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El Náutico desoyó la oferta de José Rojano para llevar el restaurante

El chef asegura que el presidente estaba "demasiado ocupado" para atenderle y que el club ha marcado unos requisitos excesivos

El Náutico desoyó la oferta de José Rojano para llevar el restaurante

José Rojano, único chef del archipiélago con tres soles de la guía Repsol, no consiguió ponerse en contacto con el Club Náutico para gestionar su restaurante, a pesar de sus reiteradas llamadas al presidente de la entidad, Fernando del Castillo. El local fue precintado el pasado lunes por quedar desierto el concurso de adjudicación.

El cocinero asegura que intentó varias veces ponerse en contacto con el presidente, al poco tiempo de que este ganara las elecciones, pero que no consiguió hablar con él con tranquilidad, porque "estaba demasiado ocupado". Señala que, aunque pidió en repetidas ocasiones que se dejase un aviso, no llegaron a devolverle la llamada.

Rojano atribuyó la falta de interés a un olvido de Del Castillo, hasta que se enteró de que el presidente "había llamado a otros pidiendo que entrasen en el concurso por el restaurante". El chef señala que siguió intentándolo hasta que se publicó a principios de julio el pliego de condiciones del club. "Perdí el interés, son tan altas las demandas que es lógico que el concurso quedase desierto", señala el cocinero.

Las bases establecen que la concesión durará tres años y que el beneficiario contará con dos meses para realizar las obras de acondicionamiento de las cocinas, cuyo coste asumirá el adjudicatario. "Es prácticamente imposible que con solo tres años se pueda recuperar la inversión de arreglar las cocinas", critica. Apunta que si el Club no amplía la concesión, el gasto inicial será imposible de amortizar y la adjudicación quedará desierta.

La concesión incluye la gestión del restaurante Almirante en la planta alta, el comedor principal y su terraza, el bar situado junto a las piscinas, las salas de juegos de la planta alta, las zonas de eventos y una terraza chill out que deberá montar el adjudicatario los meses del año en los que el tiempo permita su uso.

Como consecuencia de su explotación, el concesionario deberá abonar un canon de 7.500 euros al mes y un cargo único de 25.000 euros por las fiestas que celebre la sociedad cada año, y que necesiten la instalación de una carpa en el solárium. Deberá contar con unas garantías de adjudicación por valor de 452.500 euros, en las que se encuentran recogidos el alquiler, posibles despidos de trabajadores que pudieran corresponderle subsidiariamente al Club y la reposición de menaje, mobiliario o instalaciones que sufrieran desperfectos.

En agosto 2013 el restaurante cambió de manos por primera vez en veinte años cuando la empresa Fradarias ganó el concurso de adjudicación. Tres años más tarde, la directiva se niega a subrogar la concesión a esta empresa el resto del verano, a pesar de que el concurso ha quedado desierto. Los estatutos impiden que el servicio se explote directamente por lo que el servicio está cerrado en un mes de gran afluencia.

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