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El Cabildo rastreará el fondo de la bahía en busca de más restos históricos

La institución solicita presupuesto a empresas especializadas en arqueología submarina

Cristina Ojeda y Pepe Guillén, durante la exploración del cañón hallado en el fondo de la bahía de la capital. ANDRÉS CRUZ

El Cabildo de Gran Canaria buscará en los fondos marinos del Puerto de La Luz para determinar si existen restos arqueológicos de barcos hundidos en la bahía de Las Palmas de Gran Canaria. Esta decisión se toma después de que el pasado mes de junio dos buzos de la empresa J. L. Samper encontraran un cañón del siglo XVIII frente a la terminal de contenedores de Opcsa cuando realizaban la limpieza de un buque.

La Consejería de Cultura ya ha solicitado presupuesto a empresas especializadas para realizar los trabajos de inmersión con los que se quiere comprobar si existen otros restos relacionados con el descubrimiento que se produjo el pasado 18 de junio. Y es que los profesionales que analizaron el cañón, del tipo carronada, apuntaron la posibilidad de que el arma estuviera apoyada sobre alguna otras pieza, debido a las marcas que presentaba en las costras que lo protegían del mar.

El arqueólogo subacuático Pepe Guillén, quien se encargó junto a la restauradora Cristina Ojeda de analizar en un primer momento la pieza encontrada por los buzos, indicó que están a la espera de que la institución insular encargue un estudio arqueológico de la zona después de que solicitara un presupuesto para estos trabajos. "El cañón sigue en agua salada, en un entorno óptimo para conservarlo y estamos a la espera de que el Cabildo resuelva y encargue el trabajo", explica Guillén, que considera fundamental realizar cuanto antes una carta arqueológica que permita salvaguardar estos restos que puedan arrojar luz a la historia de la capital grancanaria.

Guillén aseguró que "mientras más tiempo pase peor" porque el lugar en el que se encontró el cañón, a 20 metros de profundidad y a unos 900 metros del muelle deportivo, existe un importante trasiego de grandes buques que fondean para las operaciones de suministro de combustible, por lo que podrían dañar con sus anclas los posibles pecios que allí se encuentren hundidos.

Con la investigación que proyecta el Cabildo "se podrá plantear alguna hipótesis o dar alguna explicación" al hallazgo de la carronada, apunta Guillén. "Sabemos que el cañón es de finales del siglo XVIII, sabemos la fecha más antigua que puede tener ese tipo de restos, pero para conocer exactamente de dónde viene, a quién pertenece, si es un objeto aislado o no, hay que hacer un estudio". Además, "si tenemos la suerte de que en realidad exista un naufragio en ese sitio se abre una posibilidad que es bastante interesante de cara a exponer y dar a conocer el patrimonio arqueológico de Las Palmas de Gran Canaria, que puede dar tirón a otros restos que puedan existir", subraya.

Y es que, como indica Guillén, "tenemos muchas referencias, pero es necesario hacer un estudio integral arqueológico que nos pueda ayudar a saber la potencialidad de ese patrimonio y luego darle proyección que puede generar economía, a parte de sensibilizar" a la población mediante una exposición.

Así, pone como ejemplo museos como el de Estocolmo, que expone el Vasa, el único barco del siglo XVII que tiene aún el 98% de su estructura original. Esta instalación es la más visitada de toda Escandinavia con 1,2 millones de personas al año. Otra de las exposiciones que nombra es la del buque de guerra Mery Rose, que da nombre a una galería en la localidad inglesa de Portsmouth, o el Museo de barcos vikingos de Roskilde, en Dinamarca.

El presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, Luis Ibarra, no puso reparos en su día a que se realice una inspección del fondo marino en el que se encontró el cañón hace poco más de un mes. "Si, evidentemente, estamos hablando de que por su importancia durante un tiempo prudencial se tiene que acotar la entrada de barcos se haría". Aunque también puntualizó que el recinto no se puede permitir dejar esa zona sin uso portuario porque es un espacio de fondeo, "fundamental" para el suministro de combustible y la limpieza del casco de los buques por parte de las empresas encargadas de los trabajos subacuáticos.

Sobre el cañón hallado en la capital, Pepe Guillén apunta que se encuentra en una zona del Puerto de La Luz, bajo agua salada, para mantenerlo en las mejores condiciones posibles hasta que desde la institución insular se resuelva un presupuesto para su estabilización, restauración y conservación.

Como ya precisaron en su día tanto Guillén como Ojeda, la pieza fue construida a partir del año 1778 por la compañía Carron Iron Froundig and Shipping Company de la ciudad de Falkirk de Escocia, que se encontraba cerca del río Carrión, que dio nombre de carronada al arma.

Las armadas británica y francesa utilizaron unidades de este tipo en sus barcos de guerra. Uno de los buques que portaba uno de ellos era el Santa Ana de la Real Armada española, que lo probó por primera vez en 1785. El ejército español incluso intentó copiar su diseño para desarrollar un arma parecida. Sin embargo, la operación no tuvo éxito. Las carronadas fueron fabricadas con hierro colado y tienen un peso de entre 300 y 500 kilos.

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