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80 años del primer 'benvenuti'

Un libro recogió una visita de un pesquero italiano al Puerto en junio de 1936

Los marineros del 'Amba Aradam', en una de las fotos que recoge el libro. CURBELO

Carlos de Blasio llevaba cerca de una década buscando información sobre un libro que relataba el paso de los pesqueros italianos por el Puerto de La Luz allá por junio de 1936, justo cuando la Guerra Civil Española estaba a punto de estallar. Después de muchas indagaciones, el cónsul de Italia en Las Palmas de Gran Canaria dio al fin con un ejemplar de la obra Pesca italiana nell'Atlantico de Carlo Piazza. En sus páginas recoge un capítulo dedicado a la parada que hizo la tripulación del Amba Aradam, compuesta por 26 marineros y dos periodistas, en la capital para cargar víveres y combustible. Todo ocurrió hace exactamente 80 años y un mes. Y el diplomático quiere que se reconozca la importancia que tuvo la flota pesquera italiana en la capital grancanaria, pionera de otras que llegaron en las décadas posteriores.

"A las nueve se ancló en el puerto protegido de Las Palmas en Gran Canaria, la mayor de las siete islas que componen el Archipiélago". Así comienza el pasaje que Piazza dedica a la ciudad en aquel viaje. Iba a bordo del barco cuyo nombre recordaba una de las batallas que tuvo lugar pocos meses antes en Etiopía, que por entonces era colonia del país europeo. Piazza regresaba ocho años después de su primera experiencia en la Isla, aunque en aquella ocasión sólo estuvo unas horas. Y escribió: "Esta isla, que parece perdida en el océano, cuenta con líneas de comunicación con América del Sur, Sudáfrica y con bastante frecuencia con España, inmediatamente da la sensación de tener una abundante vegetación casi tropical, aunque el agua de manantial que se encuentra es pobre". Y prosiguió con la descripción de la ciudad, que se encontraba a siete kilómetros del Puerto de La Luz donde el barco había atracado. El trayecto se hacía por entonces en "un tranvía eléctrico y autobuses rápidos".

El camino que contaba el periodista estaba compuesto por palmeras gigantes y flores multicolores, como rosas y jazmines de tamaño "incomparable". "Un verdadero jardín encantado" que se entremezclaba con casas bajas blancas y otras de nuevo estilo. Se encontraba con este panorama mientras avanzaba hasta llegar al centro de la ciudad, donde le esperaba el cónsul de Italia, con el que departió para por la tarde visitar la finca del coronel Benjumea en Higuera Canaria, donde predominan los campos de plátanos, naranjas y otras frutas.

Piazza describe el clima como "celestial", con temperaturas que no sobrepasan los 23 grados en agosto y mínimas que nunca descienden por debajo de los 12, "con raras precipitaciones". Y luego entra en la apariencia de los lugareños a los que dedica gran parte del artículo de seis páginas en las que también se incluyen fotografías de la visita a la plantación agrícola. Piazza no identificó a los canarios étnicamente con los españoles ni tampoco los vinculó con los moros. "Es una mezcla que se remonta a tiempos inmemoriales de las dos razas", redactó. "Los canarios son tipos robustos, de carne oscura", apuntó, para agregar que las mujeres son de "rostro bello" pero con "cuerpos fornidos". Y recalcó la vida que discurre por las calles de la capital, "serena, plácida y, en comparación con muchos otros países, barata", donde productos como la seda china y japonesa, así como los perfumes europeos y el tabaco, están a precio "muy económico".

La tripulación que realizó la visita regresó al barco, donde el pesquero quedaba empequeñecido junto al trasatlántico alemán atracado ese día en La Luz. "Parece una mosca al lado de un elefante", contaba el escritor. Después de cenar con el diplomático, partieron al alba. En su interior se habían embarcado otros dos marineros canarios, que les acompañarían en los trabajos de pesca en el banco mauritano. Después de un día y una noche, el 24 de junio de 1936 llegaron a los caladeros.

De Blasio recuerda que el Amba Aradam, junto al Addis Abeba -nombre tomado por la capital de Etiopía- y el Taurianova, en el que transbordaban la pesca congelada, fueron los pioneros de una comunidad que fue creciendo durante las décadas posterior hasta alcanzar más de un centenar de embarcaciones que solían acudir al Puerto para abastecerse.

Tal fue su importancia que durante el periodo del socialista Jerónimo Saavedra como alcalde Las Palmas de Gran Canaria, la ciudad se hermanó en 2010 con la pequeña villa adriática de Martinsicuro, en la región de Abruzos. Y es que existe más de una decena de matrimonios entre vecinos de ambas ciudades gracias a los pesqueros de las flotas de Genepesca y Amarousso. Esta colonia, según el cónsul, fue la precursora de otras que vinieron después como la japonesa o la coreana.

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