con el título de Hijos Predilectos de Las Palmas de Gran Canaria. A Joaquín Galarza Rehues, por su contribución a la creación de riqueza en el Archipiélago y al posicionamiento de Las Palmas de Gran Canaria como centro neurálgico de los intercambios comerciales a nivel internacional. A María Josefa Nadal Perdomo, Pepi Nadal, por la pasión y el amor con los que ha sabido defender uno de los símbolos de nuestra canariedad, como son el traje canario diseñado por Néstor Martín Fernández de la Torre, y la labor artesana de las caladoras y bordadoras de la isla.

A Josefa Suárez Verona, por toda una vida dedicada a ofrecer lo mejor de sus conocimientos musicales a los demás, ejerciendo como profesora de canto durante casi medio siglo, y su contribución a fomentar la pasión por la música en nuestra ciudad.

A Francisco (Pacuco) Rosales Macías, por su dilatada trayectoria como entrenador de la Unión Deportiva, el equipo que no sólo hace vibrar y emociona a los canarios, sino que nos coloca en el centro de la geografía deportiva del país. Y a Juan Carlos Arteaga Vizcaíno, asimismo por su larga trayectoria deportiva vinculada al baloncesto, como jugador y como árbitro, y por la que acumula también numerosas distinciones y premios.

Todos ellos pasan a formar parte de ese palmarés de honor que cada año se enriquece con quienes han dedicado parte de su esfuerzo para el beneficio colectivo.

Asimismo, concedemos la Medalla de Oro de la ciudad:

A la Sociedad de Vela Latina Canaria Poeta Tomás Morales, el meritorio bote que desde hace 85 años surca las aguas del campo de regatas de nuestro deporte autóctono seña de nuestra identidad. Al Cuerpo Consular de Las Palmas, presente en esta isla desde hace siglos y cuya amplia representación contribuye de manera notable al desarrollo de las relaciones culturales, económicas, industriales y sociales entre los numerosos países que tienen que ver con nuestra ciudad.

Y por último, y con motivo de celebrar su primer centenario, al Instituto Pérez Galdós, el primer Instituto con el que contó la ciudad después de una larga lucha de la sociedad insular para lograr el que sería el primer instituto público, y que desde 1920 lleva el nombre de Benito Pérez Galdós.

Señoras, señores, todos estos hombres, mujeres e instituciones nos enorgullecen como miembros de esta sociedad. Su ejemplo, su dedicación y su ejemplar trayectoria humana debe servir de guía para orientar nuestro trabajo. Por ello, y en nombre de la corporación que presido, les reitero mi más sincera felicitación y agradecimiento.

Voy concluyendo esta intervención ante ustedes, no sin antes felicitarles también por la celebración del 538 aniversario nuestra ciudad, de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad Del Real de Las Palmas de Gran Canaria, y les invito a celebrarlo disfrutando de la fiesta que esta noche especial, propicia para los sortilegios y los deseos, nos aguarda. Noche de fuegos, y también de esperanza. Noche en la que celebramos, sin olvidarnos de que aún son miles los habitantes de esta ciudad aún sufren con dureza las consecuencias de dura situación que durante los últimos años hemos tenido que sortear. Con ellos estamos y para todos y todas continuaremos trabajando, para toda una ciudad.

Buenas noches y muchas gracias.