Si la existencia del poeta Leopoldo María Panero (1948-2 014) resultó azarosa en vida, su descanso eterno no está siendo tampoco nada fácil. Las cenizas del escritor madrileño, autor de Por el camino de Swan (1968) y Así se fundó Carnaby Street (1970); entre otras obras que le consagraron y le incluyeron en el grupo de Los novísimos en la década de los 70, continúan aún sin recibir sepultura después de más de dos años de su fallecimiento y en manos del centro de salud mental Juan Carlos I de la capital, donde vivió como paciente los últimos años de su vida. Cinco primos carnales reclaman sus restos para llevarlos al panteón de la saga, en Astorga (León).

Su prima hermana María del Rosario Alonso, por parte de padre, recibía el pasado 23 de junio la distinción de hijo adoptivo de parte de la ciudad con motivo de las fiestas fundacionales. Un título honorífico que la familia -quedan cinco primos hermanos- confía en que sirva para acelerar el proceso judicial para enterrar a Panero en el mismo panteón donde descansan su padre y sus dos hermanos, en la localidad donde está la casa familiar, adquirida por el ayuntamiento leoneses como centro difusor de la obra de esta saga -su tío, sus padre y un hermano fueron escritores-, y hacia donde viajará el título próximamente.

Su progenitor, Leopoldo Panero, fue un reconocido poeta de la postguerra. También su hermano mayor Luis, mientras que José Moisés, el pequeño de la familia -conocido como Michi- se consagró como columnista en diversos medios de comunicación tras una etapa de empresario.

Junto a su madre, Felicidad Blanc, y sus hermanos, Leopoldo María protagonizó una de las películas más emblemáticas de la Transición: El Desencanto, del director Jaime Chávarri (1976). Un docudrama familiar que continuaría años más tarde con Después de tantos años (1999), de Ricardo Franco. Ambos filmes constituyen una buena fuente para entender el contexto en el que nació y creció el poeta, así como la familia y el efecto que la esquizofrenia produjo en su vida y también en su obra.

Adiós hace dos años

María del Rosario relata que se enteraron de la muerte de su primo por su editor, Antonio Huerga. Y que desde Tenerife, donde vive, acudió con su marido y su hermana al tanatorio San Miguel, donde se incineró al poeta. Ese mismo día fueron al hospital Juan Carlos I para dejar sus datos y la de un amigo, quien se encargaría en nombre de la familia de recoger las cenizas del escritor. Desde entonces batallan por darles sepultura.

"Ese mismo día ya nos dijeron que sería difícil que nos las lleváramos porque la potestad la tenían ellos [el centro] ya que mi primo, por su enfermedad, estaba inhabilitado. Pero la cosa quedó ahí. Les dije que la ropa se la dieran a Cáritas y que si mi primo tenía algún libro, escrito o algo personal, pues que nos gustaría tenerlo junto con las cenizas", continúa María del Rosario, quien asegura que después de llamar varias veces y hablar con la asistente social e incluso con la dirección del centro les remitieron al hospital Doctor Negrín, a donde está adscrito el centro sanitario. Allí les advirtieron que no las entregarían hasta que un juez dictaminase que eran familia.

Desde el Negrín indicaban al respecto esta misma semana que la entidad sigue custodiando las cenizas y las pertenencias del poeta hasta que medie un auto judicial.

"Para los derechos de autor y una cuenta corriente que tenía, que se la llevaba su tutor, sabemos que tenemos que entregar un declaratorio de herederos para que nos adjudiquen sus pertenencias a los cinco primos. "Pero ¿las cenizas?, ¿qué valor tienen para el hospital?", se pregunta María del Rosario, ante el asombro de haber recibido el título de hijo adoptivo de la ciudad como familia sin que aún hayan podido dar sepultura a su primo hermano.

La presidenta de la Asociación Española de Abogados de Familia (Aeafa), María Dolores Lozano, sin conocer este caso en concreto, aclara que, en el supuesto de una persona ingresada en un centro de salud mental y de no existir familiares directos ni herederos designados en el testamento, el responsable de sus bienes "es la Administración de quien dependa la institución donde haya estado ingresado y haya fallecido la persona".

Lozano subraya, además, que en el caso de los enfermos mentales el testamento se reconocerá como válido "si se ha hecho antes del diagnóstico" y no después, ya que la ley -en el artículo 664 del Código Civil- determina que estas personas "están incapacitadas para testar".

"La ausencia de testamento válido cuando una persona fallece implica la apertura de la llamada sucesión legal o intestada. En ella serán herederos los parientes más próximos al fallecido que determina la ley, quienes heredarán en la forma y proporción que también señala ésta. Pero para saber quiénes son las personas con derecho a heredar y sus derechos sobre la herencia es necesario tramitar antes un expediente de jurisdicción voluntaria, conocido como declaración de herederos abintestato. La ley de la Jurisdicción Voluntaria, aprobada recientemente, ha modificado sustancialmente el procedimiento para declarar herederos, atribuyendo al notario, en esta materia, la competencia que antes correspondía al juez", indica la letrada sobre el proceso que se abre cuando una persona fallece y no hay testamento.

"Es habitual que las personas no hagan testamento en vida, se tiene cierta propensión a otorgar testamento, lo que provoca que los familiares deban acudir a un proceso notarial, y con anterioridad a la ley de Jurisdicción Voluntaria a un proceso judicial", continúa Lozano, quien aconseja hacer testamento y dejarse asesorar por un abogado de familia debido a los costes que le supone después a los familiares y herederos recibir los bienes del difunto.

Según Aeafa, en el caso de Canarias, donde rige el Código Civil, heredan por orden y excluyendo a los demás parientes: primero, los hijos y descendientes; segundo, los padres y ascendientes; tercero, el cónyuge; cuarto, los hermanos e hijos de hermanos; quinto, el resto de parientes colaterales hasta el cuarto grado de consanguinidad -primos carnales- y, en sexto lugar, el Estado.

Trámites

Los primos hermanos del escritor están en trámites legales para que se les reconozca como herederos, pese a la incomprensión de que no les hayan entregado aún las cenizas de su familiar. "Queremos que su poesía sea editada por una editorial seria y con rigor como Fierro y Huerga, que fueron sus editores desde 1979; Charo y Antonio, se portaron estupendamente bien con él y con ellos no haya fugas como las que está habiendo ahora sobre su poesía", señala María del Rosario en referencia a la edición de alguna obra tras la muerte del escritor aduciendo que Leopoldo María había la dictado.

Lo que impide que el caso no se haya resuelto aún es que la familia no encuentra el certificado de defunción de Felicidad Blanc. Saben que la madre de Leopoldo María murió en el hospital público de San Sebastián en 1990 y que su cuerpo se incineró en Bilbao. Pero, en ninguna de las dos ciudades aparece registrada su defunción y ello pese a que sus cenizas se esparcieron en la ciudad vizcaína.

La familia confía en que "en breve se solucione el tema tras la solicitud del certificado de nacimiento de la difunta, donde suele constar el certificado de defunción". Y esperan que la otorgación a la familia del título de hijo adoptivo ayude a su resolución.

Pese a que el poeta aún no ha recibido sepultura, la admiración hacia la figura del poeta y a su obra crece entre los especialistas y estudiosos de la literatura española. El pasado jueves se celebró un seminario sobre él en la Universidad de La Laguna, que coordina el poeta y dramaturgo tinerfeño Javier de la Rosa, casualmente primo hermano político de Leopoldo María Panero. El curso continuará el 24 y 25 de agosto en Astorga.