La Provincia - Diario de Las Palmas

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Aquí la Tierra Otra ciudad

Resistencia

El jardín construido por dos particulares entre las calles Alcalde Luis Fajardo Ferrer y Lectoral Feo Ramos aviva la memoria de lo que fue el linde cultivado entre Vegueta y la Vega de San José

Resistencia

Terreno bajo, llano y fértil. Como primera acepción de la palabra vega, el Diccionario de la Real Academia Española recoge la que abre este reportaje. De modo que, para las generaciones más recientes, y, en general, para fijar el tono de estas líneas, procede recordar que Vegueta y la Vega de San José fueron en origen eso: terrenos bajos, llanos y fértiles. El proceso de urbanización no afectó a las dos primeras cualidades, pero terminó con la tercera en ambas zonas: a lo largo de los últimos siglos en Vegueta, durante las últimas décadas en la Vega de San José. Aunque construido en años recientes, el jardín de la calle Alcalde Luis Fajardo Ferrer, esquina con Lectoral Feo Ramos, en el linde entre Vegueta y lo que fue la Vega de San José, ocupada hoy por el Polígono San Cristóbal, tiene por todo lo anterior el rango de lugar de resistencia en una ciudad, Las Palmas, históricamente desafecta con su patrimonio natural. Este recinto, contiguo al edificio Vegueta, que cuidan dos señores, padre e hijo, es, junto a la plaza de Santo Domingo, el único ajardinado visible públicamente de la zona, un lugar, pues, que reivindica otra manera de hacer ciudad.

Pinos marítimos, casuarinas, una preciosa jacaranda, tabaibas, terebintos, de la familia de los pistachos, muy aromáticos; yucas, acelifas protegidas en un parterre en forma de estrella, ágaves, de los que se extrae el aloe vera; un brillante, una hilera de hibiscos, palmeras canarias y washingtonias que flanquean un itinerario de losetas, plataneras, filodendros, romero, albahaca... La parcela, de aproximadamente trescientos metros cuadrados, resguardada por una verja, está flanqueada por un solar vallado que hace esquina con la calle Reyes Católicos, un paso peatonal donde se alinean carros del Spar anexo, y la marquesina de la parada de guaguas de Alcalde Luis Fajardo Ferrer, ante la que pasa el intenso tráfico de la zona. Aunque de acceso restringido, en estos dominios, marcados por el tránsito y la aceleración, el jardín constituye un remanso para contempladores ociosos. Así, Domiciano, que advierte al reportero de que la planta que se enreda en la verja es un maracuyá. Así, otra señora, que prefiere mantener en la reserva su nombre, y que dice, simplemente, del jardín que "da gusto verlo".

Como se ha dicho, Las Palmas se ha caracterizado históricamente por la desafección hacia su patrimonio natural, sus árboles, sus jardínes, sus barrancos, etcétera. Por eso Carmen, que trabaja en Vegueta, "un barrio, que se ha vuelto duro por el tráfico y el ruido", afirma que cuando se aproxima al jardín, lo que hace a diario, "ya antes de verlo, me maravilla el canto de los pájaros, que me saca repentinamente del ruido y de los pensamientos del trabajo". Carmen declara también que el Polígono San Cristóbal y aledaños "es duro e inhóspito, y conforme me aproximo y recorro el costado del jardín me llega el olor del romero y la albahaca, que mitiga las sensaciones que me produce lo que está enfrente".

Que este jardín, que probablemente se erige en una parcela privada, sea, como dice Carmen, una iniciativa de dos particulares, en un área densamente poblada, que gozan con su entrega y hacen disfrutar al resto de la ciudadanía, no es un dato menor: la contribución de los ciudadanos de a pie a la construcción de una ciudad más habitable es un gesto de importancia capital. No hay que esperar que de este asunto se ocupe solo la administración que, por lo demás, con harta frecuencia, ni ha estado ni está a la altura de lo que cabría exigirle.

Una exploración somera a través de IDECanarias, esa valiosísima herramienta para estudiar la cultura del territorio insular, muestra, a través de ortofotos, el aspecto que tenía esta zona a principios de los años sesenta: campos de cultivo en la Vega de San José, una huerta en el lugar que hoy ocupa el jardín, el Árbol del Responso en su emplazamiento originario y el Cementerio de Las Palmas como punto especial de referencia del conjunto. La necesidad de viviendas sociales hizo que, donde estuvieron los cultivos de San José, se levantara el Polígono San Cristóbal, que a su vez habría de ir acompañado de zonas verdes que, o nunca se hicieron, o se abandonaron pronto, al punto de que el tránsito por la mayor parte de los espacios libres del Polígono resulta una experiencia deprimente. Se pudo haber hecho ciudad de otra manera, pero se hizo de ésta. Sea como fuere, hoy los principales puntos de referencia vegetal del área son el joven jardín que da pie a este reportaje y dos elementos fúnebres: el Árbol del Responso, también en Alcalde Luis Fajardo Ferrer, trasladado hace tiempo desde Reyes Católicos, cuando la administración amplió esta calle, y salvado de la tala por las protestas vecinales, y el Cementerio de Las Palmas, que arropa a los muertos entre abundantes árboles, en contraste con lo que pasa en esta ciudad con los vivos.

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