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Ocho personas ocupan un edificio de Guanarteme abandonado hace 10 años

Los vecinos temen que acudan más 'inquilinos' para instalarse en las viviendas del inmueble

Ocho personas ocupan desde hace tres días un edificio de Guanarteme que lleva más de una década abandonado. Se trata de un inmueble ubicado en la calle Salvador que fue construido para albergar un banco, según cuentan los vecinos. Uno de ellos, Víctor Manuel Ruiz Suárez, explicó además que hay 24 viviendas en el bloque y aseguró que su mayor preocupación es que a estos pisos "lleguen más personas" que puedan alterar y molestar a quienes viven en el barrio. "Ya hemos tenido malas experiencias", apuntó la presidenta vecinal, Pepi González, antes de conseguir que uno de los ocupas bajase a hablar con ellos. "Hemos buscado un techo bajo el que pasar el invierno, pero queremos una buena convivencia", les garantizó el hombre de unos 30 años que prefirió reservar su identidad.

El revuelo llegó a Guanarteme hace tres días, cuando los residentes de la calle presenciaron cómo un grupo de desconocidos cambiaban la cerradura de la edificación que muestra evidentes signos de dejadez. No era la primera vez que veían algo así. El propio Ruiz Suárez ya había sido testigo de otros intentos fallidos de ocupación, así como de actos de vandalismo en el inmueble que nunca llegó a estrenarse.

"El edificio se construyó hace unos 15 años, pero nunca se entregó al banco porque hubo problemas con la constructora", contó el vecino. Nadie sabe exactamente cuál fue el motivo por el que no se inauguró el edificio, pero lo que sí recuerda Víctor Manuel Ruiz es que hace siete años los empleados de la empresa de construcción lo desvalijaron durante varias noches a pesar del aviso policial. A principios de 2016 los agentes volvieron a la zona para paralizar una ocupación tras recibir el aviso vecinal y patrullar durante varios días. Pero en esta ocasión, "cuando llegaron ya se habían metido dentro y no pudieron hacer más que un informe".

La presencia de los ocupas, además de preocupación, también ha generado el debate entre los vecinos del barrio. Por un lado están los que como Víctor Manuel Ruiz y Pepi González temen que los recién llegados sean un foco de conflictos. La presidenta vecinal todavía recordaba ayer con angustia cuando tuvieron que ayudar a una vecina de edad avanzada a quien dos desconocidos "se le metieron en la casa". La "mala experiencia" con los ocupantes que se instalaron hace seis o siete años en las casas que están junto al centro de salud de la calle Mario César también les hace estar reticentes. "Tiran la basura por la ventana y ha habido disparos, navajazos y mucho menudeo de drogas", contó González. No obstante, Andrea Fara insiste en que "no todos los ocupas son iguales".

Fara sí está a favor de la ocupación, tal y como ella misma reconoció, siempre y cuando haya una buena convivencia con los vecinos y se trabaje por el vecindario. "La tomatera se abrió para un proyecto social", recordó. "Esto no es más que una llamada de atención ante una necesidad y una problemática social", señaló la joven para quien las políticas sociales existentes "apestan".

Andrea Fara también se mostró partidaria de saber, antes de tomar ningún tipo de medida, qué situación tienen y qué clase de personas son las que se metieron en el edificio. Para ello propuso a Pepi González intentar hablar con los ocupas. Nadie esperaba que iba a ser así cuando les pidió desde la calle que bajaran a dialogar y uno de ellos accedió.

El hombre, de unos 30 años, se mostró respetuoso y cercano con los residentes de la zona a quienes explicó que sus compañeros y él solo quieren "un techo bajo el que refugiarse en invierno" ya que todos viven en la calle. En total, son ocho personas " de Canarias" y un perro los que desde hace unos días viven en el inmueble. "Cuando llegamos ya había una persona", explicó. No descartan que la madre de uno de ellos se traslade también dado que "no puede pagar el alquiler" de su vivienda y allí "hay más de una veintena deshabitada".

A los vecinos también les habló del mal estado en el que ellos encontraron el edificio. "Aquí han entrado más veces porque le han arrancado los cables, se han llevado el cobre, los ascensores están abiertos y sin motor y hay muchísimo polvo". Por ello, están intentado adecentar la última de las seis plantas que tiene el bloque el cual asegura que está registrado en el catastro como terreno sin edificar. "No hemos venido aquí a molestar", insistió, "nos queremos llevar bien con los vecinos y no vamos a dejar que entre cualquiera".

Durante la conversación González manifestó su propósito de intentar buscar una solución positiva para todos y quedó en organizar una reunión. Por lo pronto, y ante las palabras del joven, están invitados a participar en los actos de las Fiestas del Pilar que se celebran en el barrio, y alguna vecina les han buscado faena. "Pepi, ya sabes, diles que el domingo hay que cargar papagüevos". No le disgustó la idea al nuevo.

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