Siempre es maravilloso hablar con esos seres humanos que teniendo una discapacidad te dan mil vueltas y miran a la vida con los ojos muy abiertos; una vida que a Sara la dotó de una familia a la que le ha dado lecciones de superación. Sara Gutiérrez Angulo tiene 26 años y un hermano, de 24 años. Sus padres, Carmen Angulo y Agustín Gutiérrez, son docentes y desde que conocieron a Sara tuvieron claro que había que trabajar a su lado, que sería su alumna preferida, su prioridad eterna. Como docentes ambos deben ser conscientes de que para Sara tenerlos en su vida ha sido una lotería.

Pero, ¿cómo es Sara? Pues jovial, divertida, espontánea, tenaz, activa, bailarina, ordenada, cabezota y positiva. Ella, con un descaro inigualable tiene un lema: "Me apunto a todo". No para. Familiares, amigos y educadores de la Asociación Síndrome de Down destacan en Sara su extraordinario sentido del ritmo.

Su vida actual es trabajar en Decatlón (Telde) donde es querida y popular; repone mercancía, tiene capacidad para atender a los clientes y una innegable habilidad para la organización. "Yo soy muy conocida en la tienda, la más", dice presumida. Y tanto. Difícil verla en ese comercio y olvidar su sonrisa, su media melena y su desparpajo. Sara también ha hecho prácticas laborales en Inforpro, centro privado de Formación Profesional. Su paso por esas empresas y por la vida ha dejado al descubierto su actitud proactiva, una capacidad de atención y una concentración más que destacable. Pero, como entenderán, nada es gratis. Todo en Sara es fruto del esfuerzo de sus padres, quienes desde que era bebé, a los tres días de nacida, empezaron a trabajar para hacer de ella la mujer que es hoy.

Carmen, su madre, habla de la Sara bebé y sin explicitarlo viene a demostrar lo importante que han sido los padres en la vida de su hija. "Desde que tenía poco más de un año empezamos a motivarla para que se moviera, para que siguiera el ritmo, algo muy importante para su madurez física; poco después comenzamos a trabajar el ámbito sensorial, en hábitos disciplinarios, en todo lo que podíamos hacer y ella era capaz, que fue mucho. Era muy importante estar a su lado, motivarla, moverla, mantenerla activa hasta que un par de años después comenzó a practicar baile. "Siempre le cautivó la música y durante años bailó con Leticia Soria, porque bailar es su motor. El deporte también se le ha dado bien. Tenis, natación, y no sé cuántos más ha practicado. Es muy activa, mucho".

En la actualidad Sara se ha decantado por la salsa, bachata, merengue etc., lo que va descubriendo. Semanalmente acude a la academia de baile Latin Nove, en la calle Ángel Guimerá, donde nuestra chica es la reina de la pista. Justo ahí, en una de sus clases, quiso que se le hicieran las fotos con permiso de Hugo, el profesor que la dirige.

Sin duda la Asociación Síndrome de Down de Las Palmas ha sido fundamental en el desarrollo de Sara. Fátima Peñate, directora técnica de la Asociación, y Davinia Miranda, gerente de la misma, cada una en su parcela, han estado pendientes de ella, como de tantos otros chicos, para ayudarles en el tránsitos de sus vidas. Fátima, que está más cerca de la muchacha, asegura que "Sara se caracteriza por su actitud positiva y optimista. Es una luchadora nata, constante y tenaz en alcanzar sus objetivos en la vida. Y prueba de ello son los logros obtenidos. Es un ejemplo de superación. Personas como ella favorecen la imagen de las personas con síndrome de Down, eliminando etiquetas y estereotipos".

Por si no se ha dicho, habrá que aclarar que la Sara más valiente se presentó a unas oposiciones en Madrid para optar a una plaza en la función pública. Fue segura de sí misma, como es ella, y todos estaban pendientes de los resultados. Hace nada, sus educadoras pasaron un emocionado wasap: "Sara ha superado el examen de las últimas oposiciones a las que se ha presentado en Madrid, pero con posibilidad de sacar plaza en la Isla. Un 9,1. Muy contentas". Imaginen qué alegría. Sara también se vio excluida de la convocatoria a las oposiciones del Servicio Canario de Salud (SCS) en el grupo de Auxiliar Administrativo, aunque cumplía todos los requisitos para opositar, excepto el tener síndrome de Down, porque el Equipo de Valoración y Orientación del Centro de Valoración de la Discapacidad no había dado el visto bueno a su Certificación de Idoneidad para el puesto de trabajo al cual aspiraba. Reclamaron y fue aceptada". Compitió con 46.000 opositores. Terremoto Sara.

Pero no crean, algún lado malo tiene Sara, que tampoco vamos a elevarla a los altares, no. Su madre destaca que "es muy cabezona. Cuando ella dice que es así, hay que dejarla hasta que recapacite o la convenzas. Y otra cosa; como es muy ordenada, no permite que nadie le quite las cosas de donde las ha dejado. Pero, bueno, es un amor. Ya te digo, ordenada, estudiosa, cariñosa y yo, como madre, valoro especialmente su capacidad para ver la parte buena de las cosas. Por ejemplo, si estamos hablando de algo malo, de una adversidad que está atravesando un familiar me dice "Mamá, mira la otra parte. Seguro que eso le servirá como experiencia y no volverá a pasar" y si es de salud, "la medicina está muy avanzada, mamá". Es muy lista".

Carmen dice que respecto al entorno del síndrome de Down todavía hay muchas cosas que superar. "Por ejemplo, parecerá una chorrada, pero para nosotros es muy importante. Sara no tiene amigos que no sean los de la asociación y ese círculo ya se le hace pequeño porque ella tiene autonomía para salir a cenar, ir a la playa, a bailar, etc., con chicos de su edad que nada tienen que ver con el diagnóstico de mi hija. Eso le limita mucho", añade.

Antes de irme, Sara me agarra por el brazo. "Te voy a decir la verdad: Yo lo que busco es una pareja de baile para presentarme a un concurso, porque si voy a lo mejor gano", comenta. Ella no quiere desperdiciar la oportunidad.

Ya saben.