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San Bernardo estrena savia nueva

Los jardineros plantan cuatro laureles para sustituir a los talados

San Bernardo estrena savia nueva

Cuatro pimpollos de laureles de Indias habitan desde ayer en el histórico paseo de San Bernardo de la capital grancanaria, después de que los jardineros municipales los plantaran a primera hora de la mañana para sustituir a los que fueron talados el pasado mes de julio, como medida preventiva, tras la caída de uno de ellos. Los arbolitos tardarán unos cinco años en alcanzar el porte de los laureles más jóvenes de la calle.

Muchísimo más tiempo tardarán aún en adquirir las dimensiones de los más viejos, que acumulan entre ochenta y cien años y que han sido capaces de sobrevivir a las podas más salvajes porque son árboles corpulentos y frondosos, aunque los vecinos del barrio aseguran que jamás han logrado recuperar las colosales copas que alcanzaron en su día, después del brutal desmoche que sufrieron en la década de los 70 del pasado siglo. Las gigantescas copas y las colonias de pájaros que anidaban en ellas forman ya parte de la memoria de los más viejos.

Aunque la Granja Experimental del Cabildo está realizando un estudio sobre las causas del mal estado de los laureles retirados, la edil de Parques y Jardines, Inmaculada Medina, indicó ayer que lo más probable es que la caída se deba al resecamiento de las raíces, a consecuencia de las obras de renovación de la red de saneamiento de la calle que se realizó entre 2006 y 2007. De hecho, desde ese año se han perdido un total de nueve laureles, que se han ido secando. Los técnicos municipales sostienen que las raíces de los árboles bebían del viejo colector y se han ido secando tras la retirada de aquella conducción, que fue sustituida por otra. Medina aseguró que a partir de ahora se hará un seguimiento exhaustivo de los nueve laureles centenarios para actuar de inmediato en el caso de que se detecte un riesgo de desplome. Según las últimas inspecciones realizadas, los árboles se encuentran en buen estado. Además, se instalarán topes en las zonas de carga y descarga que lindan con los alcorques para proteger a los árboles de los impactos de los camiones y furgones que aparcan en estas áreas.

Diez años

Los laureles plantados ayer tienen diez años y proceden de un vivero. Los operarios conectaron ayer un sistema de riego por goteo. Los ejemplares viejos carecen de sistema de riego porque aprendieron a sobrevivir por su cuenta. De hecho, sus raíces bebían del viejo colector.

El único problema que tienen ahora los viejos laureles que sobreviven, al menos que se sepa, es la mosca blanca. El ataque del insecto ha adquirido dimensiones de plaga y se ha extendido por la práctica totalidad de los árboles del municipio, desde que llegó hace ocho años. La falta de lluvias y el intenso calor aumenta la incidencia del insecto, que no daña los árboles, pero los debilita y mancha de blanco las hojas, el suelo y todos sus alrededores. Es precisamente en los laureles de la ciudad, donde más se notan los efectos de la mosca blanca. Lo único que se puede hacer contra la plaga es lavarlos de manera periódica con agua y jabón, indicó la concejala Medina, quien, por otro lado, pidió a los dueños de perros que eviten limpiar con agua y lejía los restos de orina de sus animales dentro de los alcorques, porque el cloro daña los árboles y plantas.

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