¿Cómo arranca el restaurante Fuji?
En 1967, aunque arrancó oficialmente en 1968. En aquel entonces yo tenía 25 años y muy poca experiencia, solo ganas de trabajar.
¿Por qué elige Las Palmas de Gran Canaria?
Porque en aquel entonces estaba ya funcionando aquí una importante flota de pesca japonesa, y coincidió con el comienzo del turismo escandinavo.
¿Y por qué escoge esta Isla en concreto?
Yo estaba decidido a salir fuera para aprender sobre la cocina europea. En 1964 se celebraron las Olimpiadas de Tokio, y yo estaba como ayudante de cocina en las olimpiadas, atendiendo a gente. Al año siguiente conseguí una oportunidad para salir de Europa, recomendado por el jefe. Primero estuve en Bruselas en 1965; mi patrón no conocía Canarias, pero en aquella época había ya una gran flota japonesa aquí, y una compañía aérea japonesa quería abrir una delegación y quedaron encantados con el ambiente que había. Mi patrón era cliente de esa compañía, y recomendó que visitaran Canarias porque había buen atún. Yo al final me lancé a empezar algo y fue el restaurante. Mi idea era estar en Europa un tiempo aprendiendo sobre la cocina de aquí y luego volver a Japón. Pero al final me quedé [risas].
Empezó en 1968 y aún sigue. ¿Cuál es la clave del Fuji?
Al principio, la gente de aquí no conocía la comida japonesa, porque usamos comida cruda, huevo crudo... Por eso, al principio los clientes eran la comunidad japonesa y turistas escandinavos. Después, yo he intentado poco a poco, aunque me ha costado mucho, conseguir clientes de aquí. Y lo he logrado. En los años 80, la economía japonesa creció una barbaridad, y se puso de moda en muchos sectores. Muchos comerciantes comenzaron a visitar Japón y a estar más familiarizados con la cultura y la gastronomía. Actualmente funcionamos bien, pero no ha sido fácil; hubo una época en la que me las tuve que ingeniar para que viniera la gente no solamente los fines de semana, sino también entre semana. Me di cuenta también de la importancia en el trato al cliente, no solamente es la comida, sino cómo te trata el camarero y demás. Hasta ahora los clientes siguen viniendo. Mantengo clientes de aquella época que son de fuera de aquí y que todavía continúan viniendo al restaurante. Por ejemplo, el hijo del dueño de Ikea, que vive en Palma de Mallorca, viene al restaurante cada vez que visita la Isla.
Sentó usted un precedente, al ser este el primer restaurante japonés de España.
En aquella época no se conocía mucho la comida japonesa. Yo me he dedicado a trabajar, y al principio era habitual que nos pidieran comida para llevar a los barcos. No teníamos tiempo ni para dormir.
¿Qué supone para usted que el restaurante reciba este premio?
Estoy contento. Siempre hemos tratado de que este sea un restaurante cuidado, original y que apuesta por la calidad. Estoy orgulloso de haber cedido el negocio a un canario, Miguel Martínez, que es mucho mejor que cualquier cocinero japonés; ha aprendido bien, estoy muy orgulloso.
¿El restaurante emplea productos de Canarias?
Sí. Algunas cosas hay que importarlas de Japón, como la salsa de soja, pero lo demás es de aquí. El producto de aquí es bueno, y a nivel comercial siempre ha habido importación y demás, algo que ha facilitado todo mucho.
