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Barrios La fiesta del color

San Lorenzo se llena hasta la bandera

Miles de personas inundan el pueblo para vivir de cerca la noche más especial del verano

El olor a pólvora atrajo ayer a miles de curiosos que no querían perderse el espectáculo de luz y color que inunda San Lorenzo cada verano. Al cierre de esta edición, los más de 7.500 kilogramos de material pirotécnico, incluidos los seis volcanes, esperaban pacientes para ser disparados al cielo, y hacer así las delicias de los allí presentes, que entre sonrisas y mucha guasa esperaban que la noche fuera inolvidable, como siempre.

A pesar de la ola de calor que sacudió la Isla durante el día de ayer, con temperaturas que superaron los 35 grados en muchos puntos, la pirotecnia se preparó, con novedades incluidas. Tampoco arrugaron las altas temperaturas a los vecinos y forasteros de Las Palmas de Gran Canaria, que peregrinaron al pueblo sin incidentes. Durante las jornadas anteriores a esta cita, se había puesto en duda que finalmente se celebrara, pero San Lorenzo tiene un gran tirón y el sofoco no fue tanto.

Pero los fuegos no son solo esa media hora de luz y color, sino que durante toda la tarde-noche de ayer, los jóvenes y no tan jóvenes pudieron disfrutar de múltiples actividades, como los coches de choque, los chiringuitos con comida y bebida o la buena música desde el escenario principal de la plaza de la parroquia. Eso sí, hasta el momento mágico en el que todos esos sonidos se apagan y solo se oye el explotar de los voladores.

El grupo de rock Overbooking se convirtió también en protagonista en los prolegómenos de los fuegos con sus temas y versiones de los grandes cantantes en directo. El escenario de los festejos y la plaza se fueron llenando poco a poco de personas que se dedicaron a bailar durante toda la noche al ritmo de música rock y música pop. Un mix que a nadie dejó indiferente y que se escuchó, prácticamente, en cualquier rincón del barrio.

Cuatro horas antes del espectáculo, los comercios de la zona se encontraban trabajando a pleno rendimiento, intentando hacer el agosto con la festividad. En el restaurante San Lorenzo, su dueña Soraya Lorenzo se mostraba entusiasmada con el ambiente. "San Lorenzo suele ser un barrio con poca vida el resto del año", apuntó, "pero en las fiestas vienen muchas personas y no damos a basto". En jornadas como esta, según explicó, doblan el personal habitual del negocio hasta tener a 11 personas trabajando a destajo "para ofrecer al cliente el mejor servicio posible".

En otros bares, la afluencia de público era tal que ni siquiera podían dejar escapar un minuto de su tarea. En Ca'Suso los camareros iban y venían para atender a los clientes al tiempo que contestaban las preguntas, demostrando una gran capacidad para hacer dos cosas a la vez sin gran esfuerzo. Situado en una de las esquinas de la plaza, era ayer un hervidero de hinchas del fútbol y de aficionados a las fiestas del pueblo.

Más de un centenar de efectivos velaron por la seguridad de la fiesta, entre los que se encontraban 40 agentes de policía y tres patrullas y 18 miembros del cuerpo de Bomberos de la ciudad. Por su parte, Protección Civil puso a disposición de la ciudadanía un total de 47 voluntarios. También había presencia de la Policía Nacional, cuyos agentes evitaron incidentes. A ellos se sumaron dos ambulancias de la Cruz Roja Española y una del Centro de Salud de San Lorenzo, que tenían orden de permanecer abierto hasta las tres de la mañana para tratar cualquier incidencia.

Cada 10 de agosto se recuerda la muerte del diácono y patrón del pueblo desde el siglo XVII, que murió en la parrilla en la época de los romanos. Los fuegos simbolizan esa muerte en la hoguera y son el momento en el que los devotos de San Lorenzo le veneran en muchos rincones del país, como Huesca o San Lorenzo del Escorial, en Madrid.

El crepúsculo fue llegando y las risas iban llenando la oscuridad. Miles de almas unidas en torno a la que es considerada una de las mejores citas de la ciudad. El alboroto iba creciendo a la espera del espectáculo, que culminaba uno de esos días típicos de San Lorenzo, una fiesta que crea adicción.

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