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Fiestas Oración a la patrona de los marineros

Devoción al alba

Dos centenares de feligreses acompañan por las calles de La Isleta a la Virgen del Carmen durante el rezo del primer rosario de la aurora

"Papi, ¿dónde están los voladores?", se escucha una vocecita en medio del gentío. Se trata del pequeño Yeray Chicharro, de tres años, a quien su padre, de mismo nombre y primer apellido, está a punto de subir sobre sus hombros para vivir un momento, cuanto menos, especial. Son las cinco de la mañana y, a pesar de que la mayoría de la ciudad aún duerme a esa horas, en La Isleta los más madrugadores se concentran en la puerta de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen.

Con puntualidad inglesa, la imagen de Nuestra Señora del Carmen sale del templo para encontrarse con los numerosos fieles que aguardan en la entrada para comenzar con la procesión y el rezo. "Papi, ¿me subes al cuello que quiero ver a la Virgen?", vuelve a preguntar Yeray a su progenitor, quien no duda en satisfacer la petición de su pequeño. "Este es la segunda vez que viene, el año pasado, cuando empezó a andar, también lo traje", cuenta el isletero quien asegura que no se pierde ninguno de los actos con motivo de la festividad patronal. "Ella es un símbolo aquí y a mí la fe me viene de tradición familiar", cuenta Chicharro antes de integrarse a la caminata por el empedrado urbano junto al resto de los asistentes.

Apenas se han dado los primeros pasos y, poco a poco, son más los que se unen al recorrido que se realiza por las calles Benartemi, Umiaga, Malfú, Fontanales, Benecharo, Tauro, Tabaibal, Anzofé, Andamana, Vacaguaré y, de nuevo, Malfú, Umiaga y Benartemi.

Muy cerca de la talla camina con cuidado Carmen Artiles Morales. "Yo vengo desde siempre, porque nací y vivo aquí", aclara. Lleva un pie vendado que no le ha impedido ser fiel a su cita con la aurora. "Estuvieron a punto de cortarme la pierna porque se me cayó un plato y el corte me provocó una úlcera muy grave. Por eso también estoy aquí, para dar gracias y el día grande de la procesión también lo harán todas las personas que pidieron por mí", cuenta mientras busca con la mirada a su nieta María González, de ocho años, quien lleva levantada desde las tres de la mañana para ir con ella al primer rosario de madrugada.

La devoción a la Virgen del Carmen, en La Isleta, no se salta una generación. De ahí que entre los más mayores del barrio se hallen muchísimos rostros juveniles acompañando a la patrona de los marineros. Algunos no la pierden de vista y caminan de espaldas, mirándola tan solo a ella. Otros le sacan fotos y graban vídeos. Los hay que siguen a pie juntillas el rezo y también los hay que le han hecho promesas. Entre estos últimos se encuentra Yadeyzi Peña Batista. Acompañada por su amiga Zuleica Domínguez, a sus 14 años hace el recorrido descalza para pedirle a la Madre de Dios que su padre mejore de la parada cardíaca que tuvo hace un tiempo.

Suele decirse que la fe mueve montañas y "ella cumple todo lo que le pides", asevera desde la experiencia personal María Dolores Alfonso Ramírez. "Después de tener a mi primera hija, me pasé 15 años intentando tener un segundo y, en ese tiempo, tuve dos abortos. Pero hace justo una década, me embarqué y le toqué el manto para prometerle que si me quedaba embarazada, el futuro bebé llevaría su nombre. Ese mismo año tuve mi hijo pequeño, al que le puse Carmelo", relata aún con emoción.

Es por eso que cada año vuelve caminando desde Escaleritas al barrio que la vio nacer en la calle Tecén para vivir en primera persona la festividad más grande y que, desde hace unos meses, cuenta con el "merecidísimo reconocimiento" de Fiesta de la Ciudad. "Ella es la que me da el impulso para seguir hacia adelante", afirma.

María Dolores no se ha dado la caminata desde la zona en la que reside sola. Esta vez no la acompaña Carmelo, que a sus diez años es monaguillo tanto en la procesión terrestre como en la marítima, pero sí su marido Juan Francisco Navarro Navarro y el tío de este, Juan José Navarro Brito.

También está con ella su cuñada, Dévorah Viera Morales, que empuja el carrito en el que bien abrigadita se encuentra Bianca del Carmen, que en la víspera de la festividad de la santa patrona, a quien le debe su segundo nombre, cumplirá un año. Es la benjamina del encuentro y, a pesar de la hora, está muy espabilada y sigue muy tranquila con sus enormes ojos todo lo que sucede a su alrededor. "Ayer [por el jueves] se la presentamos a la Virgen", relata la madre en alusión al acto dedicado a los más pequeños que se celebró por primera vez en la parroquia. Pero Nuestra Señora del Carmen ya la conocía tanto a ella como a su hermano mayor de nueve años, Sabriel, que en esta ocasión se ha quedado en casa con su padre José David Navarro, costalero de la hermandad.

"Me fui de viaje a Lanzarote y se me adelantó el parto, así que justo cuando la imagen estaba embarcando el año pasado, nosotros llegábamos a la Isla", recuerda con alegría Viera Morales, que viene con la niña desde Agüimes. Pero este es tan solo el primer día de los muchos que les quedan por delante, ya que la familia asegura que no tiene intención de perderse ni uno solo de los rosarios de la aurora y, mucho menos, los actos grandes. Así que hoy, más.

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