La Provincia - Diario de Las Palmas

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Clásicos de Las Canteras

"La playa va cambiando según los intereses del Ayuntamiento"

"Ahora a los niños o los vigila el padreo o hacen todas las perrerías que quieren y más", afirma Carlos Santana, jubilado

¿Usted desde cuándo viene a Las Canteras?

Pues yo he venido toda la vida, sobre todo cuando era más joven y venía a ligar. Esos sí que eran buenos tiempos.

¿Cómo era la playa cuando usted era joven?

Pues era tranquila, lo que pasa es que se llenaba de gente hasta arriba. Se traían de todo, hasta cosas para hacer de comer. Lógicamente todo eso tenían que cortarlo, si no esto seguiría siendo una locura. La verdad es que ahora todo es mucho más ordenado, antes, si podían, hasta hacían fogatas en la playa. Las Canteras va cambiando, según el que esté en el Ayuntamiento y los intereses que tenga.

¿Cree que ha mejorado?

Claro que sí, si hubiese ido para atrás ya me preocuparía. La zona está mucho mejor de todo.

¿Qué cambiaría?

Pues antes había bastante más gente vigilando la playa. Sobre todo se nota con los niños pequeños, que ahora o los vigila el padre o hacen todas las perrerías que quieren y más. Pero en realidad es por ellos mismos, por los padres, que son los que lo tienen que pedir. Bueno y que nos lo den los políticos y no se lo queden en sus bolsillos.

¿Qué es lo más raro que ha visto en la playa?

Pues yo me mudé cuando tenía treinta y largos a Las Canteras y llevo más de cincuenta aquí. Mi hijo que tiene cincuenta lo traje ya nacido aquí. Antes lo que había aquí era más libertinaje, eso es así. Pero aquí estábamos con nuestras chiquillas aunque viniese otro a levantárnosla. Como si acabábamos en la Casa de Socorro. Que también desapareció. Estaba por la calle Albareda. Ahora tenemos las dos clínicas que han puesto por aquí. Yo ya no hago mucho caso a los médicos, porque yo me siento estupendamente y no me duele nada. Yo entiendo que con mi edad, que son casi 80 años, no puedo hacer todo lo que hacía cuando era joven. Yo antes, cuando era joven, me iba a la barra nadando ida y vuelta y me quedaba fresco como una lechuga. Ahora no tengo ni fuerzas para ir, pego cuatro brazadas y ya estoy hecho polvo. Una cosa es que esté la marea quieta, porque si está llena de oleaje, ¿qué necesidad tengo de ponerme a nadar y ahogarme? No lo necesito para nada. Además de que aparece todo el mundo, que si los socorristeis, que si gente ayudando. Total, para encontrarme muerto cuando lleguen. Se mojan para nada. El otro día fui para allá porque tengo el dedo todo morado, porque juego al fútbol hasta con las piedras. Hay veces que ni las ves, esto es que le di con la punta del dedo. Y eso que yo me conservo perfectamente, de estar toda la vida en la playa.

¿Usted llegó a ver cómo pasaba el agua por el istmo?

Qué va, si eso es de hace todavía más tiempo que yo. Eso tiene como mínimo cien años, dudo que encuentras a ninguno que te pueda hablar de eso, como mucho te cuentan lo que les dijeron sus padres o abuelos, de la manera en que lo vivieron ellos. Ni las Mareas del Pino, fíjate tú. Esas mareas son cuatro olas pero como a esta altura no tienes nada que te proteja, se te mete el agua hasta la cocina. El muro este nunca ha servido para mucho. Cuando estaban haciendo las galerías subterráneas, el agua se te metía por ahí adentro. Ya con los temporales grandes, pues las cloacas que estaban tupidas de basura se rebosaban y salían de ahí dentro todos los demonios del mundo.

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