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Una sentencia la deja sin apellido con 52 años La historia de Erlinda

El litigio que estalló en Facebook

Erlinda Cifre publicó una foto con un hermano desconocido por ella durante 52 años, dando pie a la demanda paterna que la despoja de su apellido

Erlinda Cifre Pérez, este lunes en la capital grancanaria. SABRINA CEBALLOS

"Yo no decidí nacer", repite una y otra vez Erlinda Cifre Pérez, la vecina de 52 años de Las Palmas de Gran Canaria a quien la Audiencia Provincial de Las Palmas sentencia a renunciar al que hasta ahora ha sido su apellido paterno tras presentar éste una demanda de impugnación de la filiación paterna matrimonial, basándose en una prueba de ADN solicitada por ella misma "para poder aclarar y ordenar" sus orígenes tras décadas de existencia escuchando en el seno familiar que no era hija biológica del cabeza de familia, divorciado en 1982 de su esposa, madre de la demandada.

Insiste Erlinda Cifre Pérez, quien ahora debe adoptar los apellidos de soltera de su madre, que la demanda de su progenitor contra ella es consecuencia de "publicar en mi muro de Facebook hace un año una fotografía donde salgo con dos de mis hermanos; un hijo de mi madre y de quien pese a todo siempre fue mi padre, y del vástago que tuvo con su esposa quien todo indica que es mi padre biológico", un empresario tinerfeño amigo de la familia de la demandada, afincado en Mallorca -no mallorquín como se publicó ayer por error- y fallecido hace 30 años. "Todo este lío judicial explotó cuando mi padre legal supo que había subido a Facebook aquella imagen. Si yo me hubiera quedado callada, como había hecho hasta ese momento, pienso que no habría estallado todo este asunto porque al final lo único importante para ellos era ocultar la verdad sobre mi nacimiento", cuenta la afectada.

La confesión del abuelo

"Nunca me sentí querida por mi padre oficioso", confiesa esta mujer, "y crecí entre Pollenza, en Mallorca, y Santa Cruz de Tenerife, escuchando siempre lo poco que me parecía a mi padre, que vivía separado de mi madre". Erlinda tuvo en aquella familia tres hermanos pero la mala relación entre sus progenitores se resolvió en 1982 con el divorcio del matrimonio. "La ley que permitía a los españoles divorciarse no se aprobó hasta 1981, así que no es difícil imaginar cómo era aquella unión para que decidieran, sólo un año después de la entrada en vigor de la ley, poner fin de modo legal a su vida en común", relata.

En un momento de 1986, la casualidad jugó sus cartas en la existencia de Erlinda. "Un día, con unos 30 años, estaba ordenando fotos de la familia junto a mi abuelo materno y vimos una esquela en el periódico de una persona, socio de negocios de mi padre, que fue durante mucho tiempo una presencia habitual en nuestra casa y que de la noche a la mañana desapareció, pese a ser el padrino de uno de mis hermanos".

El abuelo de la muchacha no se pensó demasiado su respuesta. "Siempre he tenido miedo a morirme sin que supieras la verdad: ese señor es tu verdadero padre", cuenta Erlinda Cifre Pérez que confesó este familiar. "De repente comencé a atar cabos sobre decenas de situaciones y comentarios vividos durante mi infancia y mi juventud. Quien para mí era mi padre", asegura, "no fue nunca afectuoso con ninguno de sus hijos pero conmigo era especialmente cruel". Y empezó a entender.

Cuando compartió aquella revelación con su madre "se formó tal espectáculo en casa" con su progenitora, "recriminándome acerca de mis sospechas, que decidí callar aunque comencé a investigar entre otros familiares que, efectivamente, me lo confirmaron. Con los años logré que mi madre lo reconociera pero con muchas contradicciones, admitiendo también que mi padre legal conocía la verdad. Ella lo admitía bajo la condición de que yo jamás lo contara".

Hasta hace poco más de dos años Erlinda fue respetuosa con aquel acuerdo, lo que no quiere decir que ella, en secreto, iniciara por su cuenta un acercamiento a quienes le indicaron que eran la familia de su padre biológico, confesando a estos presuntos hermanos las sospechas que la embargaban. Dice que a ninguno les sorprendió.

"Como mis padres llevaban tantos años separados -una vivía en Tenerife y el otro en Mallorca- y yo quería asegurarme sobre mis verdaderos orígenes, aproveché que ambos coincidían en Canarias por la boda de un familiar para pedir a mi padre que se sometiera a una prueba de ADN en Tenerife. Accedió y el resultado fue el esperado: no era mi padre biológico", recuerda sobre aquella conclusión que por fin ponía luz a su vida en 2015. Pero se equivocó.

Nunca pensó utilizar aquella información "ni para provocar problemas ni para reclamar dinero; sólo buscaba la verdad", asegura. Pero al subir a su muro de Facebook la foto donde presumía del hermano que había recuperado tras 52 años de mentiras y sospechas, esa información llega a su padre legal y desencadenó el proceso judicial que ahora le arrebata el que ha sido su primer apellido durante más de medio siglo, y que también pierden sus dos hijos, de 21 y 26 años.

Ayer, saturada por el alcance mediático alcanzado con su relato, Erlinda confesaba su dolor "por lo que me está sucediendo pero, sobre todo, por las consecuencias que la sentencia va a provocar a mis descendientes", concluye "destrozada y desamparada".

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