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El vandalismo obliga a subir escaleras

El Ayuntamiento gasta al año más de 100.000 euros en reparar los accesos mecánicos a los Riscos

El vandalismo obliga a subir escaleras

Jerónimo Saavedra, alcalde de Las Palmas de Gran Canaria en 2011, destinó 1,8 millones de euros del II Plan Zapatero a la instalación de infraestructuras que garantizasen la accesibilidad de los Riscos. El proyecto dotó de escaleras mecánicas y ascensores a los barrios de San Nicolás, San José, San Antonio y Lomo Verdejo. Este plan de accesibilidad se completaría con el ascensor del parque de Las Rehoyas, construido en 2003, y el de Obispo Romo, inaugurado en 2012.

Cinco años más tarde estos dispositivos se han convertido en un sumidero de fondos públicos, alrededor de 100.000 euros anuales gasta en reparaciones el Ayuntamiento debido a los constantes ataques vandálicos que provocan que estén más tiempo rotos que operativos.

La primera escalera mecánica en construirse, en 2011, fue la que une la calle Primero de Mayo con el barrio de San Nicolás y salva doce metros de subida al risco. En lo que va de año ha tenido que ser arreglada en dos ocasiones. Tras la primera reparación, en el mes de febrero, las escaleras aguantaron dos días en funcionamiento, hasta que las tachas introducidas en los peldaños y el robo del cableado la dejaron inoperativa. El Ayuntamiento tuvo que esperar cinco meses más para poder hacer frente a los más de 4.000 euros que supuso el segundo arreglo. Desde hace dos semanas han dejado de ser un elemento decorativo para recuperar su función social.

Tras esta reparación la única estructura que se encuentra ahora fuera de servicio es la que une el barrio de San Antonio con el Paseo de Chil. En este caso los vecinos demandaban un ascensor que facilitase la subida tanto a los ancianos como a los vecinos con movilidad reducida. En cambio se instalaron tres tramos de escaleras mecánicas, que, aunque salvan los casi once metros de desnivel, no mejora el acceso a las personas con problemas de locomoción. El último tramo incluye un elevador de escaleras inútil, ya que comunica el Paseo de San Antonio con el siguiente tramo de peldaños.

Sebastián González, de 81 años de edad, realiza varias veces al día el recorrido que separa ese risco del barrio de Triana. Este vecino asegura que las escaleras llevan como mínimo un año rotas y que "el elevador no lo han reparado nunca". González considera que la culpa es tanto del Ayuntamiento, que no repara la escalera, como de "los niñatos que las rompen desde que pueden". Asegura que tras el último arreglo los vándalos tardaron solo dos días en volver a romperlas. "Yo soy la excepción, aún estoy en forma, pero hay muchas personas más jóvenes que yo que no pueden ni subir el primer tramo", comenta el vecino. El Consistorio prevé comenzar en breve la reparación de estas escaleras con un gasto de 28.000 euros.

"Con miedo"

Entre las casas de colores del barrio de San José se encuentra el ascensor construido en 2011. Esta estructura salva un desnivel de casi 33 metros que sustituye la subida por las empinadas escaleras que unen este barrio con San Juan. Antonio Rodríguez, vecino de San Juan, comenta que el ascensor suele pasar largas temporadas sin funcionar. El vecino critica que un grupo de adolescentes de la zona tienen como entretenimiento hacer grafitis por todo el ascensor, excepto en el techo que "prefieren dejarlo negro quemándolo con el mechero". "Acabas entrando con miedo porque los chiquillajes lo dejan tan cascado que suele pararse", afirma.

Rodríguez asegura que las escaleras mecánicas tienen un mantenimiento prácticamente nulo y que apenas las ha visto funcionar "una o dos veces en los últimos cinco años". Esta estructura conecta a los vecinos de San Juan con los servicios básicos, como el centro de salud situado junto a la Avenida Marítima. "Si se rompe los enfermos tienen que bajar por la escalera, porque es muy difícil que la ambulancia llegue rápido a allí arriba", critica el vecino al tiempo que pone de manifiesto que por mucho que haya un ascensor y unas escaleras, los ancianos y las personas con movilidad reducida "lo tienen muy difícil para subir esta cuesta que está justo antes".

El récord de ataques en 2016 lo registra el ascensor que une el parque de Las Rehoyas con el barrio de Schamann. Desde enero se han comunicado al Ayuntamiento un total de veinte ataques contra el elevador. Una vecina del barrio asegura que todos saben quiénes son los chicos que lo rompen. "Son siempre los mismos, es su diversión, y ahora que tienen tiempo libre en verano está yendo a peor", critica. Al romperlo obligan a los vecinos y usuarios del centro deportivo a subir los 140 escalones.

El incidente más grave sucedió en junio, cuando los vándalos lanzaron un libro ardiendo que calcinó el cuadro de control del ascensor y lo dejó varios días inoperativo. Esta reparación le supuso al Ayuntamiento un desembolso de 37.000 euros.

Inmaculada Medina, concejal de Fomento del Consistorio capitalino, anuncia que se está negociando con los vecinos la instalación de cámaras y la contratación de vigilancia. Confía en que los ataques paren ya sea porque estas medidas intimiden a los chicos o porque las sanciones económicas les hagan reconsiderar su forma de divertirse. La edil espera que llegue algún momento en que los ciudadanos comprendan que deben respetar estas estructuras, no solo para reducir el alto coste de las reparaciones, sino para que garanticen el acceso y mejoren la calidad de vida de los vecinos de los Riscos.

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